domingo, 29 de octubre de 2006

La espada

La mayor parte de la civilización está basada en la cobardía. Es tan fácil civilizar enseñando cobardía. Aplacas los criterios que podrían conducir a la valentía. Restringes las voluntades. Regulas los apetitos. Vallas los horizontes. Haces una ley para cada movimiento. Niegas la existencia del caos. Incluso enseñas a los niños a respirar despacio. Domesticas.

- Frank Herbert.


Lo que aparece a continuación es una metáfora robada. La usé por primera vez en un mail que le mandé a una amiga hace unos meses. Lo escribí rápido, sin pensar demasiado; sólo dejando salir ideas que pululaban desordenadas por mi cabeza hasta aquel momento. Cuando lo terminé me pareció un batiburrillo; pero lo esencial estaba ahí y quien lo iba a leer me conocía lo suficiente como para no malinterpretarme.

Llevo todo el fin de semana dándole vueltas a cómo reescribir lo que conté en aquella ocasión. Lo he releído media docena de veces. Al final, he decidido dejarlo tal cual, cortar y pegar. En su día me pareció un caos, hoy creo que me sería casi imposible decirlo de otra manera y conservar todos los matices, la pasión del momento. No creo que fuese capaz de hacerlo de nuevo en dos párrafos. Aquí está, con sus faltas gramaticales y de ortagrafía incluidas. No he querido cambiar nada:

[...] el dolor no es un problema, tal vez una putada, pero no un problema. El dolor enseña, del sudor aprendes, los hijos de puta que te cruzas por el camino te hacen mejor persona. [...]

Uno de los mayores fracasos de nuestra sociedad es que nos educan para ser ovejas, nos hacen creer que los lobos no existen. Claro, cuando nos encontramos con uno (y al final siempre pasa, llámalo hijo de puta, ruptura sentimental, despido, muerte de alguien querido o lo que sea) nos sentimos tan confusos, tan indefensos, que nuestro único recurso es la ira y la frustración, porque en todo lo que nos han enseñado no hay lugar para los lobos. No sabemos evitar el mordisco, no soportamos el dolor, es tan inconcebible la presencia del lobo, tan aberrante. Gritamos que no debería estar allí. Exigimos a los que nos educaron como ovejas que maten al lobo. Inventamos a la policia, el prozac, las comedias románticas y cuando algo va mal eludimos toda responsabilidad, incluso la de defendernos a nosotros mismos, la de enmendar el entuerto, la de matar al lobo. Cuando alguien se lanza al mar para rescatar a una niña, decimos que es un heroe, cuando debería de ser lo normal. Cuando alguien nos roba, es culpa de la policia, que nunca está donde debe. La ovejas nunca tienen la culpa, no son responsables de nada. Sólo quieren pastar con otras ovejas, seguras dentro del redil y que otros se encarguen de mantener al lobo fuera. Y, en el peor de los casos, la oveja, harta, frustrada, se transforma en lobo.

Me has oído un par de veces hablar acerca de una espada. No es una metáfora gratuita o meramente friky. Puedo llevar una espada porque me he alzado sobre mis piernas y he dejado de ser una oveja. Me he hecho responsable de mi dolor y de mi felicidad. Sudando, sufriendo, he aprendido a manejarla para defenderme los lobos. Me siguen acosando, empujando, mordiendo... Enseñando. Algunos creen, que una persona con espada se diferencia en poco de un lobo y sus colmillos. Error. Los colmillos del lobo responden al instinto de defenderse, de comer, a la manada, al de conseguir lo que quiere a cualquier precio. Mi espada me sirve a mí, a la persona. La uso cuando mis sentimientos y mi razón (cada vez tengo menos clara cual es la diferencia) me dicen que debo hacerlo, para defenderme, luchar por mis sueños o ayudar a quien me place. Soy responsable de mantenerla limpia y afilada. Soy responsable de cada herida que causa y de los errores que cometo con ella. Su poder me exige una disciplina que acepto con gusto. Me otorga la posibilidad abrime camino fuera del redil, entre lobos esclavos de sus instintos, entre ovejas esclavas de su miedo. Yo sólo temo a mi espada: a veces pesa, quiero abandonarla y correr con los lobos; a veces no controlo sus golpes y lastima a quien no debe; a veces es demasiado grande para luchar en distancias cortas. Tengo que seguir practicando; por suerte hay lobos de sobra. [...]

Recordad que esto no es filosofía, es sólo una metáfora. Y las metáforas son muy poco elásticas; si las estiráis, se rompen. Son una herramienta para decir algo, para haceros llegar un soplo de viento. No traéis de atraparlo en un vaso, dejadlo que os acaricie la cara y seguid adelante.

Hay una cosa más sobre mi espada que no os he dicho. Está escrito en su hoja, grabado en el acero:

Respétate a tí mismo.

miércoles, 25 de octubre de 2006

Anjin-san arriva a København

Pues sí amiguetes, Anjin-san tiene la culpa de que no os haya contado nada durante el fin de semana. Oye, como mola esto de echar la culpa a los demás, y qué fácil, voy a empezar a hacerlo más a menudo. A lo que iba, que el tío se vino de visita el jueves, hasta ayer. Los demás no sé a qué estáis esperando.

Como suele ser tradición en estos casos, en casa paramos poquito, a comer y a dormir lo justo para seguir con fuerzas para hacer turismo y mantenernos despiertos mientras nos sonreían las danesas por las noches. Ha sido agradable, especial, tener
en casa un amigo, alguien de mi antiguo hogar. Reconfortante poder hablar de lo que ocurre en aquel pedacito de mi hogar sin necesidad de ningún aditamento tecnológico, de primera mano, sin lag. Supongo que, ahora, a su vuelta, él también llevará un pedacito de todo esto a Gijón y será más fácil para todos, o para algunos al menos, poner los lazos que nos unen otra vez en su sitio.

No os voy a contar más de este fin de semana, es una labor que le dejo a él, así que prestad atención a los comentarios. Hala! Ya te he cargado el muerto. Je je...

Hoy iba a hablaros de mi espada, os acordáis de ella? Es algo que le dije a una a amiga que escribiría; pero esta tarde mi pluma, más bien mi teclado, tuvo que acudir presto a rescatar una princesa y defender un par de honores. Ya veis, me estoy convirtiendo en una plu..., teclado mercenario. Cómo mola! (Más vale que esté bueno ese vino, cariño.) Pero después de todo, me ha quedado un artículo elegante y socorrido, no?

