jueves, 27 de marzo de 2008

Una noche cualquiera

Pongamos que fue ayer. . .

MENÚ

Entrantes:
Salchichón ibérico y queso manchego
Huevos rellenos

Primero:
Tostas horneadas de tomate y queso de cabra al punto de pimienta

Segundo:
Tiras de pechuga rebozadas con
salsa imperial
o
crema de vino tinto

Postre:
Helado de nata al ron, caramelo y virutas de chocolate

Bebidas:
Tinto: Côtes-du-Rhône (2006)
Cerveza: Tuborg Classic


LISTA DE INVITADOS:

Aleix - Catalán convencido de que en España hay cosas buenas (p. ej. la comida).

Curro - Mano a mano en la cocina y en la mesa.

Rikke - Danesa que habla castellano mejor que nosotros.

Trine - Danesa que no habla castellano, y menos mal. . .

Zoli - El hungaro que duerme en la otra habitación y sale para fumar y comer.

Un servidor - Que les voy a contar que ustedes ya no sepan.


Cosas como esta, o asimiladas, tienden a pasar una o dos veces por semana en casa de un servidor. Conste que no lo digo para dar envidia, sino para que vean ustedes que me alimento bien y en buena compañía.

¡Buen provecho!

Gracias, pa'eso comemos.

lunes, 24 de marzo de 2008

Sepang 2008: Tostón

Sepang es uno de esos circuitos que sirven para ver quién es quién, tanto pilotos como coches. Ayer lo vimos, y fue lo único que vimos porque, salvo algún detalle, como el duelo a tres entre Coulthard, Heidfeld y Alonso, la carrera fue un tostón. Quedó bastante claro que Ferrari tiene algo más que los demás; aunque McLaren sea capaz de plantar cara, Kimi con el F2008 se perfila como favorito al título, visto que Massa vuelve a las andadas y volvió a hacerse otro trompo tirando a la basura el fin de semana y regalándole un puntito a Alonso. Y menos mal, porque de otra manera hubiera sido imposible. Vista la forma de los BMW, el sorprendente rendimiento de los Toyota y lo duros de roer que resultan los Red Bull, está claro que Fernando tendrá que dar lo mejor de sí mismo, ya no carrera a carrera, sino vuelta a vuelta, si quiere sacar algo de esa catástrofe que llaman R28.

"[...] he intentado hacer todas las vueltas como si fuesen de una crono."

Es lo que decía Alonso al terminar la carrera. Perdió tres posiciones en la salida al quedar atrapado tras la lucha del Heidfeld y Trulli, que metieron la pata, se tocaron y casi van los al prao. Luego el neno se pasó toda la carrera luchando por rentabilizar la gasolina de más con que le cargaron en la crono. La estrategia no dio resultado, en parte por la mala salida y en parte porque el coche, aunque no tiene tan mal ritmo de carrera como parece, carece de velocidad punta y estabilidad en frenada como para adelantar a sus rivales. Lo vimos en Melbourne y volvimos a verlo cuando cuando tras hacer lo que no está escrito para alcanzar a Weber, Fernando tuvo que resignarse a esperar un error que el australiano no cometió.

Espero que en Renault hayan aprendido la lección: merece la pena cargar menos, clasifiar mejor para evitar jaleos en la salida y luego ser capaz de luchar desde dentro de los puntos, aunque sea defendiendo, mucho más fácil que tratar de adelantar. Además, siempre es mejor ver alejarse el difusor de un McLaren que quedarse atrapado detrás de un Red Bull.

Poco más hay que decir de una carrera aburrida. Destacar la advertencia que ha dado BWM a los de arriba, a la que se despisten, Heidfeld y Kubica (
¡Bravo, Kubica! Ya era hora de que la suerte sonriese a tanto talento.) estarán ahí para comerles la tostada, tienen manos y hambre de sobra. Veremos si lo de Toyota fue un espejismo o Trulli tenía razón cuando dijo que este año iban a dejar abiertas muchas bocas. Y otro detalle significativo fue la penalización que los comisarios no dudaron en imponer a los McLaren por la manobria en la clasificación que arruinó las vueltas de Fernando y Nick, es la primera vez que penalizan Hamilton. Con todas las que ha liado. . . ¡Ya era hora! Y ya era hora también de que el moreno tuviese su pequeña ración de mala suerte: qué pena que se te atascase la rueda en el primer repostaje, casi lloro. . .

Sí, casi lloro, pero no por piloto de coche número 22, si no por el del 5. . . Valiente caballero, de impecables espada y honor batiendose a lomos de un caballo cojo. Menos mal que es español y está acostumbrado a tales recompensas. Menos mal que rodar cada vuelta "como si fuesen de una crono" servirá para afilar aún más sus instintos, para pulir su técnica y templar su coraje. Temedle cuando vuelva, porque volverá. Mientras estarémos con él, monte caballo cojo o vaya a pie.

