sábado, 30 de octubre de 2010

Teaser

Teaser, una palabreja que usan los angloparlantes para denominar, entre otras cosas, a los aperitivos mediáticos. Avances, filtraciones consentidas, guiños a la audiencia antes del lanzamiento definitivo del producto, película, coche, libro. . .


Eso es esta imagen, un teaser. Por si haber escrito ciento treinta, quizá ciento cincuenta, páginas de tesis fuese poco. Por si escribir con regularidad manteniendo este blog al día fuese insuficiente. Para satisfacer a mis tripas y neuronas, he tenido que escribir otras cosas. . .

lunes, 25 de octubre de 2010

Yeongan 2010: Qué alguien me pellizque

Ni en mis sueños más húmedos me imaginaba un final mejor para la carrera coreana. Tras la igualadísima ronda de clasificación, apostaba por la victoria de Fernando. Comerse con patatas a Webber en la salida, aprovechando que en este circuito el lado sucio está muy sucio. Luego, en la curva tres, merendarse a Vettel. Y si este sencillo plan no funcionaba, el ritmo de carrera del F10 y las manos de Alonso harían funcionar una estrategia ganadora. Sencillo como el mecanismo de un sonajero.

Hasta que llegó la lluvia. . .

Y con la lluvia el caos. Aún sigo sin tener claro por qué esas dieciocho vueltas en procesión tras el coche de seguridad. Por qué si la visibilidad era tan mala no esperar sin más. Por qué Chalie Wihitting se empeñó en regalarnos ese espectáculo lamentable. Supongo que los horarios y contratos televisivos tuvieron buena culpa; pero visto que podium se celebró siendo ya noche cerrada (regalándonos, dicho sea de paso, algunas fotos preciosas), tal vez la motivación principal fuese evitar quedarse a media carrera como ocurrió el año pasado en Malasia.

Sea como fuere, lo importante es que Alonso ganó. Sumó veinticinco puntos. Ninguno de los Red Bull terminó. Y ahora el neno lidera el mundial con once puntos de ventaja.

Ayer se hicieron buenas muchas perlas de sabiduría automovilística. Frases de esas que Alonso gusta de recordar a la prensa de vez en cuando, como por ejemplo, que para ganar una carrera primero hay que terminarla, o que los puntos no se reparten el sábado sino el domingo. Él supo terminar la carrera y llevarse todos los puntos.

¿Tuvo suerte? Claro. Sin los guiños de la fortuna, uno no gana en la Fórmula 1. Pero la suerte también se fabrica. La fabrican día a día en Maranello profesionales empeñados en hacer un coche que termine y gane carreras. La fabricó Fernando curva a curva, vuelta a vuelta bajo unas condiciones infernales. Tan rápido como el que más, mantuvo la calma, no cometió errores y trató con delicadeza sus neumáticos; tanta, tanta delicadeza que en las últimas vueltas era capaz de rodar cuatro segundos por vuelta más rápido que nadie. ¡Cuatro segundos! Cuatro segundos que ni el chico maravilla ni los ingenieros de Bridgestone achacaron a la suerte.

Con el desastre golpeando a Red Bull, y la gloria bañando a Ferrari, el resto de los pilotos casi pasaron desapercibidos. Casi. . . Sutil mostró lo delgada que es la línea entre lo heroico y lo estúpido. Si no hubiese acabado en la cuneta, tras pasearse por ella un par de veces, hoy estaríamos dedicándole los mismos elogios que a Kobayashi tras la carrera en Suzuka. Kobayashi corrió al borde del precipicio sin caerse. Sutil resbaló. . . La diferencia en el pilotaje fue mínima, en el resultado, abismal. Habrá que mencionar también a Schumy. Terminó cuarto, su mejor carrera de la temporada. Aunque, sin intención de restarle mérito, dudo que la prensa hablase tanto de él si Webber no se hubiera llevado por delante a Rosberg. Visto su adelantamiento a Hamilton a las primeras de cambio, el jovenzuelo díscolo hubiera vuelto a sacarle los colores a la leyenda ganándole también en su juego favorito: sobre una pista empapada.

Quedan dos carreras, pero como apuntó Alonso nada más terminar, nada ha cambiado. El objetivo sigue siendo el mismo que hace un mes: terminar en el podium y luchar por la victoria. Un paso en falso puede volver a darle la vuelta a la clasificación; preguntadle a Webber. . . En los dos circuitos que quedan, igual que en Corea, no se tratará tanto de ganar el campeonato, sino de no perderlo.


¡Vamos, neno!!!


