lunes, 28 de junio de 2010

Valencia 2010: Pasen y vean

A la Fórmula 1 la llaman El Gran Circo; pero visto lo de ayer en Valencia, si un servidor fuese domador de leones, trapecista, payaso, elefante o chimpancé, se sentiría ofendido de que comparasen tan honestas profesiones con la negligencia e insensatez mostrada por el director de carrera, Charlie Whiting, y la recua de comisarios de la FIA. Nos hemos librado de Max Mosley, pero su heredero predilecto, Jean Todt, no lo está haciéndo mucho mejor. Ayer nos timaron; en vez de darnos una carrera de Fómula 1 nos mostraron una procesión de despropósitos.

Ya se han alzado voces en el padock contra las quejas de Ferrari. Que si mala suerte, que si las carreras son así, que si cuando ellos salen beneficiados no protestan. Me van a tener que disculpar, pero lo de ayer fue bastante más allá de la mala suerte y los lances habituales de carrera, donde hacer justicia es complicado y a menudo cuestión de opiniones. Ayer, la diferencia fue más allá de una cuestión de matices. Ayer, vi dos cosas que nunca había visto en los dieciseis años que llevo siguiendo con pasión la Fórmula 1: primero, que el coche de seguridad salga en medio del pelotón y la dirección de carrera no permita que los coches le rebasen para reagruparse en sus pociones previas; segundo, nunca, nunca jamás he visto a ningún piloto adelantar al coche de seguridad, ni como hizo Hamilton, ni de ninguna otra manera. Nunca. Y creo que nunca ha ocurrido en los sesenta años de historia de este deporte.

A partir de ahí, todo fue un cúmulo de despropósitos. La sanción a Hamilton fue de risa y, además, llegó después de que los comisarios deliberasen durante casi cuarenta minutos. ¡Cuanrenta minutos! ¿Estamos de coña, no? Hamilton se merecía bandera negra: descalificado; pero no, le aplicaron un drive through que no sirvió de nada. Como dijo Alonso: "Íbamos un metro uno del otro y uno acabó segundo y otro noveno." Ese es el precio de "aceptar las normas", que es según Hamilton lo que deberia de hacer Alonso. ¡Tócate los cojones, Mariloli! Mexannos encima e aínda temos dir que chove. . .

Las decisiones de los comisarios fueron tan ridículas, que luego tuvieron que inventarse una sanción inexistente para penalizar a otros nueve pilotos por rodar más rápido de lo debido mientras el coche de seguridad estaba en pista. La penalización estandar debería haber sido un drive through; pero como esa fue la pena aplicada a Hamilton, aplicarsela también a los demás equivaldría a decir que pasarse un poco el limite de velocidad es lo mismo que adelantar al coche de seguridad. Y ni de coña, claro; lo de Hamilton estuvo a años luz, fue inaudito, único e impensable. Así que para enmendar sus propios entuertos lo comisarios se inventaron una sanción simbólica de cinco segundos. Y tan anchos que se quedaron.

El peligro de todo esto, como ha apuntado Montezemolo, el director de Ferrari, es que en ambos casos la penalización fue más rentable que respetar las normas. Los equipos que no resperaton el tiempo mínimo, ganaron mucho más que los cinco segundos que perdieron con la penalización. Y desde luego, adelantando al coche de seguridad, Hamilton ganó mucho más tiempo y puntos de los doce segundos y cero puntos que perdió con el drive through. Si esto sienta precedente, los equipos van a empezar a echar cuentas y la Formula 1 va comenzar a parecerse al futbol, donde saltarse las normas y timar a los árbitros es tan importante como jugar bien y mucho más rentable que ser honestos.

Conste, aúnque la dirección de carrera hubiera hecho las cosas bien, el coche de seguridad hubiese arruinado de igual modo la carrera de ambos Ferraris, y eso sí fue mala suerte. La mala suerte compartida con Vettel y Hamilton de haberse pasado ya la entrada a boxes cuando ocurrió el accidente de Webber. Claro, porque todo esto empezó cuando a Mark Webber se le volvió a ir la olla y embistió a Kovalainen a las primeras de cambio. Incluso en un profesional, es un error comprensible cuando se enfrentan en la pista coches con rendimientos tan diferentes. Comprensible, quizá no excusable y, desde luego, lo que es un sinsentido es que encima pretenda echarle la culpa a Heikki. Ponte como quieras, esta no cuela, Mark. La culpa fue tuya y sólo tuya.



