sábado, 31 de julio de 2010

Días de fútbol



Ahora que ya nos hemos recuperado de la resaca del Mundial, OEEEH OEH OEH OEEH. . . Y más que nada, ahora que tengo un rato para dedicarle, es un buen momento para dar explicaciones a aquellos de ustedes que se sorprendieron cuando dije que me estaba tragando casi todos los partidos del Mundial. Uno detrás de otro. Creo que sólo me perdí cuatro o cinco.

La pregunta, sin embargo, no debería de ser por qué me entra este afan futbolero cada cuatro años; sino más bien, por qué diantres paso del balónpie el resto del tiempo. El fútbol per se me parece un deporte estético, intersante gracias su habilidad para compaginar tactica de equipo con destellos de talento individual. Me gustan sus cambios de ritmo y como todo se puede poner patas arriba en diez segundos. Lo que resulta un tanto frustante es que para ver un buen partido, a menudo hay que tragarse cien que son una basura. Como hay tanto, tanto, tantísimo fútbol que ver, para maximizar el número de partidos decentes por partido visto, decidí hace tiempo limitarme a ver Mundiales, Eurocopas y algún partido ocasional de la Champions. Además, una de los aspectos que más disfruto del futbol son los enfrentamientos entre diferentes filosofías de juego, y por lo general las selecciones nacionales tiene una idiosincrasia más marcada, difieren más entre ellos, que los clubes que participan en una liga nacional cualquiera.

Pero hay otro motivo más profundo por el que mi afición al fútbol sólo despierta cada dos años. A pesar de lo estético o interesante que me pueda parecer, ver fútbol me enerva. O mejor dicho, son los futbolistas, esa banda de teatreros, metirosos empedernidos, niñatos sin un ápice de dignidad y escaso espíritu deportivo, los que me sacan de quicio. Aún sabiendo que en todo esto hay diferentes grados y excepciones, sigue sin caberme en la cabeza cómo en algo llamado deporte, y no un deporte cualquiera, sino el deporte rey en muchos países, los susodichos deportistas adoptan actitudes deleznables una y otra vez sin que nadie se extrañe lo más mínimo. Un futbolista siempre miente. Da igual que sea consciente de haber hecho falta o no, da igual que sepa que merece una tarjeta o no, no le importa haber echado la pelota fuera o no, él siempre va a protestar. Un futbolista se quejará y mentirá todo lo que sea necesario. Nunca será culpa suya. Hay que engañar al árbitro a cualquiere precio. Un futbolista abandona toda dignidad y finge, se desgañita, grita y persigue por todos los medios lo que quiere: que el árbitro corrobore sus mentiras.

Claro, todo esto ocurre al amparo de un reglamento demasiado benévolo y unos árbitros con menos caracter y autoridad que un borrego en medio de una manada de lobos. Y no me extraña, porque es difícil merecer ningún tipo de autoridad moral o legal tras anular goles como el de Inglaterra a Alemania o dar por bueno el fuera de juego de Velez frente México. Es difícil merecer ningún respeto si jugada tras jugada nos tiemblan la mano y el silbato y al final las tarjetas terminan saliendo en orden aleatorio, más para escudarse tras ellas que para hacer que se cumpla el reglamento.

Así, lo que podría ser un hermoso deporte, sus protagonistas lo convierten a menudo en un espectáculo lamentable. Y lo más lamentable es saber que esos deportistas, esos futbolistas, esos mentirosos y actores de tercera, ellos, son las estrellas, los modelos, el patrón de comportamiento, los heroes en los que se reflejan las aspiraciones de nuestros hijos. Mentir y estafar. Negar ad eternum cualquier clase de culpa. Todo vale si yo gano y al carajo con la honestidad y el espíritu deportivo. Eso es para deportes menos importantes. El fútbol, en cambio, ya se sabe, es como la vida misma. . .


Video: por poner un ejemplo reciente.

martes, 27 de julio de 2010

Hockenheim 2010: éramos pocos. . .

