viernes, 29 de julio de 2011

Alargando la lista

Me gustaría de decir que los golpes de remo que nos sacaron del puerto fuero coordinados y elegantes; pero mentiría. La coordinación puntual entre los cinco pares de remos era casual y la única elegancia a la vista era la del esbelto casco y de poco calado, réplica de los que se usaban por estos lares hace más de diez siglos, deslizándose sobre las olas cortas del fiordo. Entre boga y boga, mientras una mitad de mi cerebro vigilaba el ritmo marcado por la persona que remaba en el banco de enfrente, la otra pensaba que, en vez del italiano, quienes deberían estar sentadas a mi lado eran las vikingas. Halo el remo con los dientes apretados de rabia. No tan fuerte que pierdes el ritmo. Inspiro y halo de nuevo, esta vez sonriendo a la ironía.

A una distancia razonable del puerto izamos verga y vela que, hasta entonces, descansaban a lo largo de la crujía. El trapo gualdrapea mientras maniobramos el penol bajo los estayes. Una vez libre, la vela se hincha en un instante. Cazamos escotas y brazas, el barco da un tirón y empieza a deslizarse sobre las aguas oscuras. Nos alejamos del puerto ciñendo el viento del noroeste lo más que permite la anticuada vela cuadra, apenas sesenta grados. Volamos en silencio bajo el cielo plomizo.

Siempre me ha fascinado la mar. Siempre he querido ser protagonista de párrafos como el anterior. Fue otro momento memorable. Sentir por primera vez la magia sencilla y ancestral de deslizarse sobre la mar con la única complicidad del viento. Y qué mejor bautismo que un barco vikingo. Miro a la costa, alejándose por popa junto con buena parte de las preocupaciones que me atenazaban las entrañas estos días. En medio del fiordo, donde mandan las olas y el viento, lo que ocurren en tierra se antoja trivial, complicaciones artificiales. Lo natural es preocuparse de largar escotas y brazas por un costado y cazarlas a tiempo por el otro para dar el bordo por avante como está mandado, volver a ceñir y seguir volando acunados por el oleaje.

Lo natural, supongo, tanto en tierra como en la mar, es que el miedo y la frustración se difuminen cuando uno entiende. Entender, que no controlar, el viento y la mar que te han tocado o las mujeres que te han escogido. Con la lección aprendida viramos de vuelta a puerto. Con viento en popa, el barco acelera sin esfuerzo y salta alegre sobre las olas. Sonrío, en pie sobre la cubierta, cómodo, relajado, preguntándome por qué no llevo años haciendo esto y sintiéndome como si los llevase. . .

Bautismo naval (sólo hay una manera de navegar y es a vela) en un barco vikingo, aprender a esquiar en nieves noruegas, bajar los Alpes en bicicleta de montaña, bañarse en manantiales termales en medio del lugar más bonito del mundo, comer sushi en Tokio, hacer el amor bajo las estrellas del Sahara, que no dejen de llamarte y abrazarte cada vez que uno te pones un poco sentimental. . . No está siendo una mala vida después de todo. . . Así que, mientras ustedes se preocupan por un servidor, ya ven que uno sigue entretenido esforzándose por alargar la lista. ¡Gracias!


Imagen: Vikingeskibs Museet.

martes, 26 de julio de 2011

Nurburgring 2011: Que gane el mejor

Discúlpenme ustedes el retraso; estos días, la Fórmula 1 es la última de mis preocupaciones. En medio de la montaña rusa emocional que tengo por vida, escasean los momentos en que puedo y quiero ponerme a escribir trivialidades. A ver si este dura lo suficiente para terminar la entrada. . .