Imágen: Autosport.com.

sábado, 26 de junio de 2010

Solsticio de verano


No, hoy no es el solsticio de verano. Y no, el solsticio de verano tampoco se celebra el día que deberíamos; sinó que por razones históricas y de simetría lo hacemos la noche del 23 al 24 de junio. En tierras de idólatras y herejes la llamán noche de San Juan, Saint John, Sankt Hans o cosas por el estilo, fruto de la habitual propaganda cristianuza y diligente aplicación del tercer mandamiento: "Santificarás las fiestas." Cuando uno se inventa una nueva religión es más fácil y eficiente para ganar adeptos copiarles sus ideas y tradiciones y hacerlas pasar por propias.

Así, los cristianos europeos se apropiaron de los fuegos de Beltain, las hogeras que celtas, nordicos y germanos encendían en el solsticio de verano para celebrar el comienzo del verano y llevar un fuego nuevo y puro a sus hogares. Los cristianos, gentes ladinas y de pocos escrúpulos, a pesar de predicar paz y amor fueron incluso más allá: pervirtiron los fuegos sagrados y los usaron para quemar brujas y herejes, es decir, a cualquier seguidor de las religiones ancestrales europeas. Así es que, aún hoy, en los fuegos del solsticio de verano danés se quema una bruja de trapo para liberar y purificar su alma y de paso mandarla a Alemania. Brujas, adoradoras del demonio, un demonio que, hasta que llegaron a Europa, los cristianos no sabían la pinta que tenía; pero un día decidieron que debía ser igualito igualito a Cernunnos, el misterioso dios que a lo largo y ancho del continente se representaba como un hombre astado y, a menudo, asociado con serpientes. Qué casualidad. . .

Por suerte y por mucho que les pese a los mojigatos cristianuzos, a pesar de que convencieron a Europa de que había que cambiarle el nombre a la fiesta, nadie se olvidó de lo que hay que hacer en Beltain: saltar y bailar alrededor del fuego y el calor del verano, celebrarlo comiendo y bebiendo con los amigos y al carajo con todo por una noche, aunque sea la más corta del año, o quizás por eso. . . Todo para mayor alegría del demonio, los escesos y las tentaciones.

Para no ser menos y hacer las cosas como dios manda, y no el cristiano precisamente, el miércoles por la noche nos reunimos, junto a un fuego en una playa nórdica, amigotes y viandas. Cantamos y bailamos. Comimos chorizos, quesos y empanadas. Entonamos conjuros entorno a una queimada de orujo casero y bebimos a la salud de las brujas.



Imagenes: Queimada, de Vitro, y Cernunnos, sacada de aquí.

jueves, 24 de junio de 2010

Dos clases de personas



En Copenhague hay dos clases de personas: los que se han hostiado en bici y los que se van a hostiar. Durante cuatro años he sido un honorable miembro del segundo grupo. Hoy he cambiado de bando. Y no ha sido ni por gusto ni de forma especialmente elegante.

Una y media de la tarde. Cruce de Jagtvej con Nørre Allé. Semáforo rojo. Sol en el cielo y Hole en el iPod. Semáforo verde. Pedalada de arranque. Segunda pedalada incorporado sobre los pedales. Tercera. Cuarta. Ganando velocidad antes de sentarme. Quinta. Sext. . . El pedal desaparece bajo mi pie izquierdo. Oigo el maldito chirrido de la cadena al salirse del piñon y veo el manillar acercarse a mis dientes a una velocidad alarmante. Mi pie izquierdo se estampa contra el asfalto. Dolor. El asfalto se arrastra unos metros bajo mi piel. Y ya sabemos todos que la piel y el asfalto nunca fueron buenos amigos. . . Claro, todo esto tiene que pasar el día que voy en sandalias y pantalón corto.

Unos veinte minutos después, tras llegar a casa y limpiarme las heridas, sonrío satisfecho al hacer recuento de daños; en especial por el arañazo en la palma de la mano izquierda, la pequeña abrasión en el exterior del codo y la diminuta herida en la parte posterior del hombro. Juntas cuentan la historia de cómo los instintos entrenados durante años tomaron el control y me hicieron rodar de la forma adecuada. No salvaron al dedo gordo del pie que se estampó el primero contra el suelo; está un poco grande y morado. Tampoco me salvaron de las abrasiones en los nudillos del pie, ni de la del tobillo, ni de la de un palmo de largo y medio de ancho del exterior de la espinilla. Pero sí me salvaron de destrozarme la rótula contra el asfalto y de partirme los dientes con el manillar. No sé a ustedes, pero a un servidor le parece un intercambio razonable y, ahora mismo, está muy muy orgulloso y satisfecho con sus instintos.



