Si estoy soñando, no me despertéis. . . Alonso ha vuelto a fabricar otro milagro. Ha vuelto a hacer lo impensable. ¡Ha vuelto a ganar!
Cierto que parece que el R28 a dado un gran paso adelante; pero él supo sacar lo mejor de un coche que sigue siendo medio segundo más lento que el McLaren y el Ferrari. Cierto que los errores de sus rivales le facilitaron las cosas; pero él no cometitió errores. Nada de desluce la contudente victoria de ayer. Ayer, el mejor Fernando Alonso nos deslumbró. Ayer, no lo ensombrecieron ni un coche mediocre, ni los infortunios en la pista. Avergonzó a los dos aspirantes al título dando un recital de pilotaje vuelta tras vuelta, con una velocidad y consistencia que nadie pudo igualar, dando una lección magistral al dictar por la radio a sus ingenieros la estrategia a seguir para ganar la carrera. A base de manos y cabeza, Fernando se fabricó una ventaja que no tenía. A base de coraje y maestría, convirtió su ventaja en una victoria inolvidable.
Y mientras el Bicampeón regresaba al lugar que le corresponde, los dos aspirantes al título nos mostraron otra vez porqué no merecen los volantes que tienen entre las manos, ni mucho menos los laureles de campeón. El chico maravilla volvió a ser demasiado agresivo a destiempo, arruinando su carrera en la primera curva. Mientras que el brasileño demostró de que pasta está hecho queriendo arreglar sus propios errores a empujones. Aunque tanto Massa como Hamilton me parezcan unos torpes e indignos de ser campeones —para eso hace falta algo más que ser rápido, hace falta tener cabeza, guardarse la agresividad para cuando es necesaria y mostrar respeto por los otros diecinueve pilotos que hay en la pista—, creo que las penalizaciones que recibieron fueron excesivas; justas, pero excesivas. La pasada de frenada del moreno, el toque de Massa y posterior de Bourdais, son incidentes de carrera. Son errores de los pilotos. Riesgos mal calculados. Cosas que pasan cuando te juegas un Campeonato de Formula 1 a trescientos kilómetros por hora. Hablamos de competitión, de carreras, de llevar las cosas al límite; no creo que los pilotos deban ser sancionas por cometer errores naturales en esas circunstancias, errores que caben dentro del margen de seguridad y son parte del espectáculo. Los límites de velocidad, los ceda el paso y las distacias de seguridad son para las vías públicas, no para los circuitos. Aún así, aunque discrepe con los comisarios, reconozco que fueron justos; justos en el sentido de que aplicaron el mismo rasero para todos, sin importar quien fuese, ni los puntos que llevase en el campeonato. Espero que estas deciones más estrictas de lo normal sean muestra de su intención de terminar escesos de agresividad antideportivos y peligrosos, como a los nos tiene acostumbrados el chico maravilla, y no de convertir a los pilotos en conductores modelo para anuncios de la DGT.
Así las cosas, la carrera de Fuji puso a cada uno en su sitio:
1. Alonso
2. Kubica
3. Räikkönen
¡Qué bonito podium! Tanto que incluso a pesar de perder las opciones matemáticas al título, Kimi sonreía.
Y, a parte del por podium, un servidor también sonreía: por la gran remontada de Piquet, de décimosegundo a cuarto, aunque al final se achicó con Kimi; por gran duelo de las últimas vueltas entre el Campeón finlandes y Kubica; por el empeño de Massa en apañar algún punto, con adelantamiento espeluznante a Weber incluido. Gran, grandísima carrera que, además, nos mostró quien es quien y fue un gran ejemplo de por qué este campeonato aún está por sentenciar: porque quienes lo merecen no pueden y quienes pueden no lo conseguirán por sus escasos méritos, sino por los errores el rival.
Pero al menos hasta la semana que viene, todo eso me va a dar igual; voy seguir disfrutando del sueño de volver a ver al neno subir a lo más alto tras escribir en la pista, curva a curva, vuelta a vuelta, otra página de su leyenda.
¡Grande, neno, muy grande!!!

Imágenes: TheF1.com y Autosport.