Imágenes: Autosport.com.

viernes, 22 de octubre de 2010

El dragón cojo se cuela por la puerta de atrás de la cocina



Hoy ha amanecido un otoño brillante, azul, frío; el termómetro rozó el cero. Ayer, a media tarde, le entregué a la jefa la copia completa de la tesis. He llegado de entrenar hace un rato, he cenado, me he sentado a enredar en el ciberespacio. Este blog va a volver a cambiar de aspecto. El día se ha nublado, ha decidido llover. Salí del gimnasio con la lluvia, apacible, cansado. Después de entregar la tesis, debería haberme ido, ido a olvidar, a dejar que la jefa sugiera los cambios que tiene que sugerir, debería haberme dejado a arrastrar por un libro, una película, una cerveza, una foto o un amigo, lejos. Euforia, suele ser euforia lo que siento después de entrenar; hoy fueron calma, tranquilidad y movimientos lentos, pensamientos lentos. Me he cansado del barroco oscuro, distinto de todas las imágenes que me impulsaron a renovar Bitácora, opresivo, inquietante. En vez de sentarme a descansar, a dejar la ciencia reposar, hoy he vuelto al despacho temprano, a corregir, pulir, a preparar otras veinte páginas que tal vez quiera añadir a las ciento treinta; tal vez. . . La noche avanza lenta, las letras caen despacio, clak clak-clak clak, el té humea cálido, plácido, me acaricia el cuello, el vientre. Espacios en blanco y simplicidad sosegada; la nueva imagen de este sitio va a explorar más allá de las intenciones originales. Será la luz al final del tunel lo que me impulsa ahora a seguir trabajando, quizá, quizá sea el placer meticuloso por los detalles. Quizá la tranquilidad tras el sudor, el esfuerzo, todas los detalles aprendidos hoy, eso, quizá eso, os sorprenderían, después de más de un cuarto de siglo, todos los detalles aprendidos hoy. Mañana. . .

Mañana.


P.S.- Sí, la canción tiene que sonar sucia y con ruido.

jueves, 14 de octubre de 2010

¿La luz al final del túnel?

Están en la habitación de al lado, reposando encima del escritorio. Ciento treinta páginas impresas. Están plagadas de garabatos, flechas, tachones y correcciones que la tinta roja hace los parecer más graves de lo que son. Esas ciento treinta páginas son el primer borrador completo de la tesis que he imprimido. Lo hice el martes a última hora. Sin darle apenas importancia. Pero cuando sentí el peso reconfortante del papel caliente en las manos, entonces, me di cuenta que de aquellas ciento treinta páginas significaban algo. Eran algo especial. Son la luz al final del túnel. Esta vez sí. Esta vez parece que será cuestión de horas, días de trabajo y estará lista para ir a la imprenta. Es una sensación reconfortante verlas ahí, todas juntas, una encima de otra. Un centímetro de folios que aún no son tal como quiero que sean, pero pronto lo serán. Espero. . .


Imagen: Ciarán Ryan.

lunes, 11 de octubre de 2010

Suzuka 2010: Minimizando daños

Esta vez sí. Suele ser cosa poco alagüeña cuando un equipo habla de minimizar daños; pero en Suzuka, visto el ritmo infernal de los Red Bull, era lo que le tocaba a Ferrari. Y así lo hicieron. Bueno, al menos Fernando; Massa se dedicó más bien a maximizar daños, empezando en la primera curva. . . Alonso, aprovechándose del infortunio de Kubica y con adelantamiento de órdago a Button en la primera curva, camufló una clasificación no todo lo buena que se esperaba y otra mala salida del F10. El asturiano, cuando no hace la pole, parece condenado a salir siempre cuarto, siempre por lo sucio. Así se hizo en el mejor puesto al que se podía aspirar: tercero. Durante toda la carrera persiguió a los Red Bull, agazapado, con el cuchillo entre los dientes, esperando un error o un fallo mecánico de los rivales. Nunca ocurrió tal cosa. Esta vez tanto las máquinas como los hombres de Red Bull cumplieron a la perfección. Vettel y Webber trajeron bien aprendida la lección de Estambul y evitaron enzarzarse en luchas fratricidas.

Así las cosas, la carrera terminó como empezó: Vettel, Webber, Alonso. El menor de los males, teniendo en cuenta que el lider del campeonato, Webber, llegó segundo en vez de primero y que este era, en teoría, el circuito más favorable a Red Bull de los que cuatro que quedaban. En los tres siguientes, el F10 debería ser capaz de tratarlos de tú a tú, sobre todo si, como ya son muy conscientes en Ferrari, son capaces de mejorar para plantarles cara en las cronometradas del sábado, como ya hicieron en Monza y Singapur. Porque el Ferrari, al menos cuando lo pilota Alonso, ya ha demostrado que es capaz de igualar al RB6 en ritmo de carrera.