¡Ánimo, neno!


Imágenes: TheF1.com y Autosport.

sábado, 22 de marzo de 2008

Tic. . . Tac. . .

Algo cambia. Algo cambia cuando caminas a paso rápido por cualquier aeropuerto sin prestar atención a las pantallas, esquivando viajeros despistados. Mochila al hombro, la chaqueta colgada de cualquier manera y un libro en la mano. Que no se te haga extraño te hace sentir extraño. El tipo del pelo revuelto y el palestino desaliñado, la figura borrosa en la foto de familias con equipaje, esquiadores de fin de semana, ejecutivos y empresarios que con trajes y corbatas parecen más desaliñados que yo, sus uniformes les pesan y la vida se les escapa en charlas intrascentes que parecen importantes. Paso entre todos ellos como si cruzase la sección equivocada de IKEA. Algo entre asco e ironía malsana me recorre el cuerpo al ritmo de mis botas en suelo de madera. Tap-tap. Tap-tap. Extraño como para no encajar en la foto, pero no lo suficente como para hacerla satar por los aires. Mecagüen. . .

Estoy cabreado. Jueves, 13 de marzo de 2008, 18:32. Llego a la cola del control de seguridad. No debería estar allí. Abro el libro ignorando a todo el mundo. Es la manera de sentir que lo que hago con los segundos de mi vida es algo más que tirarlos por el vater esperando con el resto del ganado a que me llegue el turno recibir mi ración de miedo prefabricado. Termino el capítulo y comienzo el ritual. Cartera, móvil, llaves, cinturón, todo empaquetado en los bolsillos de la chaqueta. Aún me quedan doscientos metros de cola para llegar al control, pero mi sentido cívico, aún no atrofiado del todo, me dice que si lo preparo todovoy a tardar un décimo del tiempo que el gilipollas ese que, como no ha tenido tiempo en la media hora de espera, se lo está quitando todo ahora delante del señor agente. Y, como no, cuando pasa el detector pita. . .
¡Piiii!. . . Ya ves, gilipollas, la caldererilla, como su propio nombre indica, es de metal. Sigo leyendo. Me la suda, lo que no espere en esta cola, lo esperaré en la puerta de embarque y, pensándolo bien, al menos el gilipollas ha tenido sus cinco minutos de gloria; me juego algo a que el pitido del detector ha sido lo más emocionante que le ha pasado hoy. Será culpa del libro, esta mala saña que me afila la sonrisa, como si mi día estuviese siendo mucho más emocinante que el del resto del ganado, como si el hacer de bicho raro, avanzando en la cola sin levantar los ojos del libro, fuese a quedar escrito en los libros de historia. Mecagüen. . .

Veinte páginas después paso el control. Rápido, eficiente, limpio, tanto que el los de seguridad me miran sospechando, pero esta vez no hacen pitar la máquina a propósito. Es hora de buscar algo que por su aspecto y contenido se parezca lo suficiente a comida como para engañar a mí estómago. Si queréis forraros montad una pizzería de calidad media-baja en el aeropuerto de Copenhague. Ceno algo parecido a una ensalada y me quedo un rato leyendo en el taburete, saboreando el zumo de naranja. Por el rabillo del ojo veo tipos de traje y corbata que me mirán con una mezcla de envidia y sospecha. Envidia porque tengo un libro y ellos no. Sospecha porque estoy más a gusto y seguro que ellos en ese lugar de paso. Envidia y sospecha porque en mi vida parace estar ocurriendo algo más emocionante que en su miserable espera. Si ellos supieran. . .

Mala suerte, me acabo de encontrar con las tres personas con las que voy a perder el fin de semana trabajando en Suiza, encerrado en una habitación de quince metros cuadrados, sin ventanas y llena de ordenadores. Voy a tener que cerrar el libro y jugar a ser sociable, a hacer como que todo esto me importa. O tal vez no. . . Tal vez me siente en el suelo en una esquina de la sala de espera, vuelva a abrir el libro e ignore al resto del universo. Tal vez así se me haga más soportable ese sonido incesante en el fondo mi cabeza. La oigo venir, acercarse, puedo correr pero no huir. Puedo seguir leyendo en mi rincón del mundo mientras los demás hacen cola para sentarse los primeros en sus asientos numerados. Eso es lo que cambia; me dan ganas de gritarles.
¡Qué carajo estáis haciendo aquí! Buscaros una vida en vez de regalarsela a otros a cambio de papeles de colores. Pero sigo allí, sentado en el suelo, leyendo, el pequeño acto de rebeldía de un yogur que se a visto la fecha de caducidad y no se atreve saltar de la estantería. Sigo oyendo el segundero, más lento e implacable que el otro. Lo llevo dentro, sincronizado a la perfección con los latidos de mi corazón. Tic. . . Tac. . .


