martes, 28 de abril de 2009

Historias

Hoy, leyendo el último libro de Neal Stephenson, Anathem, me encontré, entre otras muchas genialidades, este párrafo que me he permitido la libertad de traducir; más abajo podéis encontrar la transcripción del original:

"Hace miles de años, el trabajo que la gente hacía fue dividido en empleos que eran lo mismo cada día, en organizaciones donde las personas eran partes intercambiables. Todas las historias habían sido sangrandas de sus vidas. Asi fue como tuvo que ser; es como consiguesteis una economía productiva. Pero sería fácil ver una voluntad trabajando tras esto: no precisamente una voluntad malvada, sino una voluntad egoísta. La gente que había hecho así el sistema eran celosos, no del dinero y no del poder sino de las historias. Si sus empleados llegaban a casa al final del día con historias interesantes que contar, significaba que algo había ido mal: un apagón, una huelga, un matanza frenética. Los Poderes Fácticos no consentirían que otros formasen parte de sus propias historias a no ser que fuesen historias falsas que hubieran sido prefabricadas para motivarles. Las personas que no podían vivir sin historias habían sido conducidas a los concentos* o a trabajos como el de Yul**. Todos los demás tenían que buscar en algún lugar fuera del trabajo el sentimiento de que eran parte de una historia, que era por lo que suponía que los Sæculares*** estaban tan involucrados en los deportes y en la religión. ¿Cómo si no podrías verte a ti mismo como parte de una aventura? ¿Algo con un inicio, nudo y desenlace en lo que jugases un papel significativo?"

"Thousands of years ago, the work that people did had been broken down into jobs that were the same every day, in organizations where people were interchangable parts. All of the story had been bled out from their lives. That was how it had to be; it was how you got a productive economy. But it would be easy to see a will at work behind this: not exactly an evil will, but a selfish will. The people who'd made ths system thus were jealous, not of money and not of power but of story. If their employees came home at day's end with interesting stories to tell, it meant that something had gone wrong: a blackout, a strike, a spree killing. The Powers That Be would not suffer other to be in stories of their own unless they were fake stories that had been made up to motivate them. People who couldn't live without story had been driven into the concents* or into jobs like Yul's**. All others had to look somewhere outside of work for the feeling of that they were part of a story, which I guessed was why Sæculars*** were so concerned with sports, and with religion. How else could you see yourself as part of an adventure? Something with a beginning, middle and end in which you played a significant part?"


(*) Concento/Concent: Lugar de reclusión voluntaria aislado del mundo exterior, similar a un monasterio, cuyos habitantes, bajo estrictas normas de austeridad y relación con el exterior, viven dedicados al estudio y desarrollo de las diversas artes y ciencias.
(**) Yul trabaja como guía de montaña.
(***) Sæculares/Sæcular: toda persona que no habita en un concento ni está sujeta a su disciplina.


Imagen: Analemma, V. Rumyantsev.

lunes, 27 de abril de 2009

Sakhir 2009: Normal, normal, lo que se dice normal. . .

Dijo Alonso que ésta había sido su mejor carrera en dos años. Salió séptimo. Termino octavo. Un solo punto para la saca; aunque en los últimos años hemos aprendido el valor de un solo punto. . . ¿Su mejor carrera en dos años? Mmm. . .

Para entender el comentario de Fernando hay que mirar la carrera con cuidado. Más que por falta de rendimiento en el R29, el resultado final se vio condicionado por la salida. La estrategía de Renault pasaba por ganar posiciones en arrancada gracias al KERS; pero Rosberg la arruinó cuando empujó a Alonso a la hierba. A partir de ahí, de nada sirvió que durante la mayor parte de la carrera Fernando estuviese entre los cuatro pilotos más rápidos. Si además de haberte quedado rezagado, tienes que repostar antes que los que van delante, llevas todas las de perder. Poco se puede hacer. Pero ese poco, Alonso lo hizo. Sacando vuelta a vuelta lo mejor de un coche que aún está a unas décimas de los mejores. Desde el punto de vista del pilotaje fue una carrera perfecta. Incluso se permitió hacerle a Trulli un adelantamiento de los que quitan el hipo, frenada al límite y ruedas golpeándose.

