Ayer fue la Kulturnatten en Copenhague, La Noche de la Cultura pa'los amigos. Es un evento anual en el que se montan cosa de trescientos saraos en el centro de la ciudad. Los museos, iglesias, edifícios públicos e históricos están abiertos hasta medianoche y en la mayoría de ellos ocurre algo poco habitual: obras de teatro, música en directo, conferencias, exposiciones y espectáculos de todos los pelos. Previo pago de un pase único de unos diez euros, uno puede entrar en donde quiera y encontrarse en sitios tan diversos como una convención de travestis o dándose un paseo de noche por un palacio de 1606 sin comodidad de la luz artificial.
A la vista de que mis amiguetes andaban un tanto diluidos y no tenían muy claro que hacer, acabé llendo de sarao en sarao con Kamila, una bailarina polaca de veintiun añitos que aún no se ha olvidado de como disfrutan de las cosas los niños. Y como niños, no podíamos empezar de otra manera más que lléndonos a una tienda de caramelos artesanales. Sorprendente ver como unos cuantos litros de azucar fundida terminan convertidos, en poco más de un cuarto de hora y sin más ayuda que unas tijeras, espátulas y manos expertas, en miles de caramelos con banderita de dinamarca en el centro. Por no hablar de lo ricos que están :-D
Mi plan original de darme una vuelta por el Museo de la Armada, ir a unas clases de ténicas de combate medievales y a otro millón de historias, terminó en mi centro de reciclaje mental al cabo de veinte minutos. Por que claro, íbamos caminado por las callejuelas del centro con algún objetivo claro en mente, pero no podíamos resistirnos a entrar en cualquier sitio que nos abriese sus puertas, para eso nos habíamos pagado las setenta coronas del ala. Esa es una buena explicación, y casi la única, de por qué estuvimos en un concierto de ópera en plan familiar donde los selectos parroquianos nos miraban extrañados. Sospecho que esto tuvo algo que ver con mi chaqueta militar y los pantalones a juego de Kamila. También fuimos secuestrados por una brasileña al interior de una joyería donde nos invitaron a unos pinchos caros que te cagas regados, tiene cojones, con salmiaki, una especie de vodka de regaliz. Las siguientes paradas fueron una tienda de comercio justo y una simulación de un campo de minas que, detector de metales en mano, tenías que cruzarte procurando no saltar por los aires; instructivo...
Hicimos nuestra primera copa en una fiesta de travestis con pase de modelos incluido. Tenías la opción de integrarte en el ambiente con ayuda de unos maquilladores y un cambio rápido de vestuario. Y sí, claro que la polaca intentó convencerme de elevar el grado de diversión de la noche; pero aplicando aquello de que o follamos todos o la puta al río, y a la vista de que ella no tenía ganas de encontrarse más tarde con su noviete (veis como sois unos mal pensa'os) con la carita pintada a guisa de barba, decimos quedarnos cada uno con nuestros atuendos.
Así llegamos hasta la medianoche. Deambulando entre decenas de sitios curiosos y espectáculos callejeros, comiendo algodón de azucar por la Strøget y terminando en una oficina de correos pintando con lápices de colorines nuestro propio sello rodeados de niños haciendo lo propio.
Despúes nos encontramos con Fredericks, el noviete de Kamila, y mis amigos que, por fin, habían salido de su letargo. Acabados los saraos de la Kulturnatten, la noche se volvió más convencional, que no menos divertida. Ya sabéis, de bar en bar y tiro porque me toca hasta las seis de la mañana.
Toda una experiencia esto de la Kulturnatten. Una pena que sólo dure una noche, porque así es imposible ver ni la mitad de lo que te apetecería; pero supongo que forma parte del encanto, del juego. El año que viene más :-)
Esto ha sido todo por hoy, amiguetes. Ahora voy a de empezar a mandar mensajes para ir despertando a la peña y ver que liamos esta noche. Sed malos...
Espero que quede alguna fiesta de esas para cuando yo vaya...no las agotes todas!!!
ResponderEliminarQué buena onda... (Y qué envidia). En la capi hubo algo parecido hace un mes o por ahí, la noche blanca creo que se llama. Yo preferí quedarme en casita y madrugar al día siguiente para estudiar, que mola el doble... creo.
ResponderEliminarParece que se ha puesto el día pocho de llover. Un domingo muy domingo.