domingo, 31 de agosto de 2008

Últimos días del verano


Ya me he curado la gripe que me pegó el cabrito de Hamilton, seguro que fue él. Fue una gripe de esas raras; las normales no suelen atreverse. Me atacaba a mediodía, cuando estaba despistado trabajando, subiéndome la fiebre poco a poco, y sólo fiebre, ni tos, ni nauseas, ni nada, hasta que a las tres la cosa más coherente que era capaz de hacer tirarme a mutar en el sofá hasta eso de las siete, cuando empezada a ganarle la batalla y a medianoche adquiría otra vez estatus de persona. Así martes, jueves y viernes. ¡Me respetó el cumpleaños! Murphy debe tenerme cariño. . .

Hoy despierto con una mujer bonita al lado, sin sentirme cansado por primera vez en días. Abro los ojos y veo el sol radiante, el cielo azul.
Agosto ha decidido terminar regalándonos el que nos tememos que pueda ser el último fin de semana de verano. Esto no se puede desperdiciar. Desayuno: yogur con fruta y miel. Ducha, laaarga. Un buen libro junto a la ventana. Comida tranquila. Playa. Nadar en el mar. Secarse al sol.

Luego, pastel y té en el Månefiskeren. Un poco de música en directo sin salir de Christiania. Paseo en bici de vuelta a casa. Otra ducha, laaarga. Y me siento a contaros que si algo he aprendido en Dinamarca es a apreciar y disfrutar los días de verano; el invierno es largo, frío y siempre, siempre acaba volviendo. . .

Y sí, los puntos suspensivos significan lo que dice, lo que no dice y lo que queráis leer. . .


Imagen: Puente de Øresund visto desde la playa de Amager, o casi, un atardecer de verano (arunjrk).

miércoles, 27 de agosto de 2008

31

Hoy cumplo treinta y un años.

No tengo hijos.

No tengo esposa.

No tengo pareja estable.

No tengo coche.

No tengo hipoteca.

No soy gilipollas.

Soy un emigrante.

Comparto piso de alquiler con un amigo.

Sólo tengo trabajo asegurado para un año.

Cada vez me motiva menos mi trabajo.

No tengo ni puta idea de dónde voy a estar el año que viene.

No tengo ni zorra de qué voy a hacer cuando termine este contrato.

No tengo planes.

Tengo grandes amigos, aquí, ahí y allá.

Tengo la vida que quiero.

Hago lo que quiero.

Viajo a donde puedo.

Soy feliz.

Tengo treinta y un años. . .




. . . Y ahora me voy a celebrarlo :)


P. S.- Y sí, este año también me lo he pasado mejor que el anterior.


Imagen: el mismo que firma gracias a Geiri.

lunes, 25 de agosto de 2008

Valencia 2008: ¿Éxito o fiasco?

Que lo más emocionante de la carrera fueran la embestida de Nakajima a Alonso, la pifia de Kimi en boxes y la nueva fumata blanca de Ferrari, lo dice todo sobre este Gran Premio: ¡menudo tostón!

Valencia nos ha sorprendido con un circuito espectacular, seguro, rapidísimo; nada que ver con lo que se entiende por circuito urbano, nada que ver con Mónaco, ni en características ni en glamour (por mucho que el realizador se empeñase en enfocar a la biutiful en los yates. . . ¡Cuuutres!). ¿Cómo un escenario que parecía tan idoneo para el espectáculo se convirtió en cuna del aburrimiento?

El primer culpable es Felipe Massa. Hizo otra carrera impecable y se tomó su merecida revancha del fiasco de Hungría. No dijo la más mínima opción al chico maravilla que, pobrecito, tenía gripe; tampoco a Kubica, que sacó petroleo de la clasificación impecable que hizo el sábado. El polaco logró subir al podium un coche de sigue sin estar a la altura de los dos grandes.