Antes de terminar, mientras escribía esto me han contado una anecdota que ha hecho asomar unas lagrimillas a mis ojos. Felicidades, rata! Felicidades a todos los que alguna vez nos atrevimos a alzar la voz cuando pretendieron hacernos comulgar con ruedas de molino, a los que gritamos "No!" cuando pretendieron que asintieramos en silencio a alguna parida. Ya veis a un servidor le emocionan el acero templado y los gritos de guerra.

Ah! Casi se me olvida, la vista de Anjin-san, además, me ha dejado una bonita foto mía, y sólo mía. Sabéis dónde? En Nyhavn!


P.S.- Y yo con estos pelos... Mecagüen!

lunes, 23 de octubre de 2006

Interlagos 2006: A pesar de todo... TOMA!!


Nadie merece haber ganado este campeonato más que Fernado Alonso, y punto. Contra viento y marea. Contra las trampas y los mafiosos. Contra la desesperación y los derrotistas. Él siempre ha estado ahí, apretando los dientes durante cada vuelta de las dieciocho carreras que se han disputado este año. Hablando claro y sustentando sus palabras con derroches de genialidad en la pista. Demostrándonos a todos lo que es un verdadero campeón.

Este segundo título consecutivo (cosa que sólo han logrado otros seis pilotos) no sólo sirve para convencer a quien aún se atreviese a dudarlo que Alonso no es una estrella fugaz, no sólo sirve para que los amantes de la Fórmula 1 estemos un poco más contentos estos días, hay una lección más importante detrás de todo esto, una lección que a veces se nos olvida: que la honestidad y la integridad, de obra y palabra; que el tesón y la pasión, luchando cada día; que la humildad (hablo de la humildad de verdad, no de la falsa modestia) y el respeto por ti mismo, de un equipo con presupuesto más que moderado y unas personas incansables; todo eso, puede vencer, mostrarse al mundo con la cabeza bien alta engalanada con merecidos laureles. Lo que Fernando Alonso y el equipo Renault han vuelto a lograr este año es una gesta épica. Ese es el adjetivo adecuado: ÉPICO. Épico, y no importa que haya ocurrido en el mundo fastuoso y alejado de nuestra vida cotidia que es el circo de la Fórmula 1; así suele ser en los cuentos de hadas. La gran diferencia es que esos cuentos se los contamos a nuestros niños sin creernos una palabra, sin confiar en los valores que predican, dando a los heroes por muertos, si es que alguna vez los creímos vivos; pero esta historia épica ha ocurrido ante nuestros ojos y no podemos negarla. Al menos durante unos día volveremos a creer en los héroes, al menos durante unos días recordaremos la lección.

Para terminar, porque esta ha sido la última carrera del año, ahora qué os voy a contar los lunes por la noche? Sniff, sniff... Para terminar, decía, pensaba en comentar algo más concreto sobre la carrera, sobre el mejor día en la vida de Felipe Massa, sobre otra actuación sublime de nuestro héroe, sobre la remontada espectacular, e inutil, con que se despide Schumacher; pero esta vez más que los hechos, lo importante, y ya os lo he contado, es el resultado. Pensaba también hablar, otra vez más, de las virtudes como piloto del neno, hablar de las veintinueve carreras que lleva sin cometer un error (cosa que no puede decir nadie), hablar de un palmarés al que ya sólo hacen sombra los de las leyendas del automovilismo; pero creo que ya está todo dicho... El que quiera ver que vea.

Lo que sí os voy a decir es gracias. Gracias por seguir leyendo, por seguir compartiendo esta afición conmigo, por las discusiones y los comentarios, por estar ahí. Gracias.

Y lo que también voy a decir, lo prometido es deuda, es esto:

TOMA!!

y

TOMA!!

Y, como dijo Ron Dennis, [...] la próxima temporada ya arranca mañana [hoy].

Nos vemos el 18 de marzo en Melbourne. O puede que antes...


P. S.- Por cierto, este artículo va a pasar a la historia de Bitácora por ser el único que antes de estar escrito ya tenía tres comentarios :-D Esto si que es afición...

miércoles, 18 de octubre de 2006

Una historia más

Pues sí, os debo una entrada esta noche. Llevo una hora perdida peleándome con la conexión, va a una velocidad infame. Espero que aún así me de tiempo a contaros la historia antes de salir. Además, me parece la más adecuada para hoy, miércoles, 19 de octubre, seis meses después de aquel otro miércoles, 19 de abril, en que llegué a Copenhague. Por qué? Ahora lo sabréis.

Claro, que lo más importante en esta historia no es el por qué, eso es fácil, fue una llamada de teléfono inesperada. Lo interesante es descubrir cómo, qué camino inusual recorrír hasta llegar aquí. Podría decirse que comenzó el día que decidí estudiar física. El motivo, quizá lo consideréis peregrino; pero dada la información con la que cuenta un joven de dieciocho años cuando tiene que decidir su futuro, creo que fue el único posible. Con el tiempo he ido descubriendo que fue incluso el mejor motivo que pude tener. Dicho motivo, o culpable, fue mi profesor de física de COU. No voy a dar nombres porque sé que prefiere mantenerse en el economato, por eso, aunque lee esto, nunca deja ningún comentario (lo que no me parece ni bien, ni mal, sólo lo respeto). Os voy a confesar que aquel año no aprobé un solo examen de física, hasta el de selectividad suspendí. Pero me daba igual, porque tantó un servidor como aquel profesor entendíamos que lo importante no eran aquellos números, ni ningún otro; sino la actitud con que se había llegado al resultado y lo que se había aprendido por el camino. Comprendí en aquel año que la física no era un conjunto de recetas matemáticas asépticas, sino una determinada manera de afrontar los problemas, una actitud crítica hacia las soluciones y una responsabilidad con los resultados. E incluso el joven inverbe que acababa de decidir también no volver a cortarse el pelo, era capaz de compreder que todo aquello era extrapolable fuera del aula, fuera del mundo chiquito del instituto. Si para adquirir aquellas habilidades mentales había que estudiar física, pues nada, a ello.