P.S.- El video es malo con avaricia; pero es el único de esa canción con un sonido decente.

viernes, 18 de junio de 2010

Pestillo-trampa




¿Alguna vez os habéis quedado encerrados en vuestra propia casa?

Y no me refiero a un encierro voluntario, como hice este fin de semana. El fútbol ocupa un puesto bastante bajo en mi lista de prioridades deportivas; pero cada dos años me pego gustoso un empacho: de mundiales y eurocopas, me trago todos los partidos que puedo. Así fue que, el fin de semana, entre el Mundial, las 24 Horas de Le Mans y el Gran Premio de Canadá, hacía años que no me pasaba tantas horas mutando delante de un televisor. Menos mal que el domingo, aprovechando el sol que asoma de vez en cuando por estos lares, nos fuimos un par de horas a botar una pelota y correr alrededor de una canasta; para después volver a pegarnos a la tele, claro.

Así van pasando los días. Levántandome sin prisa. Trabajando desde casa sin estrés, maquetando y puliendo detalles en la tesis. Quedando con los amigotes para ver partidos de fútbol y tirarnos al sol. La dura vida del parado. . . Hasta que el otro día me dió por volver a la oficina. Tenía que imprimir unos papeles y hablar con un par de personas. Después de trabajar en casa un par de horas y darme una ducha, me visto ufano dispuesto disfrutar bajo el sol de los veinte minutos en bici hasta la universidad. Abro la puerta. . .

No, no abrí la puerta. . . Esa maravillosa puerta danesa que para abrirla son necesarias dos manos, una para la manilla y otra para el pestillo. Como el proceso es altamente no trivial, volví a intentarlo. Mano derecha: pestillo. Mano izquierda: manilla. Girar y abro la puerta. . . No tampoco abrí la puerta. Ningún problema con la manilla; pero el pestillo estaba bloqueado. Ni a izquierda ni a derecha, ni para arriba ni para abajo, no había manera de abrir. Tuve que llamar a un amigo que vive a un par de calles, y que por suerte también está en el paro, no hay mal que por bien no venga, tirarle las llaves por la ventana y que me abrise él desde fuera. Abrió a la primera, sin dramas ni esfuerzos.

No me contéis porqué, ni lo entiendo ni quiero saber la utilidad de un pestillo con un bloqueo que evita abrirlo desde dentro, pero que desde fuera abre con medio giro de la llave. ¿Para que no se escapen los niños? ¿Para secuestrar señoritas de buen ver?. . . No lo quiero saber, porque el día que lo sepa, dudo que vaya a entenderlo.

¿Y cómo se bloqueó? Pues intuimos, carecemos pruebas fehacientes, que, al salir por la mañana, mi compañero de piso cerró la puerta con la llave en la cerradura activando sin querer, y sin saber que existía, el pestillo-trampa. Ya véis, ahora tengo la disculpa perfecta para llegar tarde a todos lados, o incluso para evitar compromisos indeseados: Lo siento, no puedo ir, me he quedado encerrado dentro de casa.


Video: Intro, de The XX.

lunes, 14 de junio de 2010

Montreal 2010: Vuelve el espectáculo

Carreras como la de ayer son las que crean pasión por la Fórmula 1. Adelantamientos, vueltas rapídas, persecuciones al límite, repostajes de infarto y estrategias para todos los gustos. Ni lluvia ni coche de seguridad para tenernos sentados al borde del sofá. Bastaron un circuito clásico, sin las florituras de Tilke, y una generación de pilotos que derrochan talento (sí, incluido el chico maravilla, que aunque me siga pareciendo un infame, algo sabe de pilotar).

Tras semejante derroche de espectáculo, para que la satisfacción hubiera sido completa sólo faltó Fernando en lo más alto de podium. Ayer, perseguidos por fantasmas Turcos, él y Ferrari lo hicieron todo perfecto: repostajes, estrategia, pilotaje, reglajes, todo. La vuelta rápida de Alonso antes de su primera parada en boxes fue escandalosa: casi un segundo más rápida que la anterior. E iba camino de mejorarla cuando se le cruzó un Lotus por delante. Ahí estuvo la clave de la carrera. Sin ese inoportuno estorbo, el neno hubiera salido por delante de Hamilton y se hubiera evitado muchos de los problemas que tuvo más tarde. Este año Ferrari sigue pagando a un precio exorbitado detalles mínimos y, a menudo, por errores de otros.