A lo que iba: ¡madre del amor hermoso, qué carrerón vimos este domingo! Hamilton, Alonso, Webber, jugando al gato y al ratón durante las sesenta vueltas del gran premio. Retándose, adelantándose, en la pista y en los boxes, intercambiando vueltas rápidas y posiciones, los tres sacaron lo mejor de sus monoplazas para darnos un espectáculo de primera clase. Ferrari demostró que Silverstone no fue un espejismo y además bordó la estrategia; una pena que hubiera trece grados en vez de veinte, sino otro gallo habría cantado. Lo que está claro es que los cambios en el organigrama de Maranello, las dimisiones de Aldo Costa y Chris Dyer junto a la promoción de Nicolas Tombazis y el fichaje de Pat Fry, empiezan a dar sus frutos. Además, Red Bull y Vettel no parecen inmunes a la presión y, ahora que Ferrari y McLaren les plantan cara, empezamos a errores y deslices que no se veían a principio de temporada.

¿Y qué me deciis del duelo Vettel vs. Massa? Cuarenta vueltas de tú a tú, frenadas al límite y estrategias improvisadas. "Haz lo opuesto que Massa. Si el entra, tú quédate en la pista. Si el se queda, tú entra a boxes." Fue lo que le dijo su ingeniero y el teutón cometió un error al no seguir las instrucciones. Los dos pararon en la última vuelta. Massa iba delante; pero Red Bull tiene la ventaja de usar el primer box. Desenlace de infarto con la tuerca traidora otra vez en el papel de estrella invitada, que decantó la moneda del lado de Vettel, dejando a Massa parado en los boxes durante cinco segundos y medio mientras Vettel le adelantaba. Suerte, Vettel, mucha suerte.

Y ahí no terminó la cosa, no. Además, vimos a Schumy y a Rosberg metidos en mil saraos, con Petrov, Massa, Button y media parrilla. También Kobayashi sacando petróleo de una estrategia brillante que lo llevó del decimoséptimo al octavo puesto. En resumen, un carrerón de principio a fin, donde Alonso volvió a poner la anécdota al tener que detener el F150 en la pista antes de regresar al parc fermé para evitar quedarse sin el último litro de gasolina, necesario para las verificaciones de la FIA. Webber tubo que hacer de taxista llevándoselo sentado en el pontón del RB7 hasta el podium. Una imagen entrañable en un mundo dominado por la tecnología y el cronómetro. Una muestra de respeto y fraternidad después de haberse batido sin cuartel durante sesenta vueltas. Un momento simpático para cerrar una carrera épica.

Si seguimos viendo carreras como la del domingo, me da igual quien gane el campeonato. O casi. . . ;)


Imágenes: Autosport.com y YallaF1.com.

viernes, 22 de julio de 2011

En una habitación



Llueve. . .

Llueve al otro lado del cristal. Llueve dentro de mí.

Llueve. . .

Se fue. Y se ha llevado el sol y las estrellas.

Llueve sobre las cadenas oxidadas de un doctorado que no va a ningún lado ni me deja moverme de aquí. Llueve mientras busco furioso un trabajo que no encuentro. Llueve sobre un paisaje desolado donde todo el mundo está demasiado ocupado, demasiado lejos o demasiado cansado. Incluso yo mismo estoy demasiado ocupado con nada, demasiado alejado de mí mismo y demasiado cansado de todo.

Se ha ido. Prefiere los pedazos de su sueño roto, esos que no he sabido ni recomponer ni barrer.

Llueve sobre los pedazos de ocho meses de días radiantes y noches estrelladas. Llueve sobre los pedazos de mi alma. Llueve y habrá que dejar que llueva lo que sea necesario para limpiar las heridas. Para que cicatricen. Para reaprender a caminar. Para bailar el día que vuelva a brillar el sol.

La vikinga se aleja entre la lluvia. Espero que vaya donde vaya, al otro lado de la tormenta, encuentre lo que busca.

Llueve. . .


P.S.- Sí, he deshabilitado los comentarios en esta entrada. Disculpa y gracias de todos modos.

martes, 19 de julio de 2011

Naturalezas humanas

Y todo el mundo se volverá solidario por medio de algún sortilegio mágico, ¿no?

