viernes, 22 de julio de 2011

En una habitación



Llueve. . .

Llueve al otro lado del cristal. Llueve dentro de mí.

Llueve. . .

Se fue. Y se ha llevado el sol y las estrellas.

Llueve sobre las cadenas oxidadas de un doctorado que no va a ningún lado ni me deja moverme de aquí. Llueve mientras busco furioso un trabajo que no encuentro. Llueve sobre un paisaje desolado donde todo el mundo está demasiado ocupado, demasiado lejos o demasiado cansado. Incluso yo mismo estoy demasiado ocupado con nada, demasiado alejado de mí mismo y demasiado cansado de todo.

Se ha ido. Prefiere los pedazos de su sueño roto, esos que no he sabido ni recomponer ni barrer.

Llueve sobre los pedazos de ocho meses de días radiantes y noches estrelladas. Llueve sobre los pedazos de mi alma. Llueve y habrá que dejar que llueva lo que sea necesario para limpiar las heridas. Para que cicatricen. Para reaprender a caminar. Para bailar el día que vuelva a brillar el sol.

La vikinga se aleja entre la lluvia. Espero que vaya donde vaya, al otro lado de la tormenta, encuentre lo que busca.

Llueve. . .


P.S.- Sí, he deshabilitado los comentarios en esta entrada. Disculpa y gracias de todos modos.