El segundo culpable es Kimi Räikkönen. Con sus prisas por salir de boxes en su segunda parada, no sólo se cargó a uno de sus mecánicos, se cargó el único duelo emocionante de la carrera y a punto a estado de cargarse sus opciones en el campeonato; eso si los mandamases de Ferrari no han decidido ya apostar al cien por cien por Massa, lo cual, a vista de los últimos resultados y las puntuaciones en el campeonato, parece lo más razonable. Por cierto, que si no llega a meter la pata, hubieramos visto en acción el truco de prestidigitación que Ferrari hace en los repostajes. Hubiésemos visto de dónde sacan esos dos segundos que le costaron el podium a Alonso en Hungría. Kimi entró en la misma vuelta Kovalainen y por detrás suyo, cargó la misma gasofa, pero, oh sorpresa, hubiera salido delante de él con claridad. Raaaro. . . Muy raaaro. . . Casi igual de raro como que se hayan roto dos Ferrari en dos carreras.

El tercer culpable es el propio circuito. Sí, sí, muy espectacular, muy bonito, mucha genialidad del señor Tilke, pero al final, en el pecado le vino la penitencia; ser un circuito urbano es su grandeza y su mal. Consecuencias: asfalto con poca adherencia y muy sucio. Por mucho que lo coches pasen como ciclones a 300 km/h, los muros evitan que la suciedad salga de la pista (nunca vimos tantas bolsas de plástico volando por un circuito). Sólo era posible ir por el carril limpio. Salirse de él para intentar el adelantamiento era terminar fuera de la pista, comiéndose al rival o el muro. Los pilotos lo sabían y, salvo Coulthard, no se la jugaron. ¡Basta de circuitos urbanos, carreras nocturnas y paridas varias! Para qué andar liando la madeja teniendo circuitos espectaculares, preciosos, seguros y legendarios como Nurburgring, Monza, Sepang o Spa, sobre todo y por encima de todos Spa. ¿Para qué? ¿Eh?

Y hablando de culpables, aunque de otra índole, no me puedo ir sin dedicarle un párrafo a Kazuki Nakajima, discípulo aventajado de Ukyo Katayama. Vista su trayectoria en la GP2, ya me estrañaba que no las hubiera liado más a menudo en la Fórmula 1. . . Y con la suerte que tiene Alonso este año tuvo que tocarle a él y encima corriendo en casa. Tócate los cojones, Mari Loli. Alonso no abandonaba una carrera en la primera vuelta desde el 2001 en Spa; pero esto es lo que pasa cuando sales duodécimo en medio de un pelotón de cafres. La carrera no pintaba bien para el asturiano, pero terminar en la primera vuelta sin comerlo ni beberlo es una crueldad y más corriendo delante de tú público. Ese es el precio que se paga porque tu coche sea 18 milésimas más lento de lo que debe, que te quedas fuera de la Q3 y tu carrerra se va al carajo. Repito: 18 milésimas, ¡0.018 segundos! entre el décimo y el duodécimo; la igualdad este año es inaudita.


Imágenes: TheF1.com.


domingo, 24 de agosto de 2008

Momentos de paz

Llueve. Ha llovido todo el día. Lloverá hasta mañana.

Estoy sentado en el sofá-cama que desde hace unas semanas sirve de dormitorio para la morena. Fresco, recién duchado, con las piernas estiradas encima del edredón de cuadros rojos, naranjas, púrpuras, cálidos. El mundo borroso al otro lado de la ventana parece frío. Levanto los ojos del libro. Un pato de peluche amarillo, repantingado en una esquina del sofá, me mira con ojos perezosos. En otra esquina está sentado el húngaro. Recien levantado y en gayumbos, toca al bajo el Enter Sandman. Oigo cacharrear por algún sitio a la morena. Suena a rituales matinales femeninos. En frente, en la mesa de centro de IKEA la pantalla de un portatil me enseña la güeb del Firefox burlándose de la tele apagada.

Miro, escucho la escena unos minutos.

Cojo aire. Sonrío. Suspiro. Y sigo leyendo a Nietzsche. Esto debe ser lo que llaman cultura del siglo XXI: Metallica,
IKEA, Firefox, Nietzsche. . . Cultura de la de verdad, de la de andar por casa, no de la enlatada en museos. . . Por mi parte prefiero llamarlo hogar, cálido y dulce hogar. Tal vez algún día lo llamen Museo Etnográfico del Siglo XXI. . .


Imagen: el susodicho pato.

martes, 19 de agosto de 2008

Ssshhh. . .


Ssshhh. . .
Estoy pensando.
Estoy cambiando.

Ssshhh. . .
Entrad de puntillas,
estoy soñando lo que leo.
No me despertéis,
si imagino y me releo.