Hablando de Trulli, otro asunto difícil de comprender es que a Toyota, tras el doblete contundente en la clasificación, se le escapase la victoria. . . Error de estrategia. Un error que a un servidor le costó veinte vueltas entender. Miraba la tele, miraba el monitor de tiempos, y no comprendía que pasaba con los Toyota. Empezaron como rayos y de pronto eran tortugas. ¿Por qué? Pues porque contra todo pronóstico y a pesar del calor infernal, los neumáticos con mejor rendimiento fueron los super-blandos en vez de los intermedios. Todos los equipos se dieron cuenta durante los entrenamientos menos Toyota. Me costó veinte vueltas de confusión. Con tan norma nueva, tanto complicar las cosas para, según dicen, mejorar el espectáculo, las carreras son cada vez más difíciles de entender. Para hacerlo, uno tiene que pasarse su tiempo antes de que se apague el semáforo averiguando quién lleva y quién no lleva KERS, en qué ciclo de motor y caja de cambios está cada piloto y demás. Uno tiene que andar mirando con lupa las imágenes de la tele para ver si los neumáticos llevan líneas verdes o no. Al final, tanta parida y tanta gaita, condiciona los resultados más de lo que debería. La Fórmula 1 son diez coche fabriacados a la carrera por los mejores ingenieros del mundo puestos en las manos de los veinte mejores pilotos del momento. Diez equipos, veinte pilotos y a ver quién es el más rápido. Sencillo como el mecanismo de un sonajero. Pero no, en vez de dejar que equipos y pilotos se batan el cobre a gusto y que todos lo disfrutemos tranquilos, la FIA tiene que andar jodiendo la marrana. Que si ahora en vez de los mejores neumáticos para cada circuito, tenéis que usar otros dos que no van tan bien. Y con cuidado, que sólo váis a tener ocho motores por temporada, así que nada de andar corriendo como locos, que si los rompéis penalización al canto. Y penalización al canto también si arriesgáis en un adelantamiento, os sale mal y tenéis un accidente. Y. . . Y. . . Y el año que viene vais a tener que conducir con una mano el bolsillo, y cada cinco vueltas tendréis que cambiar de mano. Y. . . Y vamos a poner límites de velocidad; eso, para dar emoción y por seguridad, límites de velocidad sorpresa en ciertos tramos del circuito. . .

Señores de la FIA, Bernie y compañía: ¡Váyanse ustedes a rascar los güevos!

Un servidor, cuando se sienta a ver una carrera de Fórmula 1, lo que quiere ver es a los mejores pilotos del mundo peleándo sin cuartel a los mandos de los coches más rápidos que el ingenio humano es capaz de crear. Quiero ver velocidad pura y talento desfogado. Ya me estoy hartando de, en vez de carreras, ver concursos de malabarismo para ver quién se las apaña mejor para sortear las zancadillas de la FIA.

Milongas a parte, este fin de semana, por fin pudimos disfrutar de una carrera normal. Normal, dentro lo "normal" que esta siendo está temporada. A pesar de la ventaja que Brawn y Red Bull parecen tener, sigue sin haber un status quo claro. Los equipos están tan, tan igualados, que cualquier pequeña mejora, cualquier pequeño cambio en las condiciones de carrera, pone las clasificaciones patas arriba. Tanto que, a pesar de haberse llevado Button el gato al agua en tres de cuatro, ha habido tres equipos diferentes dominando: Brawn, Red Bull y Toyota, pese a que el error de estrategia les arruinase esta carrera. La igualdad y el caos reinantes son lo que aún deja las puertas abiertas a que los equipos grandes puedan poner las cosas en su sitio. Este año, cada pequeña mejora cuenta más que nunca. Los coches, diseñados desde cero, tiene aún mucho margen de mejora. Veremos ahora que el circo vuelve a Europa, si los grandes son tan grandes como dicen y plantan cara a la insolencia de los recien llegados. Veremos si Renault llega a tiempo para darle al talento de Alonso una máquina capaz de asaltar un campeonato que tiene demasiados pretendientes.


Imágenes: Autosport y thef1.com.

lunes, 20 de abril de 2009

Shanghai 2009: Lo difícil

Además de ser un magnífico espectáculo, carreras como la de ayer sirven para recordarnos lo difícil que es llegar el primero a la meta. Todo, todo, todo, tiene que funcionar a perfección: el coche, el equipo, el piloto y hasta la suerte para obtener el favor de los imponderables. Basta que una sóla cosa falle, para que una posible victoria memorable desaparezca en un renglón olvidado de la historia. El domingo la actuación brillante de Vettel y el equipo Red Bull, y los infortunios encadenados como sufridos por Alonso, nos mostraron las dos caras de la moneda: mismo esfuerzo, misma genialidad y resultados tan dispares originados en pequeñas diferencias.