Esa es una de las críticas más comunes que se les hace al anarquismo o al socialismo. Una crítica basada en dos malentendidos. El primero, la creencia en algo llamado "naturaleza humana", que se nos supone intrínseca e inmutable. Suele entenderse como una tendencia al egoísmo, el individualismo y la avaricia que encuentra su expresión social en el capitalismo. De ahí a deducir que, sino fuese por las leyes estatales, andaríamos todo el día a hostias, sólo hay un paso. Justificando así la opresión y la violencia legal, judicial, burocrática, policial, democrática y militar. Bueno, pues eso llamado "naturaleza humana", no existe; es una construcción social, igual que la "propiedad intelectual". Las sociedades no son consecuencia de la naturaleza humana, sino que las naturalezas humanas son consecuencia de las sociedades. Por supuesto, existen ciclos de retroalimentación que convolucionan las relaciones causa-efecto; pero sobran estudios para demostrar lo que todos sabemos: que las escalas de valores y prioridades de las personas vienen condicionadas por su entorno. Así, en un entorno capitalista, sólo se puede esperar que florezcan "naturalezas humanas" egoístas e individualistas. Ahora, cuando el entorno cambia, y no hace falta más que echar un vistazo a Internet, empiezan a surgir otros valores, otros patrones de comportamiento, otras naturalezas. Si todos somos tan pérfidos, egoístas e interesados, ¿cómo es posible que surjan y sobrevivan proyectos como Linux o Internet misma? ¿Cómo es posible que las personas dediquen tanto tiempo a ser creativas (blogs, fotógrafos amateur, roleros, cortos de aficionados, etc) sin cobrar?

Lo anterior aclara de por sí el segundo mal entendido, que los libertarios o anarquistas tenemos una fe casi-ciega en la bondad de la naturaleza humana. Pues no, oiga, no tengo ni fe, ni falta de ella, porque un servidor no cree que exista naturaleza humana alguna. Igual que no pregunto si el león es bueno o malo, no pregunto si las personas son buenas o malas. Ambos somos animales programados para la supervivencia y, como supervivientes, adaptamos nuestro comportamiento para optimizar nuestras opciones de acuerdo al entorno. Creo que es bastante obvio que las estrategias de supervivencia más exitosas que ha adoptado el ser humano lo largo de su existencia son la sociabilidad y la creatividad.

El homo sapiens sapiens es hasta tal punto un animal social que incluso pierde su identidad, su autoimagen, cuando se le aísla. Esto lo sabe muy bien cualquier torturador de la CIA, por eso ahora en Guantánamo, y antes en Guatemala, en Chile y en Alemania, proliferan las celdas de aislamiento. Una vez aislado y privado de estímulos sensoriales y rutinas, sin nada con lo que compararse e interactuar, la identidad del preso se diluye, y con ella desaparecen sus sentimiento propósito y de pertenencia a grupo alguno, haciendo que "confiese" lo que el torturador crea necesario. A lo que iba, que las personas tendemos a organizarnos en sociedades porque hemos evolucionado para optimizar el uso de esa estrategia de supervivencia. Hemos desarrollado herramientas como el lenguaje, verbal y corporal, la risa, los compuestos químicos que producen sentimientos derivados de la empatía o los vínculos amorosos e incluso los besos, las caricias y los abrazos. Herramientas en fase de atrofia desde que el entorno nos ha impuesto criterios de supervivencia basados en el individualismo: evaluación escolar individual, salarios individuales, propiedades individuales, meritocracia individual e incluso castigos individuales. El capitalismo es un divide y vencerás llevado a sus últimas consecuencias. No sólo nos hemos aislado de nuestras comunidades, sino que nos hemos dividido por dentro. En un mismo cuerpo pueden convivir un padre, un programador, un amante y hasta un fotógrafo y no encontrarse nunca a sí mismos.