Ssshhh. . .
Quiero escuchar la canción
oculta por el estruendo del día.
Y luego bailarla al son
de los miedos de la noche.

Ssshh. . .
Dejadme oír lo que opinan
del espejo al otro lado.
Tal vez aún cace algún eco
que legasteis al silencio.

Ssshhh. . .
Si habláis no la oigo
respirar aquí dormida.
Y al caer el alba,
descubriré la mentira.

Ssshhh. . .
Cuidado con esa vela,
que aunque de sombras vestida,
sólo ella me desvela
el camino de partida.

Ssshhh. . .
Estoy cambiando.
Estoy pensando.

Ssshhh. . .


Imagen: Silence, Don Juki.

martes, 12 de agosto de 2008

Hungaroring 2008: ¡Sorpresa!

La que se planteaba como una de las carreras más aburridas de la temporada, la final fue toda una caja de sorpresas. A falta de adelantamientos que, como pudo comprobar Kimi durante dos tercios de la carrera, son poco menos que imposibles en la pista húngara, tuvimos de todo: pinchazos, fogatas, humaredas blancas, pifias, toques y ganador y podium inéditos.

La cosa se animó ya desde la salida. Ante el doblete de McLaren en la clasificación, la respuesta de Massa fue una arrancada perfecta. Saliendo desde la tercera posición se merendó a los dos chicos de Denis en la primera curva y empezó a marcar un ritmo endiablado, con la precisión y consistencia que el brasileño siempre muestra cuando va primero y está a gusto con el coche.

Buena arrancada también para Alonso, y ya era hora de que el R28 hiciera una buena salida esta temporada; una pena que Glock, en su duelo particular con Kubica, le hiciese frenar, porque si no, además de adelantar a Kimi, hubiera dado también buena cuenta de ellos dos.

A partir de aquí la carrera se estabilizó. Massa en cabeza. Hamilton que no podía alcanzarle. Glock, sorprendente con el Toyota mantenía el ritmo del tercero, Kovalainen. Kubica empezaba a sufrir con el BMW que, por algún extraño motivo, nunca tuvo buen ritmo en todo el fin de semana. Alonso apretaba vuelta a vuelta, como siempre sacando lo mejor del R28 y manteniendo a raya a Kimi con soltura y seguridad.

Y llegó la sorpresa: poco antes de su segunda parada, Hamilton se pasa de frenanda por enésima vez en la segunda curva y su neumático delantero izquierdo dice basta, hasta aquí hemos llegado. Pinchazo y paseo renqueante hasta los boxes. Adiós a la posible victoria y tambien a la carrera si no hubierasido por la suerte que parece que siempre le acompaña. No es la primera vez que el chico maravilla destroza un neumático delantero, y como siga empeñadose en usar esos reglajes tan agresivos y en frenar de la manera en que lo hace, no será la última. Pero te preocupes Ron, tu chico tiene suerte. . .

Suerte que le llegó en forma de fumata blanca. Apenas quedaban un puñado de vueltas para el final cuando el Ferrari de Massa revienta en la recta de meta. Ese fue el premio que se llevó Felipe después de una carrera impecable que había dominado con autoridad desde la primera vuelta: motor roto y cero puntos. Un fallo mecánico de lo más inoportuno para los de Maranello, justo cuando volvián a plantar cara a las flechas plateadas tras dos carreras llendo de comparsas.

Así, mientras el Ferrari número 2 y su piloto echaban humo, Kovalainen, a la chita callando (otro que tiene una copia del Manual de Pesca con Caña de Johny Herbert), se hacía con su primera, merecida e inesperada victoria en Fórmula 1. Le seguía Timo Glock, impresionante a los mandos del Toyota durante todo el fin de semana, haciendo su primer podio, también sorprendente, más que merecido y luchando con uñas y dientes. Tercero llegaba Kimi. . .