De mi vida universitaria os voy a contar poco, porque suelo terminar por ponerme de mala hostia e irme demasiado por las ramas. Deciros que de los cuatro años nominales que duraba la carrera por aquel entonces, tardé siete y medio en terminarla; sólo uno y medio por encima de la media, no está mal... Estuve a punto de dejarlo. Durante dos años la idea revoloteó incesante por mi cabeza. Allí no encontraba casi nada de lo había ido buscando. Pero fue justo enfrentándome a tanto hijo de puta redomado, haciendo frente común con las cuatro personas que tampoco estaban dispuestas a pagar la cama y poner la vaselina además del culo, como empecé a aprender justo lo que quería.

Uno no suele ponerse a pensar en las cosas hasta que tiene problemas con ellas. Pues tantos problemas tuvimos nosotros, y tantos otros que destapamos por el camino, que de tanto pensar, terminé sufriendo una metamorfosis de champiñón a persona. Y digo sufrir sí, porque no es fácil abrir los ojos y descubrir el plato de mierda que han estado haciéndote tragar durante años. Sobre todo cuando ves que ya te has comido un buen pedazo. Lo irónico de todo esto, es que al final si no fuese gracias a tanto cabronazo, aún seguiría sin darme cuenta. Tiene cojones!

Y hasta esos mismos terminé de la física, de la universidad y de la madre que los parió. Año sabático. Fue la decisión que tomó mi persona en cuanto tuvo el papelajo que ponía que ya era un Sr. Licenciado en Ciencias Físicas. Seguí trabajando lo justo para no ser una carga demasiado grande en casa. Que esa es otra, con veinticinco tacos y sin poder vivir por mi cuenta, qué frustración colegas. Lo dicho, seguí dando clases de Kung-Fu (no era farol), alguna que otra de física y mates y de vez en cuando haciendo algún chollo, colocando parquet y zócalo por las obras. Llegué incluso a rechazar algún trabajo como físico. Qué queréis que os diga, además de ser mi año sabático, prefería mis 400 ó 500 € en Gijón que 900 escasos en Madrid por pasarme diez horas delante de un ordenador.

Pasado aquel año me dediqué a repartir currícula por todo el mundo, literal, incluso hasta Nueva Zelanda llegó alguno de ellos. Aquel papelajo de licenciado era mi llave para recorrer el mundo, no tenía intención de pudrirme en Madrid o quedarme para siempre en Gijón, que lo adoro; pero no me bastaba. No después de tanta pelea, de tantos años, de haberme demostrado a mí mismo que podía con lo que me echasen. Podréis imaginaros que mis esfuerzos por conseguirme un curro no prosperaron. Como entraba dentro de las opciones posibles, no me sorprendió, así que al cabo de unos seis u ocho meses decidí cambiar de plan. Ya que no había opción de irse a currar fuera, tendría que montármelo en Gijón, forrarme y dedicarme a viajar todo lo que pudiera. Sencillo.

Me centré en mi trabajo como maestro de artes marciales. Se me da bien y lo disfruto, mucho. Me dediqué a ello a tiempo completo y seguí reinvirtiendo buena parte de lo que ganaba en mi formación. Era un plan a tres años: seguir adquiriendo experiencia, formándome y después dar el salto, montarme mi propio gimnasio.

Fue una buena temporada en mi vida. No ganaba mucho; pero hacía lo que me gustaba, no me mataba a trabajar y podía hechar una mano en casa. Menos de lo que a mi señora madre le hubiera gustado; pero era lo que había. Tengo la sensación de que ella, como otros, veía que todo aquello no me llevaba a ningún lado, había que mirarlo con un poco más de perspectiva, a medio plazo. Y así fue, después de dos años y medio decidí que era el momento y surgió la oportunidad. Mi plan funcionaba, con ayuda de muchos; pero para eso están los amigos, no? Seis meses de negociaciones, papeleos, gestiones, bancos, cábalas mentales y demás historias para obtener el gimnasio que quería a un precio razonable, conseguir que un banco me diese los millones que necesitaba a costa de volver a hipotecar el piso de mis padres y, sobre todo, dejar cada cosa bien asentada para hacer el proyecto viable. Y para machacar con todos los argumentos que pudiera el acojone que tenía encima.

Todo se fue al carajo en último momento. Alguien tubo la feliz idea de que quería que le pagase la mitad en B. No te jode! A ver como le explicaba luego a hacienda qué había hecho con la mitad del dinero, que no lo había gastado pero que tampoco lo tenía. Ni modo, güey! Esas no eran las reglas. Lo siento mucho; pero así no juego.

Pues nada colega, vuelta a empezar. En estas estaba, tomándome un verano con calma, medio relajándome después de toda aquella movida, medio barruntando nuevas opciones, cuando sonó aquella llamada inesperada. Era mi amigo Gabi, escribe por aquí con otro nombre, habíamos estudiado juntos y él (Qué güevos los tuyos Santa Klaus!) había seguido en la uniovi para hacer el doctorado.

- A ti te interesaría hacer turismo?

- Mmm... Claro, por qué no... A dónde?

- Puede que a Leeds o a Copenhague.

- Suena bien. Pero de que va esta movida?

- Dice Jaime que hay tres becas Marie Curie que no tienen dueño. Si estás interesado vente para acá ya mismo que te estará esperando hasta eso de las doce.

Eran cosa de las diez y media de la mañana. Ni me lo pense, cojo el coche y media hora estoy en Oviedo. Pero Murphy siempre tiene que andar jodiendo la marrana. Me acababan de ofrecer lo que sonaba como la oportunidad de mi vida, con muchas papeletas para ser la última de semejante calibre dados mis casi veintiocho años, y resulta que un capullo decidió aparcar su coche delante de la puerta del garaje. Manda Trillos! Llamas a la grua y te dice que va a tardar al menos una hora, que están muy ocupados...

Qué hago? Espero a que baje el tío del coche y le explico un par de leyes de Newton? Me arriesgo a que los de la grua sean competentes por una vez? O lo mando todo al carajo? Mecagüen! Me fui corriendo a la estación de autobuses. Gijón-Oviedo directo. Llegué por los pelos. Dos meses y medio después, en octubre, pisé por primera vez Copenhague. Cinco días para ver de qué iba la fiesta y que la que ahora es mi jefa decidiese si era la persona adecuada. Fue casi lo primero que le dije, que hacía casi cuatro años que no tocaba un libro, que además era físico teórico y el grupo suyo era de geoquímica experimental. Tranquilo, me dijo, estudiantes que acaban de terminar la carrera ya tengo de sobra, necesitamos alguien que nos aporte cosas diferentes y no creo que hallas estado perdiendo el tiempo esos cuatro años. Ok, si para ti vale para mí también.

