domingo, 1 de junio de 2008

Segundo plato: Praga


Mirándola desde el el Puente de Carlos, a uno se le olvidan los avatares que hubo que sufrir para llegar hasta ella. Las aguas del Vlatva fluyen abundantes y tranquilas bajos los arcos centenarios del puente; descifrar la historia de cada una de las treinta y una estatuas que flanquean su paso sobre las aguas sería el trabajo de una vida. Vigilando ambos estremos se alzan dos torres oscuras, puertas a las dos orillas de la cuidad vieja. A la derecha del río, Stare Mesto, calles enrevesadas a la sombra de edificios barrocos, iglesias, sinagogas, un museo al aire libre, cada fachada una obra de arte conservada con mimo; a la izquierda, Mala Strana, se alzan dos colinas, una con un inmenso bosque convertido en parque, la otra es el pedestal el Castillo de Praga, Hradcany, dominando orgulloso la ciudad. Aunque este castillo poco tiene que ver con el de Carcassone, aquí no hay ni murallas ni almenas, el recinto es un complejo de palacios adosados unos a otros, entreverados de salones, monasterios y conventos, y surgiendo del adoquinado del enorme patio central se alza hacia los cielos la catedral de San Vito, más alta que ningún palacio, más imponente que todos ellos, burlándose con su elegáncia gótica de los aspavientos barrocos de sus vecinos, sus agujas como espadas al cielo recordando a los nobles de antaño quien era el único y verdadero señor. Incluso hoy en día, creáis en lo que creáis y estéis en donde estéis, esa dama elegante vigilará vuestros pasos por las calles de Praga, engalanada de sol, vestida de brumas o resplandeciendo en la noche, siempre te la encuentras al alzar la cabeza.


Allí, apollado en el parapeto de piedra del Puente más antiguo de
Praga, contemplando la hermosura de la ciudad, la sucesión de puentes río arriba y río abajo, la absoluta belleza de la linea de edificios que se asoman a las orillas, uno decide que ha merecido la pena haberse pasado una hora perdido en la noche por las autovías que rodeán la ciudad tratando de encontrar el aeropuerto para ir a recoger a Vitor, él cansado de esperar y Ángela y un servidor cansados, después de haber conducido desde Copenhague, de buscar señalizaciones que no existen en cruces trampa. Allí, unidos al afán fotográfico de la marea de turistas, recordamos riéndonos la cara del policía que nos quiso multar por entrar, perdidos y cansados, con el coche en la plaza del palacio real; menos mal que al ver mi pasaporte español, mi carnet de conducir danés y la matrícula sueca del coche se le puso un ojo bizco y se le quitaron las ganas de rellenar la multa. Allí, dudando si echar a correr o no con las primeras gotas de una bendita tormenta que dejó a la ciudad limpia de turistas, aún nos preguntábamos incrédulos si todo había sido una conspiración de Murphy y su madre para que nos largásemos de Praga. Por si hubiera sido poco con la aventura de encontrar el aeropuerto, por si habernos librado no sé como del madero checo no hubiera sido emocionante de sobra, aún tuvimos que pasarnos cuarenta minutos perdidos por las calles llenas de direcciones prohibidas inoportunas para encontrar el hotel. Al final encontramos las calle, que era la que tenía que ser pero el cartel de la esquina decía otra cosa; encontramos el edificio, que tenía el número adecuado pero ni letrero de "Hotel" ni leches. A esas alturas, casi medianoche, ya no sabíamos si cortarnos las venas o dejárnoslas largas. Hasta que Vitor se dio cuenta. ¿Por qué los letreros de las calles son como los de París? ¿Porqué en aquella esquina pone "Braserie" y en frente "Tabac"? ¡¿Por qué los coches aparcados tiene matrículas francesas?!

- Oiga, disculpe, ¿es esta la calle Kozi?

- Sí, sí, es esta.

- Pero es que el cartel de la esquina pone otra cosa, oiga. . .

- Ya, ya, es que estas calles de por aquí están decoradas para el rodaje de una película ambientada en París.

Al oir esto no nos queríamos creer, pensamos que entre la mezcla de checo e inglés marrullero del tipo, no nos se habíamos enterado; pero sí, era verdad, habíamos entendido bien y tipo debió pensar que estabamos chiflados cuando nos largamos mentándoles a la madre a los checos y no sabiendo si llorar o reirmos. Lo último, inaudito. . . O eso creíamos.