Imagen: tomypelluz (http://www.flickr.com/photos/tomypelluz/14638999/)

martes, 18 de marzo de 2008

Melbourne 2008: Es lo que hay

¿Y qué es lo que hay?

Bueno, como suele pasar después de la carrera Australiana, hay más preguntas que respuestas.

Después de un Gran Premio tan movido y cargado de sorpresas, seguimos sin tener muy claro dónde está cada uno, cuál es el verdadero equilibrio de fuerzas en la parrilla. Seguimos con la duda de si BMW será capaz de plantar cara a McLaren y Ferrari o si Alonso será capaz de convertir el R28 en zorro del gallinero. Habrá que esperar a Sepang, un circuito que exige el máximo de coches y pilotos, para empezar a aclarar quién es quién.

Mientras, si que podemos sacar algunas conclusiones:

Primero, que Hamilton sigue teniendo más suerte que un niño tonto, o mejor dicho, tiene toda la suerte que le falta a Kubica. Aún sigo preguntándome cómo es posible que ninguno de las cuatro salidas del coche de seguridad no sólo no le perjudicó, sino que le fue quitando amenazas de en medio. Mientras los demás, Kimi, Massa, Alonso, Kubica, Kovalainen, todos y cada uno, veían sus esfuerzos tirados por la borda, el inglés tan campante en primera posición como si la cosa no fuese con él. A base de esquivar desgracias remató con victoria una carrera impecable.

Segundo, que nadie se crea que Ferrari a muerto. A pesar de haber ocrurrido algo insólito, ya no es que se rompieran los dos coches rojos, algo que hacía dos temporadas que no pasaba, es que los otros cuatro monoplazas con motor Ferrari también se rompieron. ¡Inaudito! Aún así, decía, resulta impresionante ver que Kimi es capaz de rodar treinta y cinco vueltas a un ritmo infernal, pegándose con todos, cargado hasta lo topes y con los neumáticos blandos. Sí, sí, esas mismas gomas que a los demás se les destrozan en cinco o diez vueltas en un Ferrari aguantan más de media carrera. Si el que firma aspirase a ser Campeón del Mundo este año, fuese inglés y negro y pilotase un coche plateado, consideraría que es el momento oportuno para empezar a tener miedo.

Tercero. . . ¡Qué delicia! ¡Qué bonito! ¡Qué genial! Aún tengo los pelillos como escarpias. No eran Jean Alesi, ni Heinz-Harald Frentzen, ni Gerard Berger, ni un Michael Schumacher, un Rubens Barrichello o un David Coulthartt jovencitos, no eran Ukyo Katayama, ni Jonny Herbert, ni Eddy Irvine los pilotaban esos coches que insinuaban en culo en todas las frenadas, que bloqueban las ruedas, entraban en las curvas siempre a punto de trompo y salían de ellas con los coches cruzados; no, era una carrera de hace diez años, ocurrió en el 2008 y ha sido divertido que he visto en tiempo, ver a Hamilton, Kubica, Bourdais, Räikkönen, Rosberg y, como no, a Alonso pilotando las máquinas infernales en que se han convertido los fórmula 1 ahora que les han quitado el control de tracción. Los monoplazas ya no perdonan errores (¿A que no, Kimi?), los adelantamientos son al límite y arañarle una décima por vuelta al reloj ya no es sólo cuestión de técnica. El arte de pilotar a vuelto a la Formula 1.

Ya estoy deseando que llegue la temporada 2009, donde a parte de alerones delantero y trasero estarán proibidos todos los aditamentos y chilindradas aerodinámicas que ahora impiden a los cocher rodar pegados y hacen poco menos que imposibles los adelantamientos.

Cuarto, Alonso ha vuelto a hacerlo. Lo dijo él mismo, el R28 no está para tirar cohetes y o se ponen las pilas o los Williams, BMWs, Red Bulls y Toyotas se los van a comer con patatas; pero a pesar de todo, a pesar de verse gran parte de la carrera atrapado destrás de coches más lentos a los que no podía adelantar, volvió a dar muestras de porqué los dos ases que se ha pintado en el casco son merecidos, más que merecidos e inapelables. Fue impresionante verlo pegarse con un coche que se iba de delante, de detrás y de lado, subiéndose por las paredes para seguir la estela de Kubica. El R28 tiene una aerodinámica aceptable, el motor cumple, su equilibrio es decente, pero cuando llega la hora de frenar saca a relucir sus carencias, cuando llega el momento en que un piloto necesita más confianza, para atacar las curvas, para arriesgar un adelantamiento, el R28 se vuelve peligroso. Eso obligó al bicampeón a pasarse sufriendo vueltas y vueltas detrás de pilotos más lentos a los que su coche no le daba la confianza, ni la oportunidad, de adelantar; aún así, no regaló una joya, una perla, si tengo que elegir, aunque apenas lo viésemos, para fue el momento de la carrera. Fue increible, de película, lo entrevimos desde la cámara subjetiva de Kovalainen y luego hubo que mirar la tabla de clasificación para creérselo. Kovalainen que le lanza el ataque a Kimi, frenando fuerte, al límite, entran en la curva emparejados y entontes, ocurre lo increible. ¿Quién pilota ese coche que aparece por la derecha? ¡¿Quién es el que los está adelantando a los dos a la vez?!