Pese a los temores de muchos al principio de la temporada respecto a las tres escuderías debutantes, este año los doblados están teniendo un comportamiendo ejemplar. Una pena que justo el día en que no sabían donde meterse se los tenga en encontrar Fernando. Los doblados le constaron la victoria y el segundo puesto: diez puntos. Pero como dijo él mismo, estas cosas pasan en las carreras. Unas veces la mala suerte les toca a unos, otra a otros. Al final de la temporada las cuentas se equilibran. Esperemos que tenga razón y que no echemos de menos esos diez puntos el 14 de noviembre.

Ahora podría empezar a desgranar acciones y pilotos; pero ayer pasaron tantas, tantisimas cosas sobre la pista, que necesitaría media noche para contarlo todo. Desde el fulminante adelantamiento en boxes que le hizo Alonso a Hamilton, a la entrada en boxes de Kubica rodeando a Liuzzi. Pasando por la remontada malograda de Massa, el rosario de duelos entre los Force India y los Toro Rosso y la lucha particular de cada piloto con los neumáticos. Ayer hubo de todo y para todos. Menos para de la Rosa, que tuvo más de lo mismo: primero Petrov se lo llevó por delante en la salida y luego su Sauber volvió a dejarlo tirado en la cuneta. Esperemos que a él también se le equilibre la cuenta de la suerte y la fortuna le devuelva lo que le está quitando, lo que lleva años demostrando que merece.

Al final, nos fuimos a cama con el regusto amargo del segundo doblete consecutivo de McLaren; con un suspiro de alivio por el pequeño calvario que volvieron a sufrir los Red Bull, el RB6 sigue demostrando que es tan rápido como frágil; y con una media sonrisa mirando al futuro gracias a un Fernando Alonso que, con suerte o sin ella, sigue sacando lo mejor del F10 y continúa metido de lleno en la lucha por el campeonato. Un campeonato que se acerca a su ecuador plagado de una emoción, alternativas e igualdad como no habíamos visto en años: ocho carreras y cinco vencedores diferentes de tres equipos distintos. Estoy impaciente por ver que nos deparan Valencia y el paquete de mejoras para el F10 que los inenieros de Ferrari ha estado preparando.



Imágenes: Autosport.com y TheF1.com.

jueves, 10 de junio de 2010

Frustración

Da igual lo que me empeñe. Da igual lo que me esfuerce. Da igual las veces que respire hondo, cuente hasta diez y vuelva a levantar la cabeza. Al final, tras la tenacidad, el esfuerzo y los cabreos contenidos, siempre llega el momento en que las cosas dejan de depender de mí. Entonces, el reloj se para. Al el mundo se le quitan las prisas. Todo empieza a moverse a cámara lenta. Exasperante.

Después del atracón a trabajar en mayo. Después de haber decidido cancelar la escapada a España que había planeado para finales de este mes. Después de haber terminado el borrador y los tres artículos en tiempo en forma para que todo el mundo tubiera tiempo de hacer su parte y poder entregar la tesis a fin de mes. Después de mucho planear, reuniones y remover Roma con Santiago, hoy me entero que mi jefa, este sábado, se va a una conferencia: quince días en Estados Unidos. No es culpa suya. No lo hace a mala fe. Es su trabajo. Esta no es una película de buenos y malos. Se tiene que ir y punto. Nada más que rascar.

La tontería a mí me supone tres meses a la basura y unas 35000 coronas. Sin la jefa
aquí es imposible entregar la tesis en junio. En julio Dinamarca no funciona. Todo el mundo se va de vacaciones y es imposible hacer ningún trámite burocrático; aún así me tendrán empantanado y tampoco podré ir a España. Habrá que terminarlo todo en Agosto, con suerte. . . Además, hasta que no entregue la tesis no puedo cobrar el paro. Así que voy perder los ahorros que tenga que gastar estos meses para vivir más lo que voy a dejar de cobrar del paro. Me voy a pasar tres meses con cara de tonto y masticando frustración.