. . . y parió Massa. Pero vamos a ver, hombre, ¿qué os costaba a ti al hábil de tu ingeniero hacer las cosas bien? Hay comentarios por la radio que sobraban y tú podías haber disimulado un poco, ¿no?

Que las órdenes de equipo estén prohibidas o no, es irrelevante. Todo empezó allá por el 2002, tras el escandaloso final del Gran Premio de Austria, donde Barrichello, que iba primero, perdió en la última vuelta cosa de quince segundos y dejó ganar a Schumacher en la misma recta de meta. El brasileño había sido más rápido que Schumy todo el fin de semana y, además, el alemán no necesitaba esos puntos para ganar un campeonato que se estaba llevando de calle. Aquello fue un escándalo, una injusticia con Barrichello, y provocó que se prohibieran las órdenes de equipo. Prohibidas al menos de cara a la galería, porque ha seguido habiéndolas aunque todo el mundo parezca mirar para otro lado. Y ha seguido habiéndolas porque debe haberlas. No se puede pretender que millones de euros de inversión y meses de trabajo se vayan al garete por una mala gestión de carrera. La Fórmula 1 es y siempre ha sido un deporte de equipo.

Conste que me parece mal lo que Ferrari hizo en el 2002, porque fue injusto e innecesario. Igual que sería injusto que McLaren o Red Bull favoreciesen a uno de sus pilotos, porque en ambos casos sus pilotos están luchado de tú a tú por el campeonato. Como hicieron Hamiton y Alonso en el 2007, cuando McLaren les dejó batirse el cobre sobre el asfalto (al menos de boquilla, pero esa es otra historia), ya que los dos tenían opciones de ganar el campeonato. Pero este fin de semana, en el caso de Ferrari, Alonso estaba veinte puntos por delante de Massa, rodando bastante más rápido y ni Ferrari ni Fernando están para perder puntos en luchas fratricidas. Y mucho menos este domingo, el primero en mucho tiempo en que la FIA, la lluvia y coche de seguridad decidieron dejarlos tranquilos para lo que son capaces de hacer cuando no les tocan las narices.

Ahora todo el padock se echa las manos a la cabeza. Empezando por Red Bull, los mismos que la carrera pasada le regalaron un alerón a Vettle. Y siguiendo por McLaren, a los que oímos carrera tras carrera como les dicen a Hamilton a Button deben ahorrar combustible, cuidar las gomas o cosas por el estilo para indicarles que no deben atarcar a su compañero de equipo. Así que, como lleva ocurriendo desde el 2002, lo ilegal no son las órdenes de equipo, sino la falta de disimulo al darlas, como hicieron Massa y su ingeniero de pista, Rob Smedley.

Espero que tras lo ocurrido este fin de semana se elimine la prohibición sobre las órdenes de equipo, porque es una insensated inútil, una farsa para insensatos, que en vez de darnos lo que pretendía: un deporte donde la justicia la dicta el más rápido, nos está dándo montañas de hipocresía.

Polémicas al margen, el domingo me fui para cama con una sonrisa en la boca. Y es que en Hockenheim Ferrari saldó muchas deudas pendientes: con las cronometradas del sábado, con las arrancadas y en los podiums. Ferrari y Alonso han vuelto a la senda de la victoria. Es más, por primera vez en lo que va de temporada, aunque se les escapase por dos ridículas milésimas, le han disputado la pole a los intocables Red Bull. Y tanto Massa como Alonso hicieron una carrera impecable, sacándoles los colores al Red Bull de Vettel desde la salida que, por cierto, fue preciosa. El salto de rendimiento en las últimas carreras ha sido espectacular; aunque por razones extradeportivas hayan tenido que esperar desmostrarlo. Es hora de dejar el pasado donde debe estar: en el pasado. No me cabe duda de que si Ferrari sigue evolucionando el coche este ritmo y la FIA y la fortuna dejan de tocar las narices, Fernando se encargará de darnos una segunda mitad de campeonato épica. También espero que ya, de una vez, la fortuna le sonría a de la Rosa, porque está empezando a ser de coña. Esta vez fue el bueno de Kovalainen el que le arruinó una carrera en la que venía de menos a más. Por lo menos el finlandes, elegante y correcto como siempre, se disculpó por su error, alegando que no había visto venir a Pedro.