Al final no fue una decisión fácil. Depués de aquellos cincos días no estaba muy convencido de encajar en todo aquello. No estaba seguro de ser capaz de superar la soledad, de poder dejar tanto atrás, a pesar de ser lo que había querido tanto tiempo. Hubo momentos muy duros en aquellos cinco días, cuando me hice de verdad consciente de todo lo que me estaba jugando, de todo lo que iba a cambiar por un interrogante. A regresar a un mundo que ya había decidido dejar atrás, del que ya apenas me acordaba. Y también estaba Pre, claro. No la he mencionado hasta ahora; pero había estado ahí los últimos tres años, compartiendo, aconsejándome y apoyándome en todas las decisiones; también en ésta. Creo que si no hubiese sido por ella no habría tomado la decisión correcta. Fue quien más me empujó hacia delante, quien alivió mis temores, a pesar de saber lo podíamos perder y, de hecho, perdimos; pero esa historia ya os la he contado.

Aunque hubo algún retraso más de la cuenta, diciembre se convirtió en abril, así fue como terminé aquí, escriéndoos esto a las cuatro y media de la mañana. Lo pasado entre entonces y hoy ya lo sabéis. Los detalles que se me han quedado en el teclado... Si son importantes, alguien nos los recordará. Si tenéis curiosidad, pedid y se os dará. Qué durmáis bien.

P.S.- Hay muchos nombres que merecen estar en esta historia, muchos momentos, muchas otras cosas. No me olvido de ninguno; pero entonces, para todo eso necesitaría llenar un libro entero, y no creo que mi vida se merezca tanto, no sería un gran libro. De momento...

lunes, 16 de octubre de 2006

Saldando deudas (aunque sea a medias)

Creo que ha llegado el momento. Cuando empecé esta Bitácora no me preocupé mucho del asunto, y luego, el día que me preocupé, tuve un altercado con el html de la plantilla del blog. No conseguí el efecto estético deseado y así hemos estado hasta hoy: robando frases semana a semana sin conceder el mérito que se merecen los que las parieron.

Veintiocho semanas (seis meses el miércoles 19, si lo preríis) y casi otras tantas frases; creo que perdimos un par de ellas los días que me volví a Gijón de vacaciones. P
or fin he conseguido desvelar el acertijo del html, así que, a partir de ahora, las acompañará el nombre de su autor. Para emendar errores pasados, aunque sea tarde y mal, deciros que:

  • la mayoría fueron (y serán) de Frank Herbert, en concreto de Dune y sus secuelas. Rara vez dudo de que sea lo mejor que he leído en mi vida.
  • Hubo un puñado de ellas de Richard P. Feyman, un físico inspirador, apasionado, exhilarante y un sobrado, en muchos sentidos. Ah, y también Premio Nobel de Física en 1965.
  • Si no recuerdo mal, se me han colado una de Einstein y un proverbio de los aborígenes australianos.
  • La que adorna esa esquina superior derecha esta semana son los dos primeros versos de Making of Cyborg, la canción de Kenji Kawai que da comienzo a Ghost in the shell, ese wonderfuloso anime de Mamoru Oshii basado en los comics de Masamune Shirow.
  • Por último, hay un puñado de ellas que oí no se sabe donde y terminé haciendo mías, que me disculpe quien sea. Y que me disculpen también los que me he olvidado mencionar aquí, que seguro que hay un par de ellos. He usado alguna tuya Neil?
Supongo que este artículo carecerá casi por completo de interés para la mayoría de vosotros; pero, creedme, voy dormir más a gusto después de haberlo escrito. Aunque no haga justicia a todos los que debiera, ni en tiempo, ni en forma: Perdón. Mea culpa...

Para terminar, un tipo que en estos momentos anda perdido por Japón (Qué tal Hugo?), me sugirió hace tiempo que las guardase, que fuera recopilando todas estas frases en algún lugar. He pensado mucho sobre el tema, porque fue algo que me ya me había planteado a mí mismo cuando empecé con este blog y, al final, he vuelto a decidir que no. No las voy a guardar en ningún sitio. Sea lo que sea que podamos aprender de ellas, esas pequeñas perlas de sabiduría, como todas las verdades, son como el viento... No puedes ataparlo en un vaso. Tienes que disfrutarlo acariciándote la cara durante ese precioso instante. Puede que lo recuerdes toda tu vida; pero aún así, el recuerdo no es más que el aire dentro del vaso. Por suerte, el viendo sopla en muchos lugares, a todas horas y siempre tiene algo que susurrarte al oído.

domingo, 15 de octubre de 2006

Mira tú qué casualidad!

Creo que esta ciudad nunca va a dejar de sorprenderme. Acabo de llegar de hacer lo que estoy cogiendo por costumbre en tardes de domingo soleadas. A falta de agradable compañía femenina, me cogí un buen libro y me senté en una de las muchas terrazas que hay desperdigadas por las callejuelas entorno a mi casa. Entre sorbos a un enorme vaso de te bien caliente y miradas a la tranquila vida danesa que se paseaba frente a mi mesa, difruté como pocas veces del placer sentarme a leer.

Terminado el te, decidí que esta feliz tarde de domingo se merecía algo más que volver a casa. Así me encaminé hacia uno de los recovecos de Copenhague que no había pisado. Deambulé, disfrutando del aire fresco y de un sol al que ya le cuesta calentar, sobre los adoquiles gastados por siglos de caminantes que cubren patios, arcadas y pasajes del complejo de palacios y museos entorno a la Biblioteca Real. En estas andaba, buscando el mejor lugar para contemplar de cerca el contraste entre las dos secciones de aquel edificio: la original, de ladrillos rojos cubiertos de enredaderas verde oscuro, y la moderna, un decomunal trapezoide invertido de cristal negro que se inclina sobre el canal que divide en dos el centro de la ciudad. Unos gritos fuera de lugar y un acojedor olor a fuego de leña llamaron mi atención. Cual fue mi sorpresa, cuando al doblar una esquina, me encontré ante un arco adornado con coloridos pendones medievales. Una puerta al pasado que no dudé en cruzar. Supongo que era alguna reminiscencia de la Kulturnatten. Habían transformado aquel pequeño patio en un encantador mercado medieval. Así me encontré deambulando entre campesinos y pastores, comerciantes anunciando a voces sus mercancias de lugares extraños, panaderos y flecheros, juglares y hombres de armas compartiendo cerveza y mesa entre opulentas taverneras y músicos ambulantes. Y un poco más allá, tras cruzarme con alabarderos y nobles señores entre los puestos de los artesanos, llegué a un pequeño campo de justas. Las gradas y palco adornados con la colorida heráldica de la vieja Dinamarca ya vacíos y la arena mostrando las marcas del gran torneo.