En cuanto a la creatividad, resulta al menos igual de obvio que también es una constante histórica; aunque cómo se haya canalizado esa creatividad es otro asunto. Desde el uso de palos y piedras y la creación del arte rupestre, hasta las maravillas tecnológicas moderna y las pelis en 3D, el ser humano ha demostrado ser un culo inquieto de proporciones literalmente cósmicas. Sólo hace falta fijarse en la dicotomía sufrimos la inmensa mayoría de los esclavos asalariados entre nuestro trabajo y nuestras aficiones, entre lo que se nos impone para poder sobrevivir y lo que nos permite dar salida a nuestra creatividad. El ser humano detesta trabajar cuando trabajar significa convertirse en un extraño para sí mismo.

Podría parecer que sociabilidad y creatividad están reñidas, una es obviamente comunal, mientras que la otra tiene tintes individuales. Sin embargo, no existe contradicción, sino una potente sinergia. Las personas construimos gran parte de nuestra identidad en torno a nuestras creaciones o aportaciones individuales y la aceptación y utilidad que estas tienen en la comunidad. Aquí despunta la piedra angular del pensamiento anarquista: la negación del conflicto entre individuo y sociedad, ya que el individuo sólo tienen sentido y se realiza en tanto que es social. Nadie existe sólo. Nadie es sólo ella misma. En una sociedad igualitaria y horizontal donde ni jerarquías, ni burocracias, ni gobiernos pongan trabas la creatividad individual de cada miembro de la comunidad, la mayoría de los conflictos que observamos hoy en día desaparecerían, porque todos, y digo todos, son consecuencia de los intentos sistémicos de doblegar, coordinar, suprimir o incentivar desde arriba, imponiendo a las sociedades criterios capitalistas, o sea, el incremento a cualquier coste del beneficio económico. Bajo semejantes condiciones de opresión, mutilación creativa e incentivo de los comportamientos individualistas, sorprende poco que todos seamos "naturalmente" unos imbéciles que no hacen más que darles la razón a quienes nos han puesto el yugo.

Leí hace unos días acerca de un estudio que se hizo en las factorías de Ford unos años después de que el hombre implantase sus famosas cadenas de montaje, allá a principios del siglo XX. En él se preguntaba a los empleados qué quejas tenían sobre sus trabajos. La mayoría no se quejaron de los turnos de 10 o 12 horas, ni del trabajo repetitivo y alienante, ni del sueldo o las escasas vacaciones. De lo que se quejaron fue de que la cadena de montaje avanzaba demasiado rápido y apenas les daba tiempo a hacer un trabajo decente. Aquellas personas se quejaban de que no podían hacer su trabajo tan bien como les gustaría. Todos unos egoístas, ya ven ustedes. Además, comentaban también que una de sus mayores frustraciones era descubrir errores de diseño, o posibles mejoras, y no poder hacer nada por solucionarlos mientras veía pasar un coche defectuoso tras otro. Estas opiniones no tienen explicación en un paradigma capitalista que asume el egoismo y el individualismo como rasgos inmutables del ser humano. Con esas hipótesis también es inexplicable la explosión creativa y de proyectos comunales que vemos en Internet. En resumen: no es necesario que todo el mundo se vuelva solidario por medio de algún sortilegio mágico. Lo que es necesario para el cambio social es eliminar las condiciones opresivas y alienantes que crean el individualismo y obligan al extrañamiento de uno mismo, del trabajo y de la comunidad. No es una cuestión de educación, sino de demolición; empezando por los muros de creencias estériles dentro de uno mismo.


Imágenes: Banksy, quién si no. . .


jueves, 14 de julio de 2011

(In)propiedad (in)telectual

Ente ayer y hoy he invertido un puñado de horas discutiendo, a través del puto feisbuk y del blog de un conocido, acerca del derecho de un autor, emisor, receptor o recombinador de conocimientos a poseer las ideas con las que trabaja. Además, con la que está cayendo estos días con la SGAE y chusmas asociadas, creo que conviene discutir ciertas ideas para ser conscientes de lo que nos jugamos. La ley es explícita sobre la llamada "propiedad intelectual" y es, con escasas excepciones localizadas, bastante homogénea en todo el planeta; pero, sin entrar a discutir la legitimidad del sistema legal y asumiendo de forma naïve que la mayoría de las leyes están para defender los intereses moralmente legítimos de los ciudadanos, las leyes sobre propiedad intelectual, copyright y demás, son una pantomima y un timo.

Cuando se crearon las leyes modernas sobre propiedad intelectual no fue con afán de defender los derechos de los autores. La llamada propiedad intelectual es una manipulación legal y lingüística creada para extender el concepto de propiedad privada (interesante de por sí, pero con el que ya nos meteremos otro día) del ámbito de lo físico al de lo imaginario, ideológico y conceptual. El objetivo era dotar a los empresarios del marco legal necesario para adueñarse del fruto del trabajo intelectual y poder hacer negocio con él a expensas del autor, de igual modo que ya se hacía negocio con el trabajo industrial. Así una empresa puede "comprar" ideas a un autor y monopolizar su distribución bajo el pretexto de que, tras la compra, las ideas son propiedad de la distribuidora, ya sea una editorial, un sello discográfico, una productora de cine o similares, y nadie más tiene derecho a usar o distribuir dichas ideas sin pagarles por ello. Esto va en contra de los interes del autor, cuyo deseo natural es ver su obra difundida con la mayor rapidez y extensión, no monopolizada a través de un canal único, puesto que cuantas más personas tengan acceso a una obra más opciones hay de que llegue a individuos dispuestos a reconocer su valor y pagar por ella. ¿De dónde surge entonces la identificación ficticia entre propiedad intelectual y la defensa de los intereses del autor? Surge de la incapacidad física que los autores tenían hace décadas para optimizar la difusión de sus obras. Sólo las grandes distribuidoras disponían de los recursos y medios para ello, obligando a los autores a pactar con el diablo. Internet ha cambiado las reglas del juego. Ya no es necesario pactar con el diablo. El timo institucionalizado de la propiedad intelectual ha quedado al descubierto.

El origen del timo está en presunción de que el trabajo intelectual, las ideas, el conocimiento, puede tratarse igual que los objetos físicos, poseyéndolos, comprándolos y vendiéndolos. Pero las ideas se comportan de forma muy distinta a las cosas. Si posees una cosa, un microondas, por ejemplo, y se la das a otra persona, tú dejas de tener el microondas. Sin embargo si tienes una idea, un fragmento de conocimiento, y se lo das a otra persona, no pierdes la idea. Ahora ambos poseéis la idea. Al contrario que las cosas, las copias de las ideas son ilimitadas. Además, el valor de las cosas viene determinado por su escasez; los diamantes son caros porque hay pocos, cuando el precio del petróleo baja, se ordena reducir la producción para volver a subirlo. Con las ideas ocurre lo contrario. Una idea se incrementa su valor a medida que la comparten más y más personas. Cuantas más personas han leído un libro, cuantas más personas escuchan una canción, cuantas más personas comparten un sueño, más valiosos y poderosos se vuelven esos fragmentos de conocimiento.

La propiedad intelectual es una invención fraudulenta. Las ideas pertenecen a quien las usa, las piensa, las recibe, las reelabora, las mejora, las cambia, las transmite o las comparte. Que alguien se proclame dueño de una idea, ya sea un descubrimiento científico, una novela, una canción o cualquier pedazo de información o conocimiento, es pretencioso y fraudulento. Uno puede ser autor; pero no dueño. Autoría es distinto de propiedad. Así, veo legítimo que uno quiera beneficiarse de la autoría, del esfuerzo que conlleva recibir, ordenar, mejorar, crear y transmitir ideas y conocimiento. Como profesor, escritor y científico a veces me pagan (no muy a menudo en los últimos meses) por el esfuerzo de hacer malabarismos con las ideas; pero un servidor no se considera dueño de las ideas con las que trabaja. Me parece razonable reconocer la autoría y el esfuerzo; pero no la propiedad. Y desde el momento en que nadie es dueño de ninguna idea, nadie tiene derecho a monopolizar su distribución.

El problema es la parte de la industria de distribución de información que se ha quedado obsoleta y pretende seguir imponiendo a la sociedad sus fraudes anquilosados. Como la industria de la distribución en sí misma no crea nada, necesita poseer las creaciones de otros para hacer negocio con ellas. Ya va siendo hora de la industria del entretenimiento y la información, editoriales, filmográficas, discográficas, periódicos y compañía, abandonen su modelo de negocio obsoleto. Nos iría mucho mejor a todos si, como estamos empezando a descubrir gracias a internet, adoptasen el modelo que la ciencia a usado durante siglos. Un modelo donde el conocimiento se comparte y genera en la comunidad, donde nadie reclama su propiedad y donde, bien que mal, a todos se les recompensa por el esfuerzo. Y nadie se está inventando aquí ninguna utopía. Con ese modelo la ciencia y la tecnología han sido con diferencia los factores de cambio más relevantes y creativos de los tres últimos siglos. Si la "piratería", esa palabra usada y abusada por medios y corporaciones al igual que "terrorismo", si la libre distribución de información es tan fatídica para la creatividad y los creadores, ¿cómo se explica que ahora haya centenares más de escritores, miles de pequeñas bandas de música, una infinidad de proyectos filmográficos exitosos al margen de las distribuidoras? ¿Cómo se explica la explosión creativa que podemos contemplar deambulando por la red? ¿Cómo se explica que la película más taquillera de la historia, Avatar, sea también la más "pirateada"? Si la libre distribución de información es tan funesta, ¿cómo es posible que su punto álgido coincida con la mayor explosión creativa de la historia de la humanidad?

La propiedad intelectual es un fraude. La libre distribución de información, la neutralidad de internet, nos van a llevar de un mundo con soles brillantes, deslumbrantes, un mundo de grandes estrellas del rock, escritores mitificados y homogeneidad filmográfica controlados por los sacerdotes y gurús de la distribución, hacia una noche mágica plagada de estrellas brillantes compartiendo el cielo y el beneficio. Basta ya de defender los monopolios de los estafadores. En el mundo de la creación distribuida de información, nadie posee las ideas y a cada autor se le paga acorde la cantidad y calidad de su obra, como a cualquier otro trabajador.


Imágenes: Sacadas de aquí y aquí.


lunes, 11 de julio de 2011

Silverstone 2011: Feliz aniversario, Ferrari!

Espectacular. La carrera de ayer fue espectacular. Que un piloto salga tercero, que a un tercio de carrera vaya quinto y que, sin incidente extraño alguno, termine ganando es algo que no se veía desde hace muchas temporadas en la Fórmula 1. Sé que ya suena a tópico; pero no deja de maravillarme el gran acierto que han supuesto los cambios en el reglamento de este año y, sobre todo, el cambio de proveedor de neumáticos. Incluso en una temporada que, hasta ahora, ha estado dominada por Red Bull, la carreras están siendo increíbles. Y ahora que Ferrari parece por fin capaz de plantarles cara, el espectáculo sólo promete mejoras.

La victoria de Alonso, a parte de preciosa y contundente, es simbólica. Fernando ha ganado el día en que Ferrari iba a decidir si seguir luchando por este campeonato o centrarse en el que viene. La victoria ha llegado con el primer paquete de mejoras que Ferrari traía desde que descubrieron los problemas de su túnel de viento. Han ganado el mismo día y en el mismo circuito en que hace sesenta años Ferrari conseguía su primera victoria. Venían amenazando desde hacía tres carreras, donde las victorias se escaparon por errores mínimos o pura mala suerte; pero ayer todo funcionó. Incluso Red Bull la pifió en la penúltima parada en boxes de Vettel. Ya iba siendo hora que algo les saliese mal; aunque viendo la superioridad que mostró el F150, creo que Alonso también hubiese adelantado al alemán la pista sin problemas. En cuanto la pista y los neumáticos blandos
empezaron a coger temperatura, el Ferrari estuvo intratable, y Fernando no desaprovechó la oportunidad. Rodó entre medio y segundo y medido por vuelta más rápido que sus rivales. Ni Hamilton, que volaba con la pista fría y mojada y mientras las gomas estaban frescas, ni Vettel, que siempre saca lo mejor del impresionante RB6, ni Webber, que ayer volvió a encontrar la inspiración, fueron capaces de seguir al asturiano. Sólo Massa llegó a rodar a su ritmo yendo a la caza del chico maravilla, que renqueaba corto de gasofa y con los Pirelli en las últimas, al final de la carrera. Fue una pena que algo se rompiese en los bajos de su monoplaza a media carrera y que no llegaran a optimizar su estrategia, sino el brasileño también podría haber arañado puntos preciosos a los Red Bull. Pero quizá lo más importante de la victoria de ayer se que ha ocurrido en Silverstone. Ese circuito que en Ferrari habían marcado con una cruz roja al principio de la temporada. Con sus rectas cortas y curvas rápidas es el trazado que en teoría peor se adapta a las características del F150; pero los de rojo se vuelven a Maranello con el premio gordo bajo el brazo. Haber ganado con tal contundencia en Silverstone da esperanzas para pensar que Ferrari ha encontrado la solución a los problemas de la primera parte de la temporada. Tendrán que confirmarlo en las próximas carreras, a priori circuitos más favorable para el F150, además de confiar en que ya hayan gastado su ración de infortunio para lo que queda de temporada.

Alonso, Ferrari y victoria a parte, ¿qué me dicen ustedes de la última vuelta? Webber ignorando las órdenes de equipo luchando rueda con rueda con Vettel. Y Massa al acoso y derribo de Hamilton. Ni el australiano ni el brasileño lograron su objetivo; pero nos dejaron una última vuelta épica. Aunque si vamos a hablar de épica, y si me dejan ustedes elegir, creo que el momento de la tarde ayer no ocurrió en carrera sino justo antes. Alonso se saltó el programa, se lo estaba pasando demasiado bien con el F375 propiedad de Bernie, el mismo con el que Froilan González ganó la para Ferrari por primera vez hace sesenta años, y decidió darse otra vuelta de homenaje a Silverstone; pero esta vez apretando el acelerador y los dientes, agarrando firme el descomunal volante para ver de qué era aún capaz aquella máquina histórica. Como todo el fin de semana: espectacular.

P.S.: Lo interesante a partir el la marca de los 3:30.

Imágenes: Autosport.com y MailOnline.co.uk.

martes, 5 de julio de 2011

Zeitgeist

Estos días me rondan la cabeza mil historias, sobre libertad, leyes, anarquismo, España entre el 36 y el 37, el 15M, los 600€ que me quiere robar Europcar y otras que seguro que se ocurren en cuanto termine de escribir esto. . . Pero hoy voy a volver a hacer trampa. Las dos horas que iba a invertir en escribir una de esas historias, me las he pasado viendo el documental de aquí abajo. Os diría que lo disfrutaseis, pero no lo vais a disfrutar. Con que lo veáis basta:



Aqui tenéis también la versión original sin subtítulos:

Zeitgeist: The Movie (2007), Peter Joseph.


¿Soluciones?

Un servidor no tiene soluciones. Ni las tienes tú. Ni las tiene nadie. Las soluciones las vamos a encontrar hablando y discutiendo, compartiendo y creando información. No esperes que te lo pongan fácil. Y menos ahora que es ilegal sentarse a hablar en las plazas.