¿Kimi? ¿Tercero? Espera rebobina que me he perdido algo. . . ¿Kimi no iba detrás de Alonso? Eeeh. . . Pues sí, pero ya no. ¿Cómo lo hizo? ¿Qué as tenían en la manga los de rojo? Deberíamos de haber empezado a olernos algo en la primera parada. Alonso y el finlandés llevaban estrategias idénticas. Kimi aprienta en la vuelta anterior al repostaje, entró a treinta metros del asturiano, pero salió pegado. Ha cargado menos gasofa, fue lo que pensamos todos relamiéndonos. Pero no, no había cargado menos. Justo en la vuelta en que Alonso entra para hacer su segundo repostaje, Kimi se pasa de frenanda en el mismo sitio que Hamilton pinchó y se da una escursión que le cuesta cuatro segundos, suficiente para que Fernando hiciera su segunda parada sin problemas. Kimi, sin Alonso delante, se hace dos vueltas de escándalo, no esperábamos menos de un Ferrari, y entra a boxes sólo una vuelta después que él. La posición de Alonso parececía segura. Hasta que las camaras nos muestran lo imposible: a Raikkonen saliendo de boxes con más de dos segundos de ventaja sobre Alonso. ¡¿Cómo?! ¡¿Cuándo?! Raikkonen rodó dos vueltas muy rápido, vale; pongamos que le recortó entre segundo y medio y dos segundos en cada vuelta. Eso hacen como mucho cuatro segundos, que era la diferencia que llevaba cuando empezó esta historia. Como mucho, debería de haber salido de boxes emparejado con Alonso, dispuesto a batirse en la primera curva; pero no, salió con dos segundo de ventaja. La vuelta con repostaje de Alonso fue en 1 minuto 47 segundos, fueron una buena vuelta y una buena parada. Kimi hizo su vuelta y su repostaje en 1:43 (!!!). No pudo haber rodado cuatro segundos más rápido, imposible; la diferencia estuvo en el tiempo de carga de combustible. ¿Cómo? Eso es lo que nadie entiende. Los dos tubieron que cargar para el mismo número de vueltas y, como las máquinas de repostaje son las mismas para todos los equipos (introducen 12.1 litros por segundo), los tiempos de repostaje debería de haber sido idénticos; pero Ferrari lo hizo en dos segundos menos. . . ¿Qué truco han aprendido los italianos para repostar más rápido? ¿Tiene algo que ver con las cuatro extrañas fogatas que vimos en otros equipos a la hora repostar (quizá queriendo imitar el estilo Ferrari, pero sin éxito)? No lo sé. Y no lo sabe nadie más que los de rojo; pero el caso es que a partir de ese momento Kimi, sin Alonso para estorbarle, empezó a volar. Marcaba una vuelta rápida tras otra, desquitándose de sus problemas en la clasificación y haciendo valer el número 1 que luce en el morro de su Ferrari. Hasta que, a punto de alcanzar a Glock, le avisaron desde el muro que su motor también estaba a punto de irse al carajo, que se lo tomase con calma y asegurase el podium para salvar el fin de semana tras el fiasco de Massa.

Así acabaron las cosas. Kovalainen celebrando su primera victora. Glock sin creerse que estaba en el segundo cajón del podium. Kimi, pescador en río revuelto, haciendo tercero recortó puntos a sus dos rivales diretos. Alonso cuarto e incrédulo, después de otra carrera sobervia y una estrategia decente, esta vez sí, consiguió el premio, acarició el podium que le robaron los de Ferraro con su último y misterioso truco del repostaje relámpago. Quinto llegaba el chico maravilla, suspirando de alivio, y con las gomas otra vez destrozadas después de perseguir a Alonso, sin alcanzarlo, durante veinte vueltas. Y en BMW tendrán que analizar por qué en dos carreras han pasado de pelearse con los grandes a mendigar puntos.


Imágenes: TheF1.com y Autosport.


jueves, 7 de agosto de 2008

Las patrias de uno

Esta historia que le estoy robando me la contó repantingado en el sofa, recien llegado del trabajo, saboreando los primeros tragos de la cerveza que acababa cogerse de la nevera. Hablaba entre sorbo y sorbo, riéndose con anticipación. A pesar de sus panlalones gastados, la camiseta desaliñada, los calcetines de colores y los tatuajes que le asomaban en brazos y muñecas, sabía que cuando había ocurrido la anécdota que me contaba su aspecto había sido muy distinto. Me era fácil imaginárlo vistiendo pantalones y camisa negros, con la raya de perneras y mangas impecable. Mangas largas, por supuesto, ocultando los tatuajes y cerradas con gemelos bruñidos. Atento, erguido, gallardo, esperando impasible al lado de la mesa. Brazos tras la espalda, corte de pelo de austeridad militar y perilla afeitada al milímetro. Un caballero, un camarero orgulloso de su trabajo.