Cuando os diga lo que había estado leyendo, entenderéis por qué no podía dejar de sonreir: A Clash of Kings (Choque de Reyes) de George R. R. Martin. Una novela llena de todo lo que estaba desfilando ante mis ojos en aquel momento. Mira tú que casualidad!

sábado, 14 de octubre de 2006

Kulturnatten

Ayer fue la Kulturnatten en Copenhague, La Noche de la Cultura pa'los amigos. Es un evento anual en el que se montan cosa de trescientos saraos en el centro de la ciudad. Los museos, iglesias, edifícios públicos e históricos están abiertos hasta medianoche y en la mayoría de ellos ocurre algo poco habitual: obras de teatro, música en directo, conferencias, exposiciones y espectáculos de todos los pelos. Previo pago de un pase único de unos diez euros, uno puede entrar en donde quiera y encontrarse en sitios tan diversos como una convención de travestis o dándose un paseo de noche por un palacio de 1606 sin comodidad de la luz artificial.

A la vista de que mis amiguetes andaban un tanto diluidos y no tenían muy claro que hacer, acabé llendo de sarao en sarao con Kamila, una bailarina polaca de veintiun añitos que aún no se ha olvidado de como disfrutan de las cosas los niños. Y como niños, no podíamos empezar de otra manera más que lléndonos a una tienda de caramelos artesanales. Sorprendente ver como unos cuantos litros de azucar fundida terminan convertidos, en poco más de un cuarto de hora y sin más ayuda que unas tijeras, espátulas y manos expertas, en miles de caramelos con banderita de dinamarca en el centro. Por no hablar de lo ricos que están :-D

Mi plan original de darme una vuelta por el Museo de la Armada, ir a unas clases de ténicas de combate medievales y a otro millón de historias, terminó en mi centro de reciclaje mental al cabo de veinte minutos. Por que claro, íbamos caminado por las callejuelas del centro con algún objetivo claro en mente, pero no podíamos resistirnos a entrar en cualquier sitio que nos abriese sus puertas, para eso nos habíamos pagado las setenta coronas del ala. Esa es una buena explicación, y casi la única, de por qué estuvimos en un concierto de ópera en plan familiar donde los selectos parroquianos nos miraban extrañados. Sospecho que esto tuvo algo que ver con mi chaqueta militar y los pantalones a juego de Kamila. También fuimos secuestrados por una brasileña al interior de una joyería donde nos invitaron a unos pinchos caros que te cagas regados, tiene cojones, con salmiaki, una especie de vodka de regaliz. Las siguientes paradas fueron una tienda de comercio justo y una simulación de un campo de minas que, detector de metales en mano, tenías que cruzarte procurando no saltar por los aires; instructivo...

Hicimos nuestra primera copa en una fiesta de travestis con pase de modelos incluido. Tenías la opción de integrarte en el ambiente con ayuda de unos maquilladores y un cambio rápido de vestuario. Y sí, claro que la polaca intentó convencerme de elevar el grado de diversión de la noche; pero aplicando aquello de que o follamos todos o la puta al río, y a la vista de que ella no tenía ganas de encontrarse más tarde con su noviete (veis como sois unos mal pensa'os) con la carita pintada a guisa de barba, decimos quedarnos cada uno con nuestros atuendos.

Así llegamos hasta la medianoche. Deambulando entre decenas de sitios curiosos y espectáculos callejeros, comiendo algodón de azucar por la Strøget y terminando en una oficina de correos pintando con lápices de colorines nuestro propio sello rodeados de niños haciendo lo propio.

Despúes nos encontramos con Fredericks, el noviete de Kamila, y mis amigos que, por fin, habían salido de su letargo. Acabados los saraos de la Kulturnatten, la noche se volvió más convencional, que no menos divertida. Ya sabéis, de bar en bar y tiro porque me toca hasta las seis de la mañana.

Toda una experiencia esto de la Kulturnatten. Una pena que sólo dure una noche, porque así es imposible ver ni la mitad de lo que te apetecería; pero supongo que forma parte del encanto, del juego. El año que viene más :-)

Esto ha sido todo por hoy, amiguetes. Ahora voy a de empezar a mandar mensajes para ir despertando a la peña y ver que liamos esta noche. Sed malos...

viernes, 13 de octubre de 2006

Felicidades Edu!

Hoy tenía pensado contar la historia de por qué estoy en Copenhague para todos los que no la conocéis, y para que los que estáis hartos de escucharla tengáis algún detalle más. Pero lo voy a dejar para otro día, porque Phi ha escrito algo hoy que merece mucho más la pena y no quiero robaros el tiempo que podríais invertir mejor leyéndola a ella. Así que aquí os dejo el link:


Disfrutadlo! Ya os contaré mi historia otro día.

miércoles, 11 de octubre de 2006

La cultura del miedo

Nuestra vida cotidiana está llena de ejemplos. Podréis encontrar más cada vez que encendáis la tele o habráis un periódico. Pero hay una situación en la que no sólo lo siento o lo huelo, como un tenue hedor al que uno podría acostumbrarse hasta no percibirlo, no, cuando entro en un aeropuerto me golpea en la cara, una sonora bofetada imposible de ignorar.

