Pues sí, os debo una entrada esta noche. Llevo una hora perdida peleándome con la conexión, va a una velocidad infame. Espero que aún así me de tiempo a contaros la historia antes de salir. Además, me parece la más adecuada para hoy, miércoles, 19 de octubre, seis meses después de aquel otro miércoles, 19 de abril, en que llegué a Copenhague. Por qué? Ahora lo sabréis.
Claro, que lo más importante en esta historia no es el por qué, eso es fácil, fue una llamada de teléfono inesperada. Lo interesante es descubrir cómo, qué camino inusual recorrír hasta llegar aquí. Podría decirse que comenzó el día que decidí estudiar física. El motivo, quizá lo consideréis peregrino; pero dada la información con la que cuenta un joven de dieciocho años cuando tiene que decidir su futuro, creo que fue el único posible. Con el tiempo he ido descubriendo que fue incluso el mejor motivo que pude tener. Dicho motivo, o culpable, fue mi profesor de física de COU. No voy a dar nombres porque sé que prefiere mantenerse en el economato, por eso, aunque lee esto, nunca deja ningún comentario (lo que no me parece ni bien, ni mal, sólo lo respeto). Os voy a confesar que aquel año no aprobé un solo examen de física, hasta el de selectividad suspendí. Pero me daba igual, porque tantó un servidor como aquel profesor entendíamos que lo importante no eran aquellos números, ni ningún otro; sino la actitud con que se había llegado al resultado y lo que se había aprendido por el camino. Comprendí en aquel año que la física no era un conjunto de recetas matemáticas asépticas, sino una determinada manera de afrontar los problemas, una actitud crítica hacia las soluciones y una responsabilidad con los resultados. E incluso el joven inverbe que acababa de decidir también no volver a cortarse el pelo, era capaz de compreder que todo aquello era extrapolable fuera del aula, fuera del mundo chiquito del instituto. Si para adquirir aquellas habilidades mentales había que estudiar física, pues nada, a ello.
De mi vida universitaria os voy a contar poco, porque suelo terminar por ponerme de mala hostia e irme demasiado por las ramas. Deciros que de los cuatro años nominales que duraba la carrera por aquel entonces, tardé siete y medio en terminarla; sólo uno y medio por encima de la media, no está mal... Estuve a punto de dejarlo. Durante dos años la idea revoloteó incesante por mi cabeza. Allí no encontraba casi nada de lo había ido buscando. Pero fue justo enfrentándome a tanto hijo de puta redomado, haciendo frente común con las cuatro personas que tampoco estaban dispuestas a pagar la cama y poner la vaselina además del culo, como empecé a aprender justo lo que quería.
Uno no suele ponerse a pensar en las cosas hasta que tiene problemas con ellas. Pues tantos problemas tuvimos nosotros, y tantos otros que destapamos por el camino, que de tanto pensar, terminé sufriendo una metamorfosis de champiñón a persona. Y digo sufrir sí, porque no es fácil abrir los ojos y descubrir el plato de mierda que han estado haciéndote tragar durante años. Sobre todo cuando ves que ya te has comido un buen pedazo. Lo irónico de todo esto, es que al final si no fuese gracias a tanto cabronazo, aún seguiría sin darme cuenta. Tiene cojones!
Y hasta esos mismos terminé de la física, de la universidad y de la madre que los parió. Año sabático. Fue la decisión que tomó mi persona en cuanto tuvo el papelajo que ponía que ya era un Sr. Licenciado en Ciencias Físicas. Seguí trabajando lo justo para no ser una carga demasiado grande en casa. Que esa es otra, con veinticinco tacos y sin poder vivir por mi cuenta, qué frustración colegas. Lo dicho, seguí dando clases de Kung-Fu (no era farol), alguna que otra de física y mates y de vez en cuando haciendo algún chollo, colocando parquet y zócalo por las obras. Llegué incluso a rechazar algún trabajo como físico. Qué queréis que os diga, además de ser mi año sabático, prefería mis 400 ó 500 € en Gijón que 900 escasos en Madrid por pasarme diez horas delante de un ordenador.
Pasado aquel año me dediqué a repartir currícula por todo el mundo, literal, incluso hasta Nueva Zelanda llegó alguno de ellos. Aquel papelajo de licenciado era mi llave para recorrer el mundo, no tenía intención de pudrirme en Madrid o quedarme para siempre en Gijón, que lo adoro; pero no me bastaba. No después de tanta pelea, de tantos años, de haberme demostrado a mí mismo que podía con lo que me echasen. Podréis imaginaros que mis esfuerzos por conseguirme un curro no prosperaron. Como entraba dentro de las opciones posibles, no me sorprendió, así que al cabo de unos seis u ocho meses decidí cambiar de plan. Ya que no había opción de irse a currar fuera, tendría que montármelo en Gijón, forrarme y dedicarme a viajar todo lo que pudiera. Sencillo.
Me centré en mi trabajo como maestro de artes marciales. Se me da bien y lo disfruto, mucho. Me dediqué a ello a tiempo completo y seguí reinvirtiendo buena parte de lo que ganaba en mi formación. Era un plan a tres años: seguir adquiriendo experiencia, formándome y después dar el salto, montarme mi propio gimnasio.
Fue una buena temporada en mi vida. No ganaba mucho; pero hacía lo que me gustaba, no