sábado, 22 de marzo de 2008

Tic. . . Tac. . .

Algo cambia. Algo cambia cuando caminas a paso rápido por cualquier aeropuerto sin prestar atención a las pantallas, esquivando viajeros despistados. Mochila al hombro, la chaqueta colgada de cualquier manera y un libro en la mano. Que no se te haga extraño te hace sentir extraño. El tipo del pelo revuelto y el palestino desaliñado, la figura borrosa en la foto de familias con equipaje, esquiadores de fin de semana, ejecutivos y empresarios que con trajes y corbatas parecen más desaliñados que yo, sus uniformes les pesan y la vida se les escapa en charlas intrascentes que parecen importantes. Paso entre todos ellos como si cruzase la sección equivocada de IKEA. Algo entre asco e ironía malsana me recorre el cuerpo al ritmo de mis botas en suelo de madera. Tap-tap. Tap-tap. Extraño como para no encajar en la foto, pero no lo suficente como para hacerla satar por los aires. Mecagüen. . .

Estoy cabreado. Jueves, 13 de marzo de 2008, 18:32. Llego a la cola del control de seguridad. No debería estar allí. Abro el libro ignorando a todo el mundo. Es la manera de sentir que lo que hago con los segundos de mi vida es algo más que tirarlos por el vater esperando con el resto del ganado a que me llegue el turno recibir mi ración de miedo prefabricado. Termino el capítulo y comienzo el ritual. Cartera, móvil, llaves, cinturón, todo empaquetado en los bolsillos de la chaqueta. Aún me quedan doscientos metros de cola para llegar al control, pero mi sentido cívico, aún no atrofiado del todo, me dice que si lo preparo todovoy a tardar un décimo del tiempo que el gilipollas ese que, como no ha tenido tiempo en la media hora de espera, se lo está quitando todo ahora delante del señor agente. Y, como no, cuando pasa el detector pita. . .
¡Piiii!. . . Ya ves, gilipollas, la caldererilla, como su propio nombre indica, es de metal. Sigo leyendo. Me la suda, lo que no espere en esta cola, lo esperaré en la puerta de embarque y, pensándolo bien, al menos el gilipollas ha tenido sus cinco minutos de gloria; me juego algo a que el pitido del detector ha sido lo más emocionante que le ha pasado hoy. Será culpa del libro, esta mala saña que me afila la sonrisa, como si mi día estuviese siendo mucho más emocinante que el del resto del ganado, como si el hacer de bicho raro, avanzando en la cola sin levantar los ojos del libro, fuese a quedar escrito en los libros de historia. Mecagüen. . .

Veinte páginas después paso el control. Rápido, eficiente, limpio, tanto que el los de seguridad me miran sospechando, pero esta vez no hacen pitar la máquina a propósito. Es hora de buscar algo que por su aspecto y contenido se parezca lo suficiente a comida como para engañar a mí estómago. Si queréis forraros montad una pizzería de calidad media-baja en el aeropuerto de Copenhague. Ceno algo parecido a una ensalada y me quedo un rato leyendo en el taburete, saboreando el zumo de naranja. Por el rabillo del ojo veo tipos de traje y corbata que me mirán con una mezcla de envidia y sospecha. Envidia porque tengo un libro y ellos no. Sospecha porque estoy más a gusto y seguro que ellos en ese lugar de paso. Envidia y sospecha porque en mi vida parace estar ocurriendo algo más emocionante que en su miserable espera. Si ellos supieran. . .

Mala suerte, me acabo de encontrar con las tres personas con las que voy a perder el fin de semana trabajando en Suiza, encerrado en una habitación de quince metros cuadrados, sin ventanas y llena de ordenadores. Voy a tener que cerrar el libro y jugar a ser sociable, a hacer como que todo esto me importa. O tal vez no. . . Tal vez me siente en el suelo en una esquina de la sala de espera, vuelva a abrir el libro e ignore al resto del universo. Tal vez así se me haga más soportable ese sonido incesante en el fondo mi cabeza. La oigo venir, acercarse, puedo correr pero no huir. Puedo seguir leyendo en mi rincón del mundo mientras los demás hacen cola para sentarse los primeros en sus asientos numerados. Eso es lo que cambia; me dan ganas de gritarles.
¡Qué carajo estáis haciendo aquí! Buscaros una vida en vez de regalarsela a otros a cambio de papeles de colores. Pero sigo allí, sentado en el suelo, leyendo, el pequeño acto de rebeldía de un yogur que se a visto la fecha de caducidad y no se atreve saltar de la estantería. Sigo oyendo el segundero, más lento e implacable que el otro. Lo llevo dentro, sincronizado a la perfección con los latidos de mi corazón. Tic. . . Tac. . .


Imagen: tomypelluz (http://www.flickr.com/photos/tomypelluz/14638999/)

5 comentarios:

  1. Pues imaginate lo que es llevar trabajando alli mas de 5 años, respirando ese aire sintetico, viendo pasar a "wannabes", gente nerviosa, irritada o aburrida.
    Da para escribir un libro.

    Preparate, que nos vamos el dia 9 de abril a Amager Bio a ver a Sejr Tankian, el cantanto de System of a Dawn. Hace?

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  2. Y qué?, mi pequeño yogourt.
    Saltaste de la estantería?
    Verdad que no fué tan terrible como pensabas?.
    O si?
    Seguro que algo bueno sacaste de todo ello y si nó, por lo menos nos queda esta página.

    BESINOS!!!!!!!!!!!!!!!!

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  3. Cómprate una dos y medio, un buen pepino de cámara de fotos y vete por las Dinamarcas a hacer fotos y conocer gente los findes. Que le den a Suiza y a los quince metros cuadrados sin ventanas.

    PD: si no puedes, te jodes como nos jodemos los demás, y abre tus propias ventanas interiores.

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  4. Ehhhhhhhhhhh¡ Tranqui nervi, Rilax, Rilax, eh¡
    Que pasa bixo, que tu no eres así, que tu sabes sacar de todo por malo, feo y patetica que sea la situación su parte buena, así pues hazme el favor de trankilizar el nervio aprovecha el fin de qeu algun minutillo tendrá de provecho.
    Se supone que la acelerada soy yo, no pretendas arrebatarme mi papel eh?.
    Beiquiños Bixo.

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  5. Pues a eso me refiero, Under... 9 de abril? Qué lejos queda eso. En principio sí :)

    Evidentemente no salté, señora, me quedé allí sentado leyendo. Lo mejor que saqué de todo ello, a parte del libro, fue la cena del sábado.

    Jajajaja! Grácias por el rapapolvos, Banyú. En cuanto las ventanas interiores, no sé si será efectivo, como cada vez procuro tener menos vida interior (ahí dentro acaba cogiendo una de polvo que no veas, y luego es un coñazo limpiarla)... Me dedicaré con más entusiasmo, si cabe, a la vida exterior ;)

    Juaki, tú tranqui, que un servidor estaba muy tranquilo y relajado, cabreado, pero relajado. Ya me tomaré mi venganza...

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