Sebastian Vettel lleva desde su debut recogiendo papeletas para ser uno de los grandes pilotos del futuro de la Fórmula 1. Su victoria el año pasado en Monza y la de ayer en Shanghai, le van poniendo en el buen camino. Tenía el mejor coche del fin de semana; pero había que llevarlo a la meta, algo que no es para nada trivial en condiciones normales y mucho menos bajo el diluvo que cayó en Shanghai.
Un gran coche, un equipo y una estrategia perfectos, un pilotaje magistral y la suerte de no encontrarse con el infortunio, subieron a Vettle por segunda vez a lo más alto del podium. Brillante trabajo y merecida recompensa, redondeada con la segunda posición de Mark Weber, que demostró que cuando le dan la opción, también sabe estar ahí.

La otra cara de la moneda le tocó a Alonso. Con una estrategia agresiva a bordo de un R29 bastante mejorado, pero que aún no está a la altura de Brawn o Red Bull, consiguió el sábado clasificar en la primera línea. Y aquí es donde una vez más las decisiones sin sentido de la FIA vienen a joder la marrana. A ver, ¿por qué demonios se decidió que había que usar los neumáticos medios y los super-blandos? ¿Por qué se eliminó de la ecuación el compuesto óptimo para este circuito: el blando? ¿Y qué sentido tuvo dar nueve vueltas detrás del coche de seguridad antes de empezar la carrera? Entiendo que con la que estaba cayendo, una salida lanzada es lo más sensato; pero nueve vueltas. . . !Nueve vueltas! Fueron estos dos factores los que arruinaron la carrera de Fernando. Su estrategia estaba diseñada para usar al principio de la carrera los neumáticos super-blandos, que sólo aguantan entre seis y diez vueltas en Shanghai; pero como se puso a llover, todo esto dejó de importar, y la ventaja se la llevaron los que clasificaron cargados de gasolina pensando en usarlos al final de la carrera. Para terminar de arreglarla, tuvo que gastar su poco combustible dando vueltas detrás del coche de seguridad. Con tan mala suerte que justo tras su repostaje, cuando salía el último de boxes, la dirección de carrera decide dar la salida. Así es como un piloto pasa de estar segundo a último por decisiones sin sentido ajenas a su voluntad y a la de su equipo. El resto fue una lucha a ciegas por arañar posiciones una a una. Un duelo contra la lluvia y contra todos. Una batalla perdida por un error nimio pagado demasiado caro. El trompo que hizo Alonso cuando atacaba a Kovalainen, antes de que los neumáticos perdiesen su mejor momento, arruinó una remontada de catorce posiciones. Pero si tengo que seros sincero, prefiero verle perder tres o cuatro puntos mientras lucha con el cuchillo entre los dientes por hacer lo imposible, que verle rodar derrotado y dar la carrera por perdida antes de la bandera a cuadros.

Ayer vimos dos pilotajes magistrales. El de Vettel para llegar lo más rápido posible a lo más alto del podium y celebrar una más que merecida victoria. Y el Alonso luchando contra un infortunio desmedido. Dos actuaciones sobervias con resultados dispares. Siempre es difícil estar ahí arriba; pero a veces es imposible. Nos queda el consuelo de ver que Alonso sigue siendo el mejor, el que luchará hasta el final. Nos queda la esperanza de que el R29 se va poniendo a su altura poco a poco.

¡Ánimo, neno, que esto no ha hecho más que empezar!


Imágenes: Autosport.

domingo, 19 de abril de 2009

Tres

Uno.

Dos.

Tres.

Hoy hace tres años que vivo en Copenhague. Miro hacia atrás, hacia la presona que hace tres años se subió en un avión. Veo como ha cambiado, en algunas cosas. En otras muchas se ha reafirmado. Igual que el día que hizo la maleta eligió viajar ligero y llevarse sólo lo imprescindible: cuatro trapos, el libro que estaba leyendo y un puñado de fotos; estos tres años se ha aligerado el alma. Ha ido deshaciéndose de las partes de sí mismo que no necesita. El resto ahora crecen más a gusto.

Aunque el futuro le sea incierto, como suele verse desde el presente todo futuro que se precie, hay ciertos patrones en su pasado que le dan confianza. Saber que las grandes decisiones de su vida las ha tomado por el simple gusto de tomarlas, sin preocuparse demasiado por las consecuencias, le hace sonreír satisfecho. Estudió física por la curiosidad de cómo funciona el universo, por el gusto de asomarse a ver el cuadro completo, o casi. . . Dedica horas a las artes marciales por el placer de ver hasta donde puede mejorar. Se fue Dinamarca por el gusto de ver con sus propios ojos como cambia todo cuando todo es diferente. Espera que cuando vuelva a tocar, tener ese destello de valor y la libertad necesaria para volver a decidir guiado por la curiosidad, la pasión y el respeto por sí mismo.