Fernando Alonso.

Un doble alentamiento en carrera sin averías de por medio es algo que se ve rara vez, increible, de quitarse el sombrero; pero que los adelantados sean un McLaren pilotado por una de las promesas de la temporada y un Ferrari con el número 1 pintado y en el morro a los mandos del actual Campeón del Mundo, que los adelante alguien que pilota un coche de mitad de la parrilla es único que no hemos visto nunca jamás. La maniobra que el domingo le valió a Alonso el cuarto puesto es, otra vez, digna de los libros de historia.

Este año sufrir sufriremos, pero lo que Fernando y compañía nos va hacer divertirnos, no tiene precio. Cada punto, cada podio, cada victoria, si es que hubiere alguna, nos va a hacer vibrar como en Hungaroring 2003. El circo ha arrancado de nuevo, y Alonso con él dispuesto como nunca, con coche ganador o sin él, a demostrar por enésima vez que hay campeones y Campeones.

domingo, 9 de marzo de 2008

Tic-tac tic-tac

Empiezo a sentir la presión. Llevo casi dos años en Copenhague. Me queda menos tiempo para terminar el proyecto del que llevo en él. El objetivo sigue siendo tener la tesis escrita, presentada y defendida para noviembre del 2009, pero empiezo a verlo complicado.

Sé de donde vienen la dudas. Vienen de las dos semanas que me he pasado de brazos cruzados, esperando a que me entregasen unos resultados que necesitaba para poder seguir trabajando. Estas cosas pasan, a veces algo se va al carajo y no queda otra más que esperar mientras el reloj sigue girando, tic-tac tic-tac.

En las horas muertas uno piensa demasiado, porque empezar algo nuevo carece de sentido cuando sabes que en cualquier momento podría llegar lo que necesitas para continuar; porque aunque siempre se pueden seguir estudiando cosas e indagando aquí y allá, después de dos o tres horas leyendo artículos científicos uno acaba hasta el gorro o dormido. Las horas muertas son fatales cuando lo que necesito es empezar a ver cosas terminadas, ver que voy cumpliendo etapas a medida que el reloj, tic-tac tic-tac, se acerca a la recta final.

Tampoco ha contribuido a mejorar mi deambular mental de perro encerrado el haber comprobado la gran desventaja de ser el bicho raro del grupo, un físico en medio de químicos y geólogos: de aquí al final voy a estar sólo en esto. No hay nadie en el grupo, ni siquiera la jefa, que pueda echarme una mano cuando me encuentro algún problema, ni siquiera entrevén los detalles de lo que hago. Es más, los contactos de fuera del grupo que se supone deben ayudarme, que la jefa no es tonta y ya se había preocupado de la contingencia, o están demasiado ocupados o les importa demasiado poco como para molestarse. Menos mal que la física que hago no trata de desntrañar los misterios más profundos del universo, ya está toda en los libros; pero esto no evita que, ante problemas que un supervisor que supiera lo que me traigo entre manos me solucinaría en diez minutos, a mí solito me lleve días; no evita que carezca de la posibilidad,
en este mundillo casi necesidad, de discutir e intercambiar ideas en charlas casuales, en reuniones formales, tomando un cafe o a la hora de la comida. En definitiva, carezco fuentes de inspiración, me lo tengo que guisar y comer solito, lo cual, además de frustrante, no ayuda para nada a buscar algo que hacer con las horas muertas, tic-tac tic-tac.

Por suerte, el miércoles reciví los datos que necesitaba para descruzar los brazos: seguimos adelante. Además, esta semana pasada se me ha ocurrido una idea feliz, cosa que siempre es buena para el ego y la motivación. Estos días veremos si las cuentas y las ecuaciones confirman lo que hizo saltar mi intución; si fuese así, será otro impulso en mi lucha contra el reloj imparable, tic-tac tic-tac. . .


P. S.- Quizá os preguntéis por qué si he tenido tanto "tiempo libre" he pasado tantos días sin publicar nada. Bueno, una cosa es que el trabajo estuviese parado y otra que lo estuviese mi vida social, en ese aspecto os puedo asegurar que estoy de todo menos de brazos cruzados :)

P. S.- Además, el servidor de blogger ha contribuido al retraso haciendo de las suyas.