—Pues me alegro de que en este restaurante, ya que es un restaurante español, los camareros habléis en castellano.

Su respuesta al comentario del cliente fue un gesto de cabeza y una sonrisa educada, sin dejar de servir o recoger platos, echar el vino o lo que quiera que le hubiera llevado a la mesa de los españolitos entrados en años, con trajes y corbatas que decían más del dinero que del buen gusto.

—Oye, y en ese otro restaurante que nos has recomendado, ¿también hablan castellano?

Siguiendo a lo suyo, prestando la atención mínima que dictan la educación y el oficio, respondió:

—Pues teniendo en cuenta que es un restaurante de comida tradicional danesa en Copenhague, no, no creo que les vayan a atender a ustedes en castellano.

—¿Pero no me has dicho que conoces a alguno de los camareros y es español?

Y sin dejarle responder, el cliente se lanzó a una diatriva en contuvernio con el resto de comensales acerca de los valores hispánicos, el orgullo patrio, la importancia de la identidad nacional y etcetera que remató de forma gloriosa añadiendo dedo en alto:

—Si son españoles, deberían hablar castellano, porque la lengua es la patría de uno.

Parándose en seco, dejando lo estuviese haciendo, plantado al lado del cliente, le dijo mirándole a los ojos:

—Tiene usted toda la razón, por eso cuantas más lenguas habla uno de más patrias disfruta.

Después de darse media vuelta, mientras se alejaba airoso de la mesa silenciosa por primera vez en toda la noche, llevaba una sonrisa atravesada y en su cabeza sonaba triunfal un ti tiri tiri. . .


Imagen: Hygge, http://1-1000.dk/.

lunes, 4 de agosto de 2008

Hockenheim 2008: Fui, vi y. . .

. . . y entendí. Entendí lo que está pasando en Renault esta temporada. Sabíamos que el R28 era malo; pero lo que vi en Alemania me quitó las poquitas esperanzas que podían quedarme.

La carrera la resumió Mark Webber con una sóla palabra: ridícula. Las ridículas normas instauradas el año pasado para cuando sale el coche de seguridad a pista arruinaron la carrera del propio Webber, de Alonso y muchos otros, causaron el caos en todos los equipos y le regalaron un podium insólito a Nelsinho. Primero de su carrera para al brasileño y para Renault esta temporada. Aunque me alegre por ambos, sobre todo por el piloto, que realizó una carrera sobervia rodando en los mismos tiempo que Massa y Hamilton durante buena parte de la carrera y, sobre todo, en el último tercio, me sigue pareciendo un resultado ridículo, teniendo en cuenta que salió desde la decimosexta plaza y sólo adelantó a un coche en pista; el resto se debió a su estrategia a una parada y la aparición del coche de seguridad en el momento más oportuno para él.

Poco más hay que decir de la carrera, todos la vimos; ésta y la de Montreal. . . Los que no parecen verse las carreras son los sesudos estrategas de Renault. Volvieron a cometer el mismo error que en Canadá. Volvieron a mandar detenerse a Alonso cuando salió el coche de seguridad, otra vez, a pesar de tener gasolina de sobra para unas cuantas vueltas más. El podium hubiera sido inalcanzable, pero al menos habría puntuado; y esto no es especulación, no es un "y si. . ." No, basta ver dónde terminó Heidfeld, cuarto arrancando duodécimo (!!!), y como en Canadá su equipo decidió que no repostase, y dónde terminó Fernando: undécimo y humillado a pesar de haberse dejado la piel para llevar ese Cacharro28 a la meta.