Porque siempre te pueden pasar más cosas, como que por fin llegues al hotel y te lo encuentres cerrado y tengas que esperar una hora a que lleguen los dueños, un chulo barriobajero venido a más y una tipa chunga, que además de reñirnos por llegar tan tarde nos cobraron extra y mir'usté, o me cobra extra por llegar tarde o me riñe, pero las dos cosas no, oiga. También puede pasar que te quieran cobrar de más, que te pidan justificantes de la reserva que ni tienes ni tienen porque pedirte, que las habitaciones que te quieren dar no se ajusten a lo que has reservado, que no puedas pagar con tarjera de crédito y tengas que ir a buscar un cajero en una ciudad que no conoces a la una de la madrugada o que te quieran timar con el precio del aparcamiento del coche. Te pueden pasar todas esas cosas antes de que consigas meterte en la cama, y no voy a hablar de cómo era la cama; pero al final, las preciosas calles y plazas de Praga hacen que se te olvide. . . Hasta que entras en un restaurante, cervercería o hagas cuaquier cosas que te obligue a inteactuar con los checos; la ciudad será bonita de cojón de pato, pero los checos son unos caraculos y nos maleducados, no sonríen así los mates y te miran como si les debieses dinero, o algo. Así fue, que el único camarero amable y sonriente que nos encontramos consiguió que fuesemos a cenar a su restaurante todos los días, y muy bien que cenamos, por cierto.

Praga, además de imágenes preciosas y grandes momentos con tres amigos, me ha dejado una espinita clavada, me ha dejado la impresión de ser como un Jaguar, o sea, como una señora fea vestida de Armani. Esa espina me la voy a tener que sacar la próxima vez que vaya a España. Si las autoridades y el tiempo lo permiten, me voy a hacer una paradita en Madrid, para devolverle la visita a Vitor, y para darme un paseo por todos los lugares y museos memorables que pueda de entre los que abundan en capital, porque estoy seguro cualquiera de ellos merecerá más la pena que cualquiera de los lugares a los que pagé por entrar en Praga, ya va siendo hora de poner las cosas en su sitio, histórica, cultural y patrióticamente hablando.


Imágenes: robadas a Ángela, a Vitor y a Wikipedia.

9 comentarios:

  1. Vaya chasco con el post de Praga... y yo que tenía la idea de la ciudad con la que empezabas tu historia.
    Genial el momento urbanista de la city sin indicar los platós de cine en medio de la calle.
    Por cierto... buena técnica para evitar las multas, sí señor.

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  2. Jeje. . . Sí, hombre, si el viaje tuvo su gracia, sobre todo por la compañia, y Praga es muy muy muy bonita, pero también me parece muy muy muy sobrevalorada y muy muy muy llena de turistas y trampas para turistas; tal vez fuese que en el poco tiempo que estuve no fui capaz de dar con los mejores sitios, tal vez. . . Pero aún así nos reímos lo que no está escrito. Ah, y, a la ida y a vuelta, me pude dar el gustazo personal de conducir por esas autopistas alemanas sin límites de velocidad :)

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  3. A mi me pasó algo parecido. La ciudad es la leche, pero no me llenó mi estancia allí. Lo mejor, con diferencia, las checas. Increíbles.

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  4. Anónimo3/6/08, 0:08

    Gran viaje si señor.

    No se si me quedo con el coletas del hotel, los camareros caraculo, la señora que a la que llevaron al limbo d el amuerte, los ingleses borrachos a la caza de chuecas o..... a no, lo mejor del viaje:

    LA PEDAZO DE CACHO DE BODA POLIGONERA CHUECA (y los turistas, claro)

    Un brazo nenita

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  5. Hombre, Banyú, pues que quieres que te diga, pero las checas ni fu ni fa; será que viviendo en Copenhague iba vacunado ;)

    ¡Jajajaja!!! Hostia, Vitor, la boda poligonera, puuff. . . Estoy pensándome si dedicarle una entrada exclusiva al evento; que pena que nos comportásemos como personas y no como turistas y no tengamos fotos ;)

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  6. Pero es que ni para hacerte una foto puedes estarte quieto??!!!

    Leyendo tus comentarios y viendo esas fotos, cada vez me dan mas ganas de coger la mochila y recorrer mundo....
    Que envidia!!!!!!!!!!!

    Besinos.

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  7. Creo que ya lo dije una vez, que de eso se trata, oiga, de darles envidia, mucha envidia a ver si se lian ustedes la manta a la cabeza o se echan la mochila al hombro o lo que sea :)

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  8. Nada que ver con el post.

    http://www.analitica.com/bitblio/pessoa/cartas_espanol.asp

    Besos desde o camiño.

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  9. Jajajaja :D

    ¡Pues muchas gracias, oiga!

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