En un principio podríamos tomarlo como otra de las muchas estupideces de nuestro mundo, lo cual es bastante grave; pero ya nos vamos acostumbrados. Os acordáis de aquel control de seguridad del aeropuerto? Aquel al que llegué a carreras saltándome la cola cuando iba camino de Helsinki. Pues resulta que cuando viajo suelo llevar conmigo un pequeño destornillador de relojero. No es fetichismo, ni morbo, ni nada de eso. Lo que pasa es que uno de los tornillitos de mis gafas tiene la mala costumbre de aflojarse y dejar caer el cristal izquierdo. Por culpa de ese hábito suyo tan molesto llevo el destornillador, para enseñarle quien manda y ponerlo en su sitio. Es un riesgo? Claro! Alguna vez tenía que pasar que el segurata de la maquina que todo lo ve, estuviese despierto y detectase el objeto sospechoso en mi equipaje de mano. Pues tocó aquel día. Con un alarde de buenas maneras, le expliqué al buen hombre que, a pesar de la chaqueta militar, el palestino, los pelos largos y la barba, no tenía intención alguna de secuestrar el avión con el susodicho destornillador y le hice una detallada demostración de su verdadera utilidad. Por supuesto no coló. Normas de la Unión Europea, me dijo. Ya, ya, si ya sé que sólo estas haciendo tu trabajo, majete. Gracias de todas maneras por dejarme llevar el bolígrafo asesino de punta de acero y mi cinturón para estrangular copilotos favorito. Buenas tardes. Ah! Por cierto, chavalote, soy Cinturón Negro 4 Dan de kung-fu, llevó veintidos años entrenando y, llegado el caso, no necesito un puto destornillador para secuestrar un avión.

La cosa no iría más allá de lo anecdótico, si no fuese que, una vez pasado el control, en los cientos de tiendas de la terminal, cualquiera puede comprar millones de artículos para matar más y mejor. A saber: juegos de manicura (con sus cortauñas, tijeritas y limas de formas sospechosamente parecidas a las de un cuchillo), bastones, paraguas, qué me deciis de las botellas? Una botella rota es un arma que te cagas. Pero lo más ridículo de todo, es que también te puedes encontrar navajas suizas y cuchillos de monte!

Estúpido? Muy estúpido, de hecho. Uno podría encogerse de hombros y ponerlo en la LLCDQNGSTC, más conocida como "Larga Lista de Cosas que Demuestran que Quienes Nos Gobiernan Son Tontos del Culo." Claro, que esta muestra de estupidez es demasiado general. Si la cosa sólo ocurriese en Barajas no habría problema; pero ante tamaña muestra de estupidez globalizada, barrunto pufo. Quiero decir, creyendo que la distribución de inteligencia en el universo es homogénea, y aún sabiendo que un alto porcentaje de gobernantes es tonto del culo, también sabemos que detrás de ellos hay otros trincando pasta como cerdos que no tienen de tontos ni los pelos del culo. Así que, hace tiempo que alguno debería de haberse dado cuenta de la tontería y solucionarla; pero no sólo no lo hacen, sino que cada vez insisten más en ella. Conclusión: no puede ser fruto de la estupidez. Debe haber alguna otra razón para perpetuar lo que todos nos damos cuenta de que es una inútil gilipollez a escala mundial.

Vale, estoy de acuerdo en el mundo tiene un problema. Que sí, que hay unos tipos que se dedican suicidarse y llevarse con ellos al otro barrio a todos los que pueden. Necesitamos protegernos? Seguro. Pero desde luego, medidas como las que vemos en los aeropuertos no sólo son inútiles en ese sentido, sino que no tienen ese propósito, igual que muchas otras. Su único objetivo es hacernos sentir el regusto del miedo. Enfrentarnos durante unos segundos a la posibilidad de la muerte. Generar en nosotros la necesidad de ser protegidos y convencernos de que alguien está haciéndolo, de que alguien vela por nuestras vidas y que sin ellos los bárbaros malos volverán a arrasar el imperio. Porque una vez que estás bien asustado, es fácil convencerte de que cambies tus libertades, tu intimidad, tu deber de defenderte tu mismo, por un poco de seguridad. La iglesia (me refiero a la institución, así que debería de ir con mayúsculas; pero no me sale de las narices), la iglesia, decía, se inventó el infierno para asustarnos con lo que podría pasarnos si vivíamos según sus normas. El mundo occidental se ha inventado el terrorismo internacional para justificar todo tipo de abusos, a escala personal y contienetal. Y sí, he dicho inventado. Y sí, no me olvido de que han muerto muchas personas, y sé que lo que yo lo siento por cada una de ellas no es nada comparado con lo que llevan dentro sus madres, hernamos, amigos, padres, novias, hijos, amantes y un largo etcétera; pero en el mundo mueren a lo largo del día muchas personas, por motivos y de formas más crueles, y no veo a ninguno de esos autoprocamados adalides del mundo libre (o al menos iba camino de ello hasta que llegaron) poner el grito en el cielo, ni mucho menos mover un puto dedo.

Haciendo una mierda de estadística con los muertos (las estadísticas con muertos siempre son una mierda), nos damos cuenta de que nuestro problema es muy pequeño comparado con el que tienen otros (veis como es una mierda). Y no me malinterpretéis, cada vida es sagrada y habría que acabar con esto aunque sólo hubiera muerto una persona y fuese lo peor que ha parido madre. Pero alguien está sacando las cosas de quicio. Asustándonos con un enemigo frente al que nos sintamos pequeñitos, impotentes. Quieren que delegemos en ellos toda la responsabilidad, todos los derechos que tantos otros muertos costó conquistar.
Porque son los únicos que saben lo que hay que hacer, los únicos que pueden salvarnos.

El primer mundo se inventa amenazas para monopolizar el uso de la fuerza a nivel mundial, para justificar su empleo en aras de intereses mezquinos. Explicadme, cómo sin un enemigo a nivel global como lo fue la URSS, puede el mundo occidental justificar sus desorbitados presupuestos armamentísticos, esas fábricas de armas que dan de comer a tanta gente y generan tantos billones de beneficio. A quién apuntamos ahora con todos nuestros misiles?

Estamos construyendo una cultura del miedo. Miedo a que, si no haces caso a los mezquinos que hablan por boca de tontos del culo, tus priviligios como habitante del primer mundo mundial se los van a comer unos señores malos con turbante. Miedo a que un día ya no puedas seguir cerrando los ojos ante todas esas personas que llaman a tu puerta desde lugares muy lejanos, reclamando lo que les hemos estado robando durante siglos. Algunos suplican hambrientos, otros, hartos, se han vuelto fanáticos medio locos escuchando las voces de sus propios tontos del culo, esos ya no van a atender a razones. Nosotros tampoco lo hemos hecho. Y ahora qué? Miramos a los tontos del culo suplicando librennos del mal, señores. Amén.