Porque esa es otra. . . Una cosa es saberlo y otra verlo en directo. Tuve la oportunidad de ver el R25, con el que Alonso se coronaría campeón por primera vez, en el GP de Francia de 2005. Pude verle trazar la horquilla de Adelaida una y otra vez con precisión inaudida, vuelta tras vuelta la misma trazada sin desviarse ni medio palmo. Espectacualar. Este año en Hockenheim pude colocarme en la Spitzkehre, una horquilla muy similar a la de Adelaida. También se llega a unos 300 km/h, frenada brutal hasta unos 80 km/m en cien metros, girar 180 grados y salir pedal a fondo para encarar otra recta. Pues bien, esta vez creo que no vi a Alonso trazar la curva más de tres veces seguidas por el mismo sitio. El R28 es tan inestable en frenada que Fernando, para poder frenar donde los Ferrari, McLaren o BMW tenía que entrar un poco pasado en la curva y, cuando daba el volantazo para buscar el vértice, o el morro se negaba a entrar o la trasera daba un latigazo. Fuese como fuese, incluso cuando por arte de magia conseguía mantener el coche en su sitio, la salida de la curva era siempre un drama. El R28 se queda clavado, patina, tiene una tracción lamentable. Mientras el Ferrari, el McLaren, el BMW e incluso el Williams salen como tiros, al Renault hay que darle gas con una delicadeza exasperante. Todas las décimas que Fernando arañaba haciendo magia en las frenadas, el R28 las perdía saliendo de las curvas. Cada vez que arriesgaba un adelantamiento a la entrada, perdía una posición en la aceleración. Lamentable. Por no hablar ya de lo justito de caballería que va el motor Renault; el adelantamiento de Hamilton a Piquet por potencia pura fue espeluznante.

Sumad ese coche lamentable a las wonderfulosas estrategias y entenderéis porque un servidor, antiferrarista y alérgico al rojo, denostador del mito y la leyenda del caballino, ha deseado por primera vez desde que tiene uso de razón que los rumores sean ciertos, que Fernando fiche por Ferrari para el año que viene.

A pesar de ser testigo directo de la triste realidad, me lo pasé como un indio en el circuito. Gasolina y decibelios. . . Muuuuchos decibelios. . . ¡Sííííííí!!! Además, los primeros entrenos del viernes fueron en mojado. Llovía, no mucho, pero lo justito para disfrutar del espectáculo único que ofrecen 800 caballos sin control de tracción y los mejores pilotos del mundo sobre una pista empapada. Ya es espectacular ver toda esa potencia desatada en seco, los pequeños detalles que no se ven en la tele, las peculiaridades del estilo de cada piloto y cada coche, pero en mojado. . .

Hablando de peculiaridades, me ha llamado la atención la manera tan especial que tienen de frenar Webber, Heidfeld y Hamilton, y éste a pesar de otra merecida victoria debería ir a darle las gracias a Massa por volver a abrile la puerta (pasó delante de mis ojitos, así que no lo puede negar). Para frenar, decía, lo normal es pegarle la patada al freno e ir reduciendo marchas aprovechando el freno motor para aumentar la capacidad de frenado el coche. Esto es delicado, sobre todo este año sin el control electrónico del freno motor, porque la potencia de frenado extra puede hacer que se bloqueen las ruedas traseras cada vez que se engrana una marcha inferior. Todos los pilotos lo hacen así, y es uno de los sonidos más espectaculares que se pueden oír en un circuito: la reducción de seis marchas en un segundo; todos menos Webber, Heidfeld y Hamilton. Estos tres elementos, le dan la patada al freno, quitan una marcha, sólo una, detienen el coche sin usar el freno motor y reducen el resto de las marchas justo antes de buscar el vértice. Esta técnica, aunque efeciente, parece someter a mayor esfuerzo a lo neumáticos delanteros, como ya ha comprobado el chico maravilla unas cuantas veces, la última en Hungría, pero esa es otra historia. . .


Imágenes: TheF1.com y Autosport.


viernes, 1 de agosto de 2008

Madrid: Capital del Viejo Imperio


Nunca me he llevado bien con Madrid, ni con su ruido, ni su tráfico, ni sus calles atestadas. No me gustan los ojos suspicaces que me encuentro por la calle, no me gusta la desconfianza que nubla mi popria mirada cuando la recorro a carreras. Por eso decidí pasarme un fin de semana en Madrid, quería reconciliarme con la capital, quería pasearme por el viejo corazón de un imperio en el que durante dos siglos no se puso el sol; además, me esperaba Vitor (y, cortesía de Spanoir, vaya que si esperó. . .) con los brazos abiertos. Reencontrarme con él en cualquier rincón del mundo (Copenhague, Oslo, Japón, Praga) siempre es un placer, como lo fue compartir tan lejos de casa mesa y tertulia con el negro y la rubia.