Ahora, a frotarnos las manos esperanado por Hungría este mismo domingo. Porque, con o sin polémica, el dobletazo rojo y la riestra de vueltas rápidas que intarcambiaron Fernando y Felipe fueron inapelables.



Imágenes: Autosport.com.

lunes, 19 de julio de 2010

Volando voy



Está aquí tirada a mi lado. Sólo queda meter un par de cosillas, cerrala y listo. . . Ahora que lo pienso, esas dos frases sacadas de conexto. . . En fin, la mochila, hablaba de la mochila. Dentro de un rato me largo para el aeropuerto. Después de pasarme una cantidad infame de días buscando vuelos y haciendo números, el viernes, por fin, compré los billetes para España. Si alguien se estaba preguntando por qué no había escrito nada esta semana, aquí está la respuesta: porque en los últimos días, ocho de cada diez horas que estuve delante del ordenador fue buscando vuelos. Al final del cada día, terminaba cerrándolo con frustración y sin ganas de volver a usar un buscador de vuelos en mi vida.

Por cuestiones logísticas y económicas, esta vez también va a ser una visita rápida; sólo una semana. Además me la pasaré yendo y viniendo entre Asturias y Galicia, así que andaré aún más escaso de tiempo, para variar.

Aterrizo hoy a eso de las ocho en Madrid. Y a partir de ahí el plan es aún difuso. Ya os iré contando a media que se me vayan aclarando las ideas. Nos vemos, de una forma u otra. . .


P.S.- Por, supuesto, dudo bastante que vaya a tener tiempo o ganas para actualizar esto hasta que esté de vuelta.

lunes, 12 de julio de 2010

Silverstone 2010: ¡Más madera!



Voy a evitar pasarme párrafos y párrafos discutiendo si el adelantamiento de Alonso a Kubica fue legal o no. Ahí está el video, que cada uno saque sus conclusiones. Por mi parte, y sin que sirva de precentende, diré que comparto la opinión de Marc Gené: Alonso no se sale de la pista para adelantar a Kubica, ya le había adelantado, se sale de la pista para evitar un accidente. Fernando llega primero a la chicane y por el lado bueno. Le deja hueco a Kubica en el primer vértice, aunque con el reglamento en la mano, yendo por delante no tendría por qué. Luego se ve obligado a saltarse el segundo vértice para evitar la colisión con Kubica; el polaco entró pasado para poder manternerse en paralelo. Por eso, aunque quisiese, creo que no hubiera podido dejarle hueco ha Alonso.

La clave de todo el asunto está en que Alonso llega primero a la chicane, es Kubica el que está intentando adelantar. Es la misma situación que en Nürburgring 2007, cuando Massa se tocó con Fernando. Y el mejor argumento lo dio el propio Fernando: si hubiese habido un muro en vez de una escapatoria, hubiesen penalizado a Kubica por provocar un accidente. A pesar de tener muy clara mi opinión y los argumentos para sustentarla, reconozco que la situación fue delicada, rozando muchos límites, y dejando con una difícil decisión a los jueces. No tengo ninguna pega con hayan decidido que la maniobra de Alonso fue ilegal, lo que no tiene sentido, lo que hace que aún me siga echando las manos a la cabeza, es la penalización que le impusieron: ¡drive through!