Si fuese católico, apostólico y romano castizo de los de toda la vida, ahora mismo me estaría cagando en dios y todos los santos del calendario. . . Pero como uno es ateo, cagarse pa'na es tontería. . . Volveré a hacer mía la frase de hace unas semanas: "Yo no me enfado." Respiraré hondo una vez más y recordaré que sigo tenien salud, familia y amigos. Cruzaré los dedos y tendré los ojos muy abiertos por aquello que de no hay mal que por bien no venga. . . No vaya a ser que encima se me escape.



Imagen: Scream, de vidi.

viernes, 4 de junio de 2010

Los jueves al sol



Así fue como me pasé buena parte del día de ayer. Y también como me voy a pasar lo que queda de tarde: al sol. Después de un largo, frío y espectacular invierno; después de una primavera canónica de viento y lluvia; el miércoles salió el sol. Un sol de verano que barrió la brisa fría e hizo que me atreviese a por primera vez a salir de casa en patalón corto, camiseta y sin llevar ropa de reserva en la mochila.

Andado a vueltas con la tesis, peleándome para terminar el doctorado, ¿me puedo permitir pasar un dia, o dos, tirado al sol?

Sí, puedo. Pude hacer eso, y luego pude irme a entrenar dos horas. Y luego a tomar una birra con los amigotes. Y luego aceptar una invitación a cenar bacalao a la vizcaína y pasarnos discutiendo hasta las dos de la mañana entorno a una botella de vino, cuándo va la comunidad internacional a dejar de consentirle a Israel que haga lo que le salga de las pelotas. Hasta cuándo cuando vamos a tener que aguantar que sus diplomáticos digan cosas como que tampoco es tan grave, que en España murieron más personas este fin de semana en accientes de tráfico que en el asalto a la Flotilla de la Libertad. Tócate los cojones, Mariloi. . . Pues perdóneme usted que le matice, señor hijo de la grandísima puta, que hay una sutil diferencia entre morir en un accidente y que a uno lo asesinen descerrajándole un tiro nada accidental, sino premeditado y profesional. Asaltar a mano armada un barco en aguas internacionales y liarse a tiros con sus tripulantes en castellano castizo llama piratería y terrorismo. Uy, perdón, se olvidaba que según las nuevas definiciones al uso sólo son piratas quienes tienen pasaporte somalí y terroristas aquellos que rezan en mezquitas y celebran el Ramadan. Pues eso, a lo que iba, que mientras el estado democrático israelí se seguía dedicando a pasarse por el forro de los cojones, propios y ajenos, la legislación internacional y los derechos humanos, un servidor se dedicaba a rascarse la barriga al sol sin remordimiento de conciencia alguno. Más bien todo lo contrario, satisfecho por haber terminado el sábado pasado el primer borrador completo de la tesis.

Aquí lo tengo, reposando en una esquina del escritorio. Y ahí se va a quedar cuando dentro de media hora me vaya a hacer barbacoa al parque. El fin de semana tampoco pienso tocar ese borrador, tiene que madurar, macerar y cojer solera. La semana que viene, con calma, lo revisaré y se lo mandaré a mi jefa para que lo destripe sin compasión, cual miembro de un convoy humanitario camino de Gaza en manos de un soldado israelí, por poner un ejemplo casual. . .

martes, 1 de junio de 2010

Estabul 2010: Ponerse las pilas

Eso es lo que van a tener que hacer en Maranello: ponerse la pilas. Es preocupante que en circuitos de aerodinámica y potencia, como Estabul y Montmeló, algo en que los coches rojos siempre han destacado, de repente se encuentren casi un segundo por detrás de sus rivales. Aunque es cierto que la diferencia se nota sobre todo en la clasificación, porque durante la carrera, tanto Felipe como Fernando, rodaron apenas unas décimas más lentos que McLaren y Red Bull. Incluso creo que podían haber ido más rápido de no haberse visto atrapados en el tren que hicieron Schumy y Rosberg; pero es el problema de clasificar mal los sábados, que con coches tan igualados es casi imposible adelantar. Aunque la estrategia funcione a la perfección, lo que le permitió al neno recuperar dos puestos, y aunque se sacase de la manga un par de vueltas imposibles para robarle la cartera a Petrov. Quizá lo único bueno que podrá sacar Ferrari de su Gran Premio número 800.

Y hablando de Petrov, bravo por el ruso. Por primera vez ha estado al nivel de Kubica, y eso son palabras mayores. Además, ha quedado claro que la mejoría de Reanult es algo más que una racha de buena suerte. Los coches amarillos se codean de tú a tú con los grandes otra vez. Darán algún disgusto más esta temporada.