La última vez nos vimos en
Praga; allí fue donde decidí que debía ajustar las cuentas con Madrid, después de ver el bombo y platillo que le dan a una capitalucha centroeuropea llena de mangantes, caras largas y atracciones turísticas de cartón piedra. Dedicí que ya era hora de hacerme un poco de justicia histórica, tocaba gastarse unos dineros en deambular por las mismas calles por las que caminó mi historia y la de medio mundo; aunque nosotros nos hayamos olvidado y los demás no quieran acordarse. Por Praga habrá paseado un tal Kafka, pero por Madrid lo hicieron Don Miguel de Cervantes Saavedra, Don Francisco Gómez de Quevedo y Santibáñez Villegas o Don Felix Lope de Vega y Carpio, y no cito más porque tan vasta es nuestra historia que la lista sería tediosa y, además, esos tres nombres se bastan para que cualquiera con un mínimo de decencia agache la cabeza. Por Berlín habrán desfilado los ejércitos del Reich, el Ejército Rojo y las banderas aliadas; pero desde Madrid partieron los tercios a cuyo paso estuvo temblando Europa dos siglos y cuya memoria aún teme; Madrid derrotó por primera vez al mejor ejército que ha conocido la historia, al mejor estratega, al Petit Cabrón que huyó con el rabo entre las piernas hasta Waterloo. Desde Washington ordenan invadir países en aras de nuestra libertad; pero hubo un día que en Madrid, y sólo en Madrid, se dio un puñetazo en la mesa y zarparon galeras por decenas para pararle los pies al turco, para salvar las ruinas de Grecia, de Roma, de occidente, mientras los mismos herejes chaqueteros, piratas sin honor e hijos de la gran bretaña que hoy, medrados y engordados de traición, se dicen adalides del mundo libre nos apuñalaban por la espalda, nos sangraban de la bolsa los reales que nunca llegaron a comprar pan para los hijos de los que murieron degollando infieles en Lepanto. Uno va a París y se asombra con sus palacios, jardines, iglesias, capillas, bibliotecas, monumentos y museos; dos, por cada uno de esos que os asombren en París, encontraréis en Madrid dos, y si decíis Praga, digo diez.

Apenas un fin de semana en
Madrid da para poca cosa, apenas puede uno empezar a vislumbrar todos los misterios, historias y maravillas que esconde la ciudad; pero bastó para ampliar mi perspectiva, para entender un poco mejor quiénes fuimos y cómo llegamos hasta aquí. Para entender como aquella ciudad a los pies de una sierra rodeada de llanuras gélidas en invierno y abrasadoras en verano fue el corazón de un imperio, fue hogar de gentes duras y orgullosas, que cruzaron a sus anchas continentes y océanos, portando estandartes de honor y sangre, malpagados y malqueridos por su patría, nuestra patria, siempre arisca y desagradecida como la tierra que los parió.

Si tengo que destacar, o recomendar algo que hacer en un fin de semana en
Madrid es el Museo del Prado. Por seis cochinos euros, mil pesetas castizas, puede uno contemplar la historia de España, de la Edad Media hasta antes de ayer, con sus heroes y sus villanos que, igual que sus gestas y sus miserias, tan a menudo se confunden en la misma cosa. Y todo eso no lo contempla uno de manera cualquiera, no, lo ve a través de los ojos, de la genialidad, de la lucidez que nos legaron compatriotas de ilustrísimos nombres como Don Diego Rodríguez da Silva y Veláquez o Don Francisco José de Goya y Lucientes. Detenerse ante pinturas como La Rendición de Breda, ante Los Fusilamientos del 3 de Mayo, es revivir nuestra historia, es adentrarse en las cuestiones que nos empujan a recordar quienes fuimos, enterder quienes somos y evitar lo que seremos.

Uno entra feliz en el Prado y sale otro que comprende porqué Don Diego pintó a Marte, al dios de la guerra, no como a un joven glorioso con la espada alzada ante la batalla, sino como a un veterano denudo, sentado, cansado, con las armas tiradas a sus pies tras siglos de lucha. Te mira sereno, aguardando a que le ordenen ponerse de nuevo en pie. Sabe que sólo le quedan su honor, esa palabra que nadie importa ya, y los cojones para elegir aquí y ahora en vez de mañana y de rodillas,
como tantas veces, rodeada los perros traidores e infestada de ratas desagradecidas, eligió la vieja España.


Imagen: La Rendición de Breda, de Don Diego Velázquez.