¿Por qué? La penalización estándar en estos casos es ordenar al piloto que deje pasar de nuevo a quien se supone que ha adelantado de forma ilegal y santas páscuas. Aquí paz y después gloria y a volver a intentarlo en la vuelta siguiente. Pero un drive through. . . ¿Han chiflado los comisarios de repente o qué? No fue culpa de Alonso que el coche de Kubica se rompiese y hubiera manera de dejarlo adelantar. Lo más sangrante de todo, es que esa fue la misma sanción que le pusieron a Hamilton la carrera pasada por adelantar al coche de seguridad y al coche médico. O sea que, agarrense los machos, según los expertos comisarios de la FIA y el flamante consejero de turno, Nigel Mansel, es lo mismo saltarse una chicane para evitar un accidente que adelantar con tus cojones toreros al coche de seguridad y al coche médico. Lo mismito lo mismito, oiga. Como dos gotas de agua. Por primera vez desde que sigo este deporte me diendo ganas de apagar la televisión. . . No me extraña que Alonso le dijese a su ingeniero de pista que no quería volver a oír a nadie por la radio hasta el final de la carrera. No me extraña. . .

Lo que si me extraña es el berenjenal estúpido en que se ha metido Christian Horner, el mandamás de Red Bull. Pero vamos a ver, pavo, ¿no decías que alerón nuevo apenas suponía una mejora de rendimiento? Entonces, ¿para qué te empeñaste en quitarselo a Webber para dárselo a Vettel cuando rompió el suyo? Eso no se le hace a un piloto que se está jugando el campeonato con su compañero. Puede salirles cara a la broma a los de Red Bull, que ahora tienen a un australiano cabreado en casa, y ya se sabe que en Australia, todo lo que no es venenoso es ponzoñoso*. Más les vale que se inventen algo para hacer las paces, o su peor enemigo en este campeonato puenden ser ellos mismos. Pero no va a ser un servirdor el que se queje si se empeñan en facilitarle las cosas a Alonso, que, visto lo visto, falta le va a hacer. . .


* Gracias, Terry, por esas perlas de sabiduría.

miércoles, 7 de julio de 2010

Sol, sudor y risas



Es increíble a la de cosas que uno tiene que hacer cuando no tiene nada que hacer. Sigo esperando que uno de mis directores de tesis se digne a leer las quince páginas de la introducción que le di hace unas semanas, no recuerdo cuantas y con quiero contarlas. Y, aunque la semana pasada no he pensado en el trabajo más que un par de horas aquí y allá, entre unas cosas y otras me han mantenido ocupado. Tanto que no me han quedado ni tiempo ni ganas para escribiros nada.

Parte de la culpa la tiene el que me haya dedicado a escribir otras cosas. Cosas que iba siendo hora de terminar y que algunas de ustedes encontraron en su imeil hace un par de días. (Si alguien que no lo haya recibido tiene curiosidad, que mande un correo y se lo mando también.) El otro gran culpable es el sol que lleva brillando desde hace dos semanas. Después de nueve meses de invierno, cualquier disculpa es buena para salir de casa por la mañana, a medio día o por la tarde, da igual, la cosa disfrutar del verano escandinavo. Ir a tomar un café, comerse un helado, dar un paseo, acercarse a la biblioteca, irse a entrenar al parque, hacer barbacoa o tirarse al sol sin más, da igual, todo vale con tal de estar a fuera. Y así es difícil sentarse delante del ordenador.

Además, este fin de semana, aprovechando que la ciudad estaba vacía porque la mitad de sus habitantes se fueron a esa locura conocida como Festival de Roskylde y la otra mitad están de vacaciones, tuve la oportunidad de hacer algo que hacía años que no hacía: pasarme el sábado y el domingo en el gimnasio. Después de veintiséis entrenando aún me sorprendo de la cantidad de cosas que uno puede aprender cuando se reunen una treintena de personas con una afición común y un puñado de instructores excelentes. Sol, sudor y muchas risas. Un par de birras para cerrar el los días. Arrastrarte hasta la cama con ese agotamiento al que siempre acompaña una sonrisa tonta. Y dormir como un bebé. Ha sido un fin de semana extraordinario.

Después de otro millón de cosillas hechas hoy, ahora creo que toca salir a disfrutar del sol antes de cenar e ir a ver como termina el reencuentro hispano-germano. Lo cual me recuerda que, un día de estos, tenemos que hablar de fútbol. Pero por ahora: sol, festival de jazz y este fin de fiestón en la playa. Que nadie me vuelva a decir que aquí hace mal tiempo y que los escandinavos son unos sosos :p