Valor, pasión y respeto. . . Es en lo que confía para deshacer el nudo oculto bajo capas y capas de satisfación y felicidad. Un grito de rabia, miedo y anelo atrapado entre la garganta y el corazón. Rabia cuando siente que podría explotar como una supernova e iluminar el cielo nocturno. Miedo de quedarse como una cerilla olvidada en la caja, a oscuras y asustada de encender su propia llama. Anelo de ser una vela que les haga la velada más agradable.

Tres años en los que como dice un amigo suyo, aunque siga sin tener claro qué es lo que quiere, está bastante seguro de lo qué no quiere.


Imagen: Tres, Sigurgeir Korston.

jueves, 16 de abril de 2009

Inevitable

Ésto me lo encontré en el blog de John Wick. Y no quise contenerme. . .


C R I S T I A N I S M O

Mi dios tiene un martillo, tu dios fue clavado a una cruz.
¿Alguna pregunta?

lunes, 13 de abril de 2009

Skagen

Temprano, no por el reloj, sino por haber dormido cinco horas. Sopla viento del sur, frío de centro-Europa, no cálido del Sahara. A la espalda, el sol alto sobre las dunas. El mar brillante al frente. En medio, nosotros y una playa que se extiende vacía hasta los horizontes norte y sur. Había que hacerlo. Uno no conduce seis horas hasta la punta norte de Jutlandia, donde se juntan el Mar del Norte y el Báltico, para quedarse mirando.

Nunca me he bañado en aguas tan frías, ni siquiera en aquellos arroyos de los Picos de Europa. Aquel chapuzón, corto, por motivos obvios, fue el epicentro del viaje. Un terremoto de tres días en el que nos dimos una cura, no de sueño, que escaseó, sino de risa y risa y risa. Para llegar hasta allí el destino nos puso alguna trampa, tal vez para probar nuestra voluntad y amistad, tal vez sólo por casualidad; pero una vez en marcha, todo fue rodado.

Empezando por la cena en casa de los padres de La Rubia. Gracias a ser el conductor de la expedición, me libré de emborracharme con las reservas de aguardiente danés, más conocido como snaps, de los anfitriones. Los otros seis no tubieron tanta suerte. A golpe de campanilla, entre bocado y bocado de arenques marinados, salsas, tarteletas de gambas, cordero ahumado y pan casero, iban vaciándose las botellas y aligerándose los espíritus. Fue una cena memorable donde se habló un poco de todo y de todos. Gracias Al Maestro, escuchamos música tan casera y deliciosa como la comida. Y al final, casi a las dos de la mañana, se nos hizo difícil irnos, difícil como irte de tu propia casa.

Más al norte nos aguardaba otro hogar. La casa de verano que tomamos prestada a un escritor. Una cabaña de madera en lo alto de una duna cubierta de hierbas ásperas. En medio del viento y la nada. A escasos cincuenta metros del mar susurrante día y noche. Y todo fue perfecto, sin más. No hay mejor palabra. Perfecto. La luna llena y los cielos estrellados. El sol brillante desde los amaneceres sobre las dunas, hasta las cálidas puestas de sol sobre el mar inmenso. Allí nos olvidamos del mundo durante tres días. Desde allí fuimos a ver dos mares chocar, descalzos sobre una barra de arena entre dos mundos. Luego nos acercamos a comer gambas y calamares en el puerto de Skagen. Volvimos para cocinarnos otra velada inolvidable.

Ya casi no me acordaba de lo bien que sienta olvidarse del reloj por unos días y perderse con buenos amigos en medio de la nada, donde puedes gritar, correr, soñar y reír hasta que duela.


Imágen: De momento, hasta que tenga las nuestras, voy a poneros una que he robado de aquí.

lunes, 6 de abril de 2009

Sepang 2009: Nubes de tormenta

Los cielos se abrieron y llovió como. . . Llovió como lo suele hacer en los climas tropicales al atardecer. Llovió a mares para aguarnos la fiesta, por mucho que el capullo que decide que las carreras sean al atardecer en vez de a mediodía diga que él se lo pasó en grande. Al menos, antes de que la carrera se convirtiese en un despropósito, pudimos ver lo suficiente como para aclarar algunas cosas.