Ellos encantados, como siempre, tienen la solución:

Construiros vuestra propia carcel, se llama MIEDO y no tiene rejas.

lunes, 9 de octubre de 2006

Suzuka 2006: quietos todos que queda una

Algún friki ha calculado que Schumy ya sólo tiene un 1.37% de posibilidades de ganar el campeonato. Me juego lo que queráis a que la cuenta está mal hecha y, además, todos sabemos que el 53% de las estadísticas están equivocadas. Lo que sí que es cierto, es que la única opción para el alemán es ganar en Brasil y que Alonso no puntúe. He visto a Michael ganar sus siete títulos mundiales y sé que la potra que le acompaña es descomunal; peor aún, parece atraer la desgracia sobre sus rivales. Acordaros de las dos tuercas de Alonso y motor de Monza. Pero, de momento, y a pesar de todo (maFIA includa), parece que su suerte le ha dado la espalda. Seis años sin romper un motor, son muchas carreras; pero la racha se le terminó en un momento crítico. Podríamos discutir si el acoso a que lo sometió Alonso en estas dos últimas carreras tuvo algo que ver para que su motor dijera basta. Lo dudo, y no creo que lleguemos a saberlo nunca. Lo que sí tengo claro, es que el hachazo que le dio ayer el neno al campeonato sólo fue posible, una vez más, gracias a su perseverancia, a su ansia inagotable de victorias, a su espiritu de lucha y a esas manos mágicas que le llevaron desde una comprometida quinta posición hasta el segundo puesto. Por el camino adelantó a los dos Toyotas, sacó petroleo del problema de Massa, marcó la vuelta rápida (casi nueve décimas más rápida que la de Fisichella!!!) y estuvo ahí, presionando, sin rendirse, con un coche que la FIA casi desguaza y frente a un rival con llantas y neumáticos más que sospechosos. Porque para apañar esos diez puntos, había que estar ahí, segundo. No valía estar cuarto como Fisico ni tercero como Massa. Alonso ganó esta carrera porque nunca se tiró la toalla, porque volvió a pilotar su monoplaza más allá del límite.

Por si a alguien le entrasen ganas de argumentar que puedo llamarlo como quiera, pero que al final fue una cuestión de suerte, os remito al comentario de Schumacher tras la rotura de Alonso en Monza. Decía algo así como que diecicho carreras son muchas carreras, y que es raro que la suerte, al final, no acabe repartida a partes iguales. Y más o menos tiene razón, a falta de una carrera (no nos olvidemos que queda una...), ambos han roto un motor. Empate de mala suerte; a no ser que contemos las tuercas de Hungria y Shanghai. Y mira por dónde, hoy también voy a contar el mass damper y de la sanción de Monza. Pues tiene cojones, que con todas esas el neno esté diez puntos arriba! Por algo será...

Ya sólo falta que Alonso remate la jugada al volante del R26 en Brasil dentro de dos semanas. Apañar ese punto de oro, que no hará justicia, la justica hace tiempo que desertó esta temporada; pero por lo menos servirá para que en los registros aparecezca el nombre de quien se lo merece: Fernando Alonso. Servirá también para poner durante días una enorme sonrisa en mi boca, puede que semanas, si los mandamases de McLaren deciden dejar a de la Rosa donde se merece y podemos verlos a los dos abrazados en el podium... Los sueños son gratis. Y, a veces, hasta se cumplen. Ya ocurrió en Brasil hace un año.

sábado, 7 de octubre de 2006

Hogar?... Dulce hogar!

Salí de la estación de Nørreport. Posé la maleta en la acera. Respiré con calma una buena bocanada del aire helado de aquella noche de abril. Sonreí y, con voz alta y clara, me dije a mí mismo: Bienvenido a casa.

Así comencé mi vida en Copenhagué hace casi seis meses. Aquellas tres palabras reflejaban mi intención de reconstruir mi vida en esta ciudad, de encontrar mi hueco y hacerme un hogar. Había roto con casi todo, dejado mi trabajo, abandonado el noventa por ciento de mis cosas. El único lazo con mi antigua vida tenía el grosor de un cable telefónico. Al otro lado estaban las personas que me querían. Todo lo demás había saltado por los aires.

Desde entonces han cambiado muchas cosas; pero he seguido siendo fiel a la promesa que me hacía con aquella frase. Me he ido haciendo mi huequecito en esta ciudad encantadora. Le voy cogiendo el punto a mi nuevo trabajo. Estoy a gusto en mi casa. No me faltan los amigos. Después del primer y casi inevitable, por muy abiertas que tengas las miras, choque cultural, empiezo a entender a estos daneses. Me construi un hogar, o casi... Había algo que no estaba en su sitio. Una sutil sensación de desasosiego que a veces amenazaba con empañarlo todo. Un atisvo de duda en la voz cuando decía que éste era mi hogar; como si supiera que estaba mintiendo y mintiéndome. Y así era.

Me di cuenta en Helsinki. Lo descubrí cuando al pasearme por sus calles no las encontraba extrañas. No me sentía como un turista, sino como un habitante que aún no se conoce muy bien la ciudad, un poco perdido, pero no fuera de lugar o ajeno. Lo entendí estando en el apartamento de Hugo, al sentir aquel lugar tan mío como mi casa, al dormir tan tranquilo como en mi cama. Fue ese fin de semana cuando comprendí que el propósito que me había hecho no tenía sentido. Vi el origen del desasosiego y en ese instante se esfumó.

Habia roto la burbuja, había descorrido el velo de esa ilusión que llamamos hogar. Como muchos españoles, por desgracia, hasta ahora no he tenido la oportunidad de vivir por mi cuenta, ni mucho menos hacerlo a tomar por saco de lo que fue mi hogar durante los últimos dieciocho años. No tuve que mirar más allá de esos detalles cotidianos que nos generan una falsa sensación de seguridad haciéndonos creer que tenemos toda nuestra vida bajo control, que siempre habrá un lugar inmutable esperándonos. Esa ilusión es imposible de reconstruir aquí. Primero porque hay demasiadas personas importantes para mi en España, no puedo, ni quiero, dejarlas atrás; pero tampoco están aquí. Segundo, porque una vez que lo he cambiado todo, entiendo que podría volver a hacerlo un millón de veces, otras ciudades, otras personas, otros trabajos. Mi mundo ha crecido y el planeta se ha hecho más pequeño. No hay nada esencial entre las cuatro paredes que llamé hogar tantos años, tampoco lo hay entre estas que ahora son mi casa. El hogar se ha diluido, se ha difuninado, repartido entre todos los sitios que aprecio, entre todas las personas que quiero. Jamás podré regresar a mi antiguo hogar, ya no existe, y me alegro. Ahora estoy en mi casa durmiendo en la habitación de un amigo en algún rincón del mundo, caminando por las calles de una ciudad que no conozco, volviendo a abrazar a mis padres en Gijón, escribiéndoos sentado en la cama que uso en Copenhague. Allá donde encuentre una sonrisa, un abrazo, un brindis, allá donde sople la brisa del mar, donde tenga un beso que dar, ahí hay un pedazo de mi hogar; pero ya nunca volverá a estar todo junto.