Algo que pasó desapercibido fueron las estrategias de Toro Rosso y Williams. Se jugaron la carrera a dos paradas. Dieron las cincuenta y ocho vueltas con el cuchillo entre los dientes y sin preocuparse por cuidar las gomas. Eso les sirvió para recuperar el tiempo perdido en su parada extra a base de adelantamientos. Cuando las gomas frescas te permiten ir tres segundos por vuelta más rápido que tus rivales, adelantar es "facíl". Me gustaría ver este tipo estrategias agresivas entre los equipos punteros. Y aún me gustaría más saber que tenían en mente los ingenieros de Bridgestone cuando se les ocurrio diseñar neumáticos capaces de aguantar toda la carrera. . .

Con los detalles zanjados, analicemos el momento. Ese momento que definió la carrera y convirtió lo que estaba siendo un tostón en algo de lo que se hablará durante años: el adelantamiento de Vettle a Webber. Y sí, digo adelantamiento y no intento de adelantamiento. Lo cual debería dejar clara mi opinión: la cagaste Webber. Tú y tu ingeniero de pista.

Corría la vuelta cuarenta cuando su ingeniero le dice a Mark Webber que tiene que empobrecer la mezcla de combustible y empezar a economizar. Lo que no le dice es que Sebastian Vettel aún puede llevar el grifo abierto una vuelta más, porque, al haber ido a rebufo toda la carrera, su coche ha consumido menos. Así, Vettel se encuentra atrapado entre Webber, que de pronto es más lento, y Hamilton que, no nos olvidemos, llevaba veinte vueltas pegado a medio segundo de su difusor. Vettel no tiene otra opción, no puede levantar el pie en la recta porque Hamilton, con ese McLaren que tiene 15 km/h más de velocidad punta, le va a quitar las pegatinas. Vettel tiene que adelantar a Webber. El australiano, a quien nadie le ha explicado la jugada del combustible, piensa que el movimiento de su compañero lo causa la avaricia en vez de la necesidad y decide abrir su caja de trucos sucios. Primero, su táctica habitual: arrinconar a su rival contra la hierba. Vettel sabe que ya no hay marcha atrás, es más rápido y tiene que pasar. Y pasa. Entonces Webber parece ceder, parece que por una vez no va a aguantar el órdago hasta el final y se abre cosa de un metro. Vettel no duda, va por delante, sabe que los dos tienen que volver a la parte limpia de la pista para evitar pasarse de frenada y ver como Hamilton les adelanta, así que se tira hacia la derecha sin pensarselo dos veces. Entonces Webber pone en práctica su segunda táctica habitual: la PMC32 (Por Mis Cojones 32). Decide que se la suda todo, que no va moverse, que van a frenar los dos por lo sucio y a ver quien se raja antes. Con dos cojones. . . Pero ya era tarde. Vettel ya se ha lanzado hacia a lo limpio, cierto es que de forma un tanto agresiva; pero él va delante, tiene preferencia, lado bueno en la frenada y lo demás son disculpas. Disculpas y un doblete tirado a la basura. Sale humo de las ruedas al tocarse. Saltan piezas del alerón delantero de Webber. El coche de Vettel gira sin control fuera de la pista con el neumático trasero derecho destrozado. Webber lo rodea casi de milagro. Mientras, Hamilton y Button pasan de largo para recoger el regalito que les espera tras la bandera a cuadros.

Aunque todo parece muy fácil visto desde la barrera después de dos días, la situación, subidos en los coches debió parecer muy distinta. Lo parece bastante claro es que Vettel no tenía opciones. Tenía que adelantar a Webber o dejar pasar a Hamilton. Tenía que volver a lo limpio o salirse de la pista. Mientras que Webber sí tenía opciones. Podía haber vuelto a la trazada limpia y formar parte del doblete. Igual que hicieron Button y Hamilton unas vueltas más tarde. Fue la misma situación, la misma jugada; pero ellos siempre se dejaron el uno al otro con opciones. Nunca llevaron las cosas al límite que las llevó Webber. Es una mala costumbre del australiano. No es la primera vez y me temo que no será la última que hace algo así. Igual que a Schumy, le gusta poner a sus rivales entre la espada y la pared, y que decidan ellos: o te rajas o nos vamos los dos fuera, tú veras. . . Y vimos, el domingo vimos todos muy claro lo que pasó. Lo que creo que no vamos a ver, por aquello de guardar las formas, es a quién le van a poner las pilas en Red Bull.