Sepang es un circuito de los que no perdonan, de los que para ser rápidos tanto el coche como el piloto tienen que brillar. Brillar como lo hicieron los Brawn, los Toyota y los Williams; qué curioso que sean los tres equipos que usan difusores con diseño sospechoso. . . También pudimos ver que el KERS parece servir de algo. Nos lo mostró Alonso en la salida: de noveno a tercero. Otra arrancada espectacular para añadir a su larga colección. Y sin el KERS a Alonso le habría sido imposible aguantar el tipo
, o al menos lo hizo hasta que sus neumáticos dijeron basta, frente a rivales mucho más rápidos. A pesar de ser más lento en las curvas, el R29 era capaz de mantener a raya a la jauría de perseguidores en las rectas gracias a los caballos de más que genera el KERS. Más cosas que pudimos ver, fueron la buena forma en que parecen estar los Red Bull. A pesar de que el ritmo inicial de Vettel fuese un tanto ficticio, su velocidad se debía a la poca carga de gasolina, tanto él como Weber mostraron que el RB5 podría ser el mejor de los coches con difusor "normal". Les sigue de cerca Kubica, que al contrario que su compañero, Heidfeld, ha decidido correr sin KERS y le da resultado. Sí, sí, aunque no lo parezca, su BMW es más rápido que el Heidfeld, que ha usado toda la fortuna que le ha faltado Kubica para alzarse hasta el podium.

En cuanto a los demás, Ferrari y Renault están a un pasito y McLaren a dos. Si el día catorce la FIA arregla el desaguisado de los difusores, hay esperanzas de verlos luchando otra vez por la victoria. Son tres grandes equipos que ya han demostrado en el pasado que saben como poner las cosas en su sitio. Aunque las diferencias ahora mismo parezcan abismales, no lo son tanto. Mirando los tiempo de la cronometrada del sábado, se ve una igualdad inaudita entre los equipos; aunque durante la carrera las cargas de combustible agrandasen las diferencias.

La carrera, por llamarla de alguna manera, no dio para más. El monzón convirtió el espectáculo en un caos, en una lotería donde lo menos significativo es el resultado. Menos mal que alguien tuvo la sensatez de dar por terminada la la carrera antes de que se convirtiese en una peligrosa pantomima.

Chapeau!
- Para Jenson Button por recojer la ropa a tiempo y aguantar el chaparrón. Ojo, que lleva dos de dos.
- Para Kimi, por negarse a participar en la comedia
e irse a comer un helado.

Mongolín de oro:
- Para el Listo a las Cinco, de la tarde.
- Para Ferrari por sus grandes decisiones tácticas, el sábado arruinando la clasificación de Massa y el domingo con los neumáticos de Kimi. Cero puntos. Y también llevan dos de dos.


Imágenes: Autosport.

sábado, 4 de abril de 2009

Dieciocho años después


Lisboa es una ciudad para enamorarse. Un laberinto de callejuelas empinadas, adoquines centerarios por los que trepan tranvías sacados de otras épocas, otros tiempos donde la vida ocurría más despacio. A pesar del tráfico ruidoso y la manía de los conductores de tocar el claxon sin motivo, Lisboa invita a acariciar el tiempo. Pasear despacio. Subir y bajar por el Barrio Alto. Perderse entre anticuarios y libreros de viejo. Detenerse unas horas en alguna cafetería sombría y acojedora. Contemplar el Tajo, majestuoso y brillante, desde alguna terraza colgada sobre la ciudad. Dejar que el sol se vaya poniendo antes de buscar algún restaurante escondido. Cenar aconsejado por un camarero que te cuidará como a un antiguo amigo de la familia.

La familia. . . En Lisboa, como en todo Portugal, uno tiene la sensación de jugar en casa. Las maneras, los gestos, el idioma, el menú en los restaurantes, tomarse las copas en la calle, en todo se respira un acojedor aire de familiaridad. Las diferencias justas para darle un toque. Semejanzas de sobra para inspirar confianza. Y si uno tiene la suerte de disfrutarla en compañía de dos grandes amigos, quedan más que justificados los mil setecientos kilómetros al volante. Lisboa se convirtió el en broche perfecto para un viaje en el que, aunque fuese a carreras, pude estar con muchas personas a las que quiero.

Había estado con trece años, un mozalbete imberbe que se quedó con ganas de volver. Ahora lo he hecho con treinta y uno. 13 y 31, no dejan de tener su gracia los dos números, sobre todo juntos. Pero primadas matemáticas a parte, en Lisboa pudimos ver lo que hemos cambiado en dieciocho años. . . Y sobre todo, lo que no hemos cambiado. . .

Por suerte, me alegro, de lo uno y de lo otro.


Imágenes: Chichi y La Araña de Pumarin.