Supongo que es otra manera de cruzar el punto de no retorno... Me pregunto dónde estará el siguiente. En algún lugar ahí delante, seguro.

viernes, 6 de octubre de 2006

Palabra de verificación

Llevo cosa de dos horas escribiendo sobre algo que aprendí en Helsinki; sin embargo está resultando más difícil de lo esperado encontrar las palabras para contároslo como quiero. Pero lo conseguiré, tranquilos que lo conseguiré.

Aún así, antes de meterme en cama, voy aprovechar para contaros una novedad del blog. Es sólo una cuestión de seguridad para evitar comentarios robot con publicidad como el que apareción en una de las entradas hace unas semanas. A partir de ahora cuando queráis añadir un comentario se os pedirá que cubráis un campo con una palabra de verificación. Pues nada, ponéis la palabreja que os aparezca encima del casillero y listo, lo demás funciona como siempre.

Mañana os contaré lo que aprendí en Helsinki. Un abrazo.

lunes, 2 de octubre de 2006

Shanghai 2006: uno para todos y todos contra uno

Hace unos cuantos meses, una amiga me preguntó que cómo preveía esta temporada a la vista de las dos o tres carreras que se habían corrido. Mi respuesta fue rápida y clara: va a ser divertido; no tengo ni idea de quien va a ganar, pero vamos a disfrutar hasta las últimas carreras. Y sin embargo, aunque a falta de dos carreras para que termine este mundial los dos aspirantes al título están empatados a puntos (116, que por cierto, son una burrada), me equivoqué. Porque cuando dije aquello lo hice pensando en que McLaren iba luchar por conseguir lo que llevaba un par de años escapándoseles entre los dedos, sabiendo que Ferrari iba a volver por sus fueros (para eso les cambiaron las reglas de los neumáticos), que Renault y Alonso iban a defender a muerte sus coronas y que Honda y Toyota prodrían darnos alguna sorpresa. Nada más lejos de la realidad...

Esta temporada está siendo trepidante, gloriosa, épica. Pasará a la historia como una de las mejores de la Formula 1, por los duelos que hemos visto en el asfalto y por la calidad de los dos genios que se están jugando los laureles empatados a puntos a falta de dos carreras. Pero en el fondo, me entristece que sea así, porque no debería serlo. Y no, no voy a empezar sacar los trapos sucios de Monza, y de antes..., ya estamos todos hasta el moño de la historia y preferimos olvidarnos. No voy a comenzar una retaíla de y síes; a veces los motores se rompen, las tuercas ajustan mal y hasta los tipos más listos se equivocan al elegir los neumáticos, en eso consisten las carreras, si fuese fácil no estaríamos pegados al televisor cada domingo. No, a quien tengo hoy en el punto de mira es a Flavio Briatore, a Pat Simmons, a Giancarlo Fisichella y otros cuantos miembros del "equipo" Renault que parecen empeñarse en perder ambos campeonatos. Tenéis al mejor piloto del mundo, lo habéis puesto a al volante del mejor conjunto chasis-motor-neumáticos y a pesar de los millones de motivos que os ha dado para confiar en él y en sus cualidades como piloto, como probador y como estratega seguiis dejándolo tirado en cuanto las cosas se ponen un poco feas.

Alonso, por lo si no lo teníais ya claro, os demostró cómo se pilota sobre mojado en Hungría. Volvió a hacerlo ayer sacándole veintidos segundos en dieciséis vueltas a un tipejo que conduce el mismo coche. Y cuando entre todos os equivocasteis, sin duda no era nada fácil tomar la decisión adecuada sobre los neumáticos vistas las condiciones de la pista y de la carrera, cuando necesitaba que le echasen un capote hasta que las cosas volvieran a estar en su sitio, en vez de defenderlo, a él y los diez puntos que os iba a poner en el casillero, le lanzasteis como un perro de presa a su "compañero", un italiano histérico incapaz de defenderlo las tres o cuatro vueltas que necesitaban sus gomas para ponerse a punto otra vez. No contentos con dejarlo sólo con el fruto de vuestros errores, a la vista de que el torpe de Fisico no fue capaz ni de defender lo suyo y regaló la carrera con un error de novato, le exigisteis una vez más que hiciera lo imposible: neumáticos de seco sobre un asfalto empapado, gasofa para más de veinte vueltas y cincuenta y tres segundos que recuperar. Y claro, no pudo ser. Ya era tarde. Ya lo habíais echado todo a perder. Ya no sirvieron de nada las doce vueltas rápidas (en la retransmisión no pusieron ni una). Ya fue inutil que le metiera presión al lider comiéndole casi segundo y medio por vuelta mientras que el otro Renault se paseaba por la pista dejando que aumentase la distancia, te habrás quedado a gusto Fisico, para qué correr si ya la habías cagado, no? O sería que como tu objetivo era quedar delante de Massa y ya se había retirado, aquella guerra no iba contigo. En resumen, una vez más os pasasteis por el forro el lema ese que adorna, otra cosa no hace, vuestros coches. Cómo era? Team Spirit?

Al final, la tontería os costó que en vez de estar con siete puntos de ventaja en el campeonato de constructores, lo estáis con uno. Que en vez de liderar el mundial de pilotos con seis puntos, estáis empatados. Que en vez de hacer que piloto más grande que se ha sentado en uno de vuestros coches se sienta arropado y confiado, sepa, ya sin ningún género de duda, que está sólo contra todos, que sus únicas amigas son su rabia, sus manos mágicas y sus ansias de ganar. Y aunque nos haya dicho que él sólo no puede contra todos, sabemos que aún así va a luchar. Espero, hoy más que nunca, ya no sólo como aficionado a la F1 y como fan del neno, sino como cuestión de principios, que lo logre. El día 22 de octubre quiero volver a gritar en Brasil...

TOMAAAA!!!

Vamos, neno!