Pero no adelantemos acontecimientos, que ayer pasaron otras muchas cosas sobre el asfalto japonés. . . Bueno, o no. . . La verdad es que poco más ocurrió ayer; a parte de un tifón tropical llamado Kamui Kobayashi. Impresionante. Brillante. Exhilarante. Corría en casa, en su circuito, delante de su gente y nos brindó el espectáculo en una carrera que, de momento, sólo había estado aderezada por la extraña estrategia de Button, que no funcionó, por cierto. Con su actuación de ayer, con su rosario de adelantamientos, límpios, al límite, impresionantes, este japonés de veinticuatro años me ha convencido de que es algo más que el típico pilotp kamikaze japonés. ¿Agresivo? Sí, mucho, muchísimo. ¿Osado? Como el que más. ¿Suicida? No. Eso es lo que parece diferenciarle de los otros nipones que han pasado por este deporte. Kobayashi, está demostrando que tiene la cabeza mejor amueblada que sus predecesores, Katayama, Sato y compañia. Kobayashi sabe dónde están los límites. Sabe cuando caminar por el borde con el cuchillo entre los dientes y cuando quedarse a una distancia segura. El que parece que sigue sin tenerlo muy claro es Alguersuari; aún estoy tratando de entender lo de los toquecitos estilo Hamilton , tuch, tuch, que le dio a Kobayashi cuando le adelantaba. Y hablando del chico maravilla, para cerrar el comentario con buen sabor de boca, volvió a fallarle su suerte inaudita. Esta vez no lo dejó en la cuneta, pero casi. Dos cajas de cambio en un fin de semana. . . ¿Barrunto problemas en McLaren?. . .

. . . Veremos. . . Quedan tres carreras y aún está todo en juego. La fortuna aún puede ponerlo todo patas arriba. Los que tienen los pies muy en su sitio son Alonso y Ferrari. Ya no piensan en podios, ahora la consigna es ganar las tres carreras que quedan. ¡Ese es el espíritu!

¡VAAAMOS!



Imágenes: Autosport.com.

lunes, 4 de octubre de 2010

Tour de oficinas



Es viernes por la tarde, bastante tarde, cosa de las ocho y aún estoy en el trabajo. Para ser exactos, aún estoy en el edificio donde trabajo, lo que no implica que esté trabajando. Para nada. En absoluto. Lo que llevaba eran cuatro horas haciendo el gambas, jugando juegos chorras y comiendo comida basura, incluida una hamburguesa con queso en dos bocados. Ese dos es literal: dos. No preguntéis por qué; sólo necesitáis saber que gané.

A lo que iba, ocho de la tarde, hora arriba, hora abajo. Se abre la puerta de la última oficina de la tarde. Todo rosa, blanco, decorado con velitas. Empieza a sonar música litúrgica y nos ponen un bebe de plástico en brazos. Hay un individuo disfrazado de cura. La sotana hecha con una bolsa de basura negra, el gollete con folios doblados y grapados y el babero gigante ese que se ponen para dar misa era un mantel de papel blanco. El bautizo de los susodichos infantes de plástico incluye canto de salmos en danés, toda una experiencia, lectura de pasajes bíblicos debidamente sacados de contexto, comunión con patatas fritas y vino de cerezas y competición de cambio de pañales. Épico.

Los nórdicos serán fríos, tímidos, cuadriculados y todo lo que queráis; pero cuando llega la hora de organizar saraos y dejarse el sentido del ridículo en casa, no conozco a nadie que les gane. Aquella tarde, de oficina en oficina, pasé por una fiesta de cumpleaños infantil, una escena de El Padrino, un restaurante japonés, un club gótico-infernal y un bautizo. Luego, como estos daneses son unos frikis y unos gira'os, además de ir considerablemente borrachos, se pusieron a bailar la marcianada del video; aunque, todo hay que decirlo, con cierto déficit de elegancia. Aún así, hay que perdonarlos. No es culpa de ellos. Se lo enseñan en la escuela, no me preguntéis por qué, y claro, cuando se maman, les salen los traumas de adolescencia.

No sé ustedes, pero un servidor no se imagina a ningún catedrático de la Universidad de Oviedo disfrazado de cura y actuando para divertimento de sus pupilos. Me los puedo imaginar disfrazados de otras cosas. . . Pero, atendiendo al buen gusto y al decoro y por si hubiere alguien comiendo, mejor lo dejamos aquí. Y allá cada cual con sus perversiones. . .