miércoles, 26 de octubre de 2011

Ciencia y anarquía

"Es una utopía. La naturaleza egoísta de la gente lo hace inviable. Eso nunca podrá funcionar…"

El anarquismo, por su propia definición, no es una utopía. Primero, porque no se trata de un sistema social, sino de una serie de criterios o principios para articular sociedades y comunidades. Segundo, porque uno de esos principios es defender y promover el cambio, la evolución, la exploración, la diversidad y la creatividad. Una sociedad que evoluciona y experimenta en busca de mejoras no puede ser utópica, porque lo utópico ya es perfecto, no necesita mejora alguna, es inmutable. Otra razón más por la cual el anarquismo se niega a definir en detalle ninguna estructura social ideal o modélica. Una vez que uno admite que las personas y su entorno están en constante evolución y varían de un lugar a otro del planeta, carece de sentido definir estructuras sociales rígidas, inmutables, globales y utópicas que articulen nuestras vidas por los siglos de los siglos. Por eso el anarquismo, en vez de dar descripciones precisas y detalladas de cómo deberían vertebrarse dichas sociedades, se limita definir una serie de principios que deberían ser defendidos y aplicados en cualquier sociedad presente y futura.

Sobre la naturaleza humana ya discutimos una vez (Naturalezas humanas), así que voy a ahorrarles repeticiones. En cuanto a que "nunca podrá funcionar", sorpréndase ustedes, porque el anarquismo lleva siglos funcionando en varios ámbitos de las sociedades humanas. Uno de ellos, aquel que más influencia ha tenido en la sociedad en los últimos dos siglos: la ciencia.

La ciencia crea, evalúa y ordena el conocimiento siguiendo patrones anárquicos. Al contrario de las connotaciones que los medios han asociado a la palabra, anarquía no significa caos y desorden, es más, muchas estructuras anárquicas tienen un alto grado de organización y complejidad. Anarquismo significa, entre otras cosas, autogestión, descentralización, libertad de asociación y "desasociación", horizontalidad y acceso público a productos y recursos. Criterios todos ellos seguidos a pies juntillas en la comunidad científica. Para evitar malentendidos, no olvidemos sin embargo, que la ciencia vive inmersa en una economía de mercado y una sociedad jerarquizada que causan influencias obvias y, en la mayoría de los casos, negativas.

La comunidad científica evalúa y publica sus conocimientos siguiendo el método de revisión por pares (donde pares ha de entenderse en primera acepción de la RAE: "igual o semejante totalmente"). Cuando alguien hace un nuevo descubrimiento o avance científico y desea compartirlo con la sociedad, primero, entre dos y seis pares (colegas, compañeros, científicos o expertos en la materia), sugeridos por uno mismo y elegidos por el editor de la publicación, evalúan los resultados. Si los consideran correctos y adecuados, se publican, haciéndolos accesibles al resto de la sociedad; si no, los evaluadores sugieren los cambios y mejoras necesarios para su publicación. Por supuesto, una vez que es de dominio público, esa pequeña pieza de conocimiento es revisada, compartida, ampliada y corregida por el trabajo y las publicaciones de otros miembros de la comunidad.

Lo primero que debería de llamarnos la atención en un mundo en que todo tiene un título de propiedad, es que el conocimiento científico es público. Sí, público. Vale que uno tiene que pagar por las revistas donde se publica, una de las consecuencias de que la ciencia viva inmersa en una economía de mercado y los editores, maquetadores e impresores tengan que pagarse el pan. Al comprar una revista, uno paga por el papel y la tinta, o el trabajo de mantenimiento de la web donde se alojen los artículos; pero el conocimiento en sí es público, no tiene copyright y cada uno puede hacer lo que plazca con él. Y menos mal, porque si Ramoncín fuese científico, hasta la Luna tendría que pagar un canon por usar las leyes de Newton para gravitar entorno a la Tierra.

El método de revisión por pares es también horizontal y descentralizado. Horizontal, porque son los propios colegas, científicos igual que uno, quienes evalúan las nuevas publicaciones. Cualquier discusión, antes y después de la publicación, sobre la validad o corrección del nuevo pedazo de conocimiento está libre de cualquier argumento de autoridad, sujeta sólo a la validez y solidez de los argumentos esgrimidos. El método es también descentralizado porque opera sin necesidad de ninguna institución internacional que gestione el proceso. A diario, diversos sectores independientes de la comunidad evalúan y coordinan en paralelo miles de nuevos pedazos de conocimiento, así como sus relaciones e implicaciones con publicaciones anteriores en un continuo foro de discusión global que funciona sin necesidad de ningún aparato jerárquico, burocrático o estatal.

Por último, salvando los límites contractuales impuestos por el mercado laboral (otra de las rémoras impuestas por la economía de mercado), cada científico es libre de gestionar sus recursos intelectuales y materiales así como de asociarse y compartirlos con otros miembros de la comunidad para el mutuo beneficio. Esta capacidad de autogestión y libertad para formar y disolver grupos, junto con el acceso público a la información, son sin duda una las causas de la extraordinaria riqueza y variedad de conocimiento y saber que la ciencia ha creado. Uno no puede dejar de preguntarse cuánto más lejos habríamos llegado si la ciencia no se viese limitada, cada vez más, por los dictados del mercado, la gestión privada de recursos y las imposiciones de intereses particulares, a menudo bélicos, de esta o aquella corporación o estado.

Ustedes eligen: un mundo donde los recursos y las vidas se gestionen de forma anárquica (descentralizada, horizontal, pública y libre) o un mundo jerarquizado y centralizado, con presidentes y votantes, con empresarios y esclavos, un mundo donde el que más tiene tiene aceso a aún más, un mundo donde todo tiene asociado un título de propiedad y compartir está prohibido. Si la comunidad científica no se hubiera empeñado en mantener su estructura anárquica, aún seguiríamos en la Edad Media. Creo que ya va siendo hora de exigir que esos principios se apliquen a otros ámbitos de las sociedades. Ya va siendo hora de que dejemos de llamar utopía a lo que tenemos delante de las narices y empecemos a desenmascarar a timadores y mentirosos.


Imágenes: sacadas de Something Ordinary y Digital Expresionism.

lunes, 17 de octubre de 2011

Yeongan 2011: "I give up, guys…"

A las palabras que dijo Alonso por la radio a dos vueltas del final del Gran Premio de Corea se les está dando mucho bombo y platillo. Sospecho que no tanto por su significado como por lo insólito, nadie esperaba oír a Fernando decir algo así, o por el significado que se les puede dar sacadas de contexto.

"I give up, guys…"Me rindo, chicos…

No quiero alimentar la polémica, ni llevarme las manos a la cabeza por tres palabras dichas tras media carrera atrapado en el tráfico y, la otra media, haciendo vuelta tras vuelta a ritmo de clasificación. Fernando encadenó vuelta rápida tras vuelta rápida para recuperar el tiempo perdido. Su ingeniero de pista le gritaba que empujase un poco más en cada giro, jugándosela con unas gomas que iban a menos. Todo, para llegar a la estela de Button a dos vueltas del final, ya sin tiempo ni neumáticos para intentar un adelantamiento. Frustración sería la palabra para definir cómo se debió de sentir Alonso. Sensatez la que le hizo tomar la decisión; mejor quinto que contra el muro. Y ambas, frustración y sensatez, las que le hicieron decir lo que dijo.

Mi interés en las palabras de Alonso van más allá de la carrera del domingo. Esas palabras me hacen pensar en todo lo que ha pasado Ferrari esta temporada: los problemas con el túnel de viento, con los neumáticos, con esa lluvia que casi siempre llegaba, como el coche de seguridad, en los momentos más inoportunos. Ferrari ha cometido errores esta temporada, pero la fortuna tampoco les ha sonreído a menudo. Tal vez las palabras de Alonso fueron más fruto de las frustraciones de toda la temporada que de este domingo. Una temporada que ha sido como la carrera coreana: la primera mitad atrapados por los errores propios y la mala fortuna; la segunda, con el acelerador a fondo. Todo, para terminar descubriendo que has llegado demasiado tarde para luchar por la victoria.

Siendo honesto y sensato, no puedo criticar criticar las palabras de Alonso el domingo, ni la labor de Ferrari este año. Todo lo contrario, debo alabar las veinte vueltas espectaculares, yendo a por todas con el cuchillo entre los dientes, y el espíritu incansable dentro de Maranello, dándolo todo por mejorar el coche carrera tras carrera. Sólo al final, cuando ya no había opciones de adelantar a Button y Webber para subirse al podium, sólo cuando las matemáticas confirmaron que milagro de luchar por el campeonato era imposible, sólo entonces, Alonso y Ferrari se han rendido. Si es que a luchar hasta último aliento sin empeñarse en pelear batallas perdidas se le puede llamar rendirse&hellip

Tal vez cuando escuchamos palabras como esas, "I give up, guys…", y las ponemos en contexto, podemos empezar a entender la magia del tandem Alonso-Ferrari. Porqué Alonso se ha sentido como en casa desde el primer día y porqué Ferrari le quiere a toda costa (le han renovado el contrato hasta el 2016). Porque a ambos los alienta el mismo espíritu, ambos piensan sólo en una cosa: la victoria. Y para ganar hay que luchar hasta el final, pero también hay días para saber reconocer dónde está el final y guardarse las fuerzas para seguir luchando y ganando mañana.


Imágenes: Autosport.com.

sábado, 15 de octubre de 2011

Dos frases

"Tenías razón. Puedes enviar también los otros dos."

Fue el martes. En algún momento indeterminado entre la una y las dos de la madrugada. El mundo, o al menos mí mundo, contuvo la respiración. Los ojos, cansados, parpadeando el doble de lo habitual frente a la pantalla. El cuerpo, tenso, preguntándome por qué tenía que estar sentado cuando debería estar tumbado en la cama. Las neuronas, embotadas, procesando en background el formulario electrónico que, hasta hacía unos segundos, estábamos rellenando para reenviar al editor las correcciones de uno de los artículos. Y ahora, en medio de la pantalla, encabezando aquel imeil llegado desde Islandia:

"Tenías razón. Puedes enviar también los otros dos."

Los ojos, cansado. El cuerpo, tenso. Las neuronas, embotadas. Y el mundo, al menos mi mundo, dejó escapar un suspiró contenido durante años. Aquellas dos frases escritas en tono casual por mi jefa certificaban el fin de mi condena a doctorado perpetuo. Aquellas palabras daban el visto bueno para que mandase a publicar los otros dos artículos a los que habían estado mareando la perdiz año y medio. Y con los artículos publicados, ya no hay más que rascar, o poco…

Tras algún pequeño ajuste el miércoles, envié los dos artículos el jueves, no fuese a ser que alguien se arrepintiese a última hora. Ya sólo queda darle el último pulido a las cincuenta páginas de sinopsis e imprimirlo todo para que a la jefa tenga una copia completa de la tesis encima de la mesa cuando vuelva de vacaciones, el día 25.

Aún se me ocurren algunas cosas que pudieren torcerse, y temo otras que no se me ocurren. Pero con los artículos enviados y la sinopsis aprobada ya por dos popes, quiero pensar que ésta vez es la buena, que en cuestión de días voy a quitarme el doctorado de en medio de una putísima vez. Veremos…


Imágen: Light at the end, sacada de Rosenblum.tv.

martes, 11 de octubre de 2011

Suzuka 2011: Un paso atrás

Fue lo que hizo Ferrari este fin de semana: dar un paso atrás… Para coger carrerilla, saltar por encima de los Red Bull y, si no hubiera sido por un puñetero safety car, aguarle la carrera perfecta a Button y alzarse a lo más alto del podio japonés. A la vista de los problemas en Monza, Spa y Singapore, las cabezas pensantes de Maranello decidieron tirar a la basura todas las "mejoras" introducidas en esas carreras y volver a la configuración del Gran Premio de Hungría. Y dio resultado, vaya si dio resultado. Es la primera carrera que recuerdo esta temporada que, en condiciones normales, el F150 no pareció sufrir con las gomas, mantuvo un ritmo uniforme a la par de lo Red Bull y McLaren y permitió a Fernando luchar por la victoria. Lo que no me queda claro aún es si en Ferrari por fin han aprendido a gestionar las gomas o si esto a sido flor de un día y de una combinación afortunada de temperatura, asfalto y reglajes.

Sea como fuere, da gusto volver a ver a Alonso luchando por la victoria en vez de por las migajas. Tal vez no fuese la carrera más trepidante de la temporada, desde luego no vimos tanto adelantamientos como en otras; pero en cuanto a tensión se llevó la palma. Button, que hizo un fin de semana perfecto, Alonso, que cuando el Ferrari está a su altura mete miedo, Vettle, deseando coronarse campeón con otra victoria y Webber viniendo como un ciclón desde detrás, no dieron una carrera en que se mascó la tensión de principio a fin. Button y Vettle, rodaban más rápido con las gomas frescas, pero Fernando les sacaba ventaja a medida que se desgastaban. Así nos tuvieron 63 vueltas en un tira y afloja en el que nadie era capaz de sacudirse a los rivales de encima.

Fueron los aciertos estratégicos de McLaren y Ferrari quienes sacaron mejor provecho de los magníficos esfuerzos de sus pilotos. Y, por primera vez, vimos flaquezas en los Red Bull. Incapaz de poner tierra de por medio desde el principio, Vettel no pudo sacar provecho de la velocidad del RB6 y sufrió con unos neumáticos que se degradaban más rápido que los de sus rivales. Button no dejó escapar la oportunidad, llevaba amenazando todo el fin de semana. Alonso, hizo una carrera al sprint y, por fin, Ferrari supo sacar provecho de su inusual estrategia de retrasar las paradas en boxes y llegar al final de carrera con neumáticos más frescos que el resto. SIn duda esta vez funcionó, porque la delicadeza del Ferrari con las gomas esta vez sí que marcó la diferencia y, durante el par de vueltas extra que Fernando daba con cada juego, era capaz de mantener un ritmo similar al de los que acababan de poner gomas nuevas, quienes en más de una ocasión, obligados a detenerse antes, se quedaron atrapados en el tráfico.

Al final, duele pensar que la victoria se escapó por culpa de otro maldito safety car. Justo en el momento en que Alonso tenía su segundo juego de neumáticos a punto de caramelo y que Button y Vettel empezaban a sufrir, Hamilton hizo otra de las suyas y se cargó el alerón de Massa. Estos dos llevan una temporada prometiéndoselas y un día van a tener un probleman serio… Las vueltas en que la carrera estuvo neutralizada les dieron aire a los rivales de Alonso y causaron el caos en el medio de la parrilla, donde, a lo largo de toda la carrera, hubo duelos de todos los tipos y tal disparidad de estrategias que era difícil entender lo que estaba pasando. Así que, con la salida del coche de seguridad perdí por completo el hilo. Lo único que me quedó claro, fue que Rosberg y Kobayashi siempre andaban de por medio. Uno remontando desde la última posición tras los problemas hidráulicos que impidieron clasificar el sábado, y el otro tratando de dar el do de pecho ante su público y siendo víctima de una mala salida y estrategias poco afortunadas.

En resumen: felicidades a Sebastian Vettel y Red Bull, muy dignos e indiscutibles, aunque aburridos, campeones a falta de cuatro carreras; felicidades también para Button que hizo la carrera perfecta, supo gestionar sus opciones a las mil maravillas y está ganándose su asiento en McLaren a base de comerle la tostada, carrera tras carrera, al chico maravilla; y un aplauso para Ferrari y Alonso, que por fin parecen haber dado con la solución a los dramas de esta tempora y, aunque ya sea tarde para grandes glorias, a lo mejor aún nos pueden dar alguna alegría esta temporada.


Imágenes: Autosport.com.



jueves, 6 de octubre de 2011

15 días 15 fotos

Sacar una foto decente cada día. Uno de mis pocos propósitos que me hice durante los quince días que estuve en España.Gracias a todos los que me amenizasteis la visita y perdón a quienes no tuve el humor para compartir un rato, esta vez fui con las baterías a media carga. No os entretengo más. Aquí están las fotos:

La espera.
Lunes 19. Aeropuerto de Barajas, T4. Los aeropuertos son limbos entre dos vidas.


Lo que el gato ve.
Martes 20. Ratas, estoy casi seguro de que este gato ve una rata.


Las brumas de San Lorenzo.
Miércoles 21. Arenal de San Lorenzo, Gijón. Dijo Neal Gaiman, que a ciertas horas, con ciertas brumas, Gijón parace sacada de un cuento de hadas. Y si alguien sabe de hadas es el Sr. Gaiman.


Luces de Gijón.
Jueves 22. Paseo del Muro, Gijón. Hay farolas con nombre de cuidad y ciudades con luces propias.


Café Bukowsky.
Viernes 23. Café Bukowsky, Donosti, ese lugar donde los roscos están duros, pero te puedes comer unas doradas al horno escandalosas. La escena y el sitio bien podrían estar sacados de algún libro suyo.


Recién casados.
Sábado 24. Una sala de banquetes en Madrid. Él las sostiene a ellas, y juntos una promesa. Mis mejores deseos a ambos.


Ancha es Castilla.
Domingo 25. Anochece al norte de Guadarrama. Depósito lleno y cuatrocientos kilómetros por delante.


Las aguas de San Pedro.
Lunes 26. Iglesia de San Pedro, Gijón. Aunque pudiere no parecerlo, para un servidor lo más importante de esta escena siempre será el horizonte.


La mirada del tigre.
Martes 27. En La Calzada, bajo un puente para príncipes, no encontré vagabundos sino artistas.


Bufonaes.
Miércoles 28. Centro municipal del Llano. Una tarde de teatro amateur y familiar. Todos mis respetos para los actores; al guionista, ¡qué le corten la cabeza!


Cinco y el sol.
Jueves 29. Bahía de poniente, Gijón. Mientras haya muchachos que se detengan a contemplar una puesta del sol, habrá esperanza.


Pasarela al infinito.
Viernes 30. Entre dos barrios de Gijón, sobre ferrocarriles y autopistas, este puente que oscila con el viento y los pasos, me ha llevado y traído de tantos, tantos momentos.


Elogios al horizonte.
Sábado 1. Cerro de Santa Catalina, Gijón. Por suerte o por desgracia, icono de la cuidad; a gusto o disgusto, pero nunca indiferente.


Estrellas de oro líquido.
Domingo 2. Villarroyo, un lugar al que para llegar hay que perderse. Parrillada, embutido, pimientos, tortillas, amigos y sidra para celebrar que no nos vemos tan a menudo como nos gustaría.


Entre tierra y mar.
Lunes 3 (o no). De nuevo San Lorenzo, Gijón. Para no olvidarme de que un día fue verano.


Para quienes quieran ver las fotos en grande y de seguido, aquí os dejo el enlace a la galería en Picasa. Le dais al Slideshow, o como se diga en castellano y a disfrutar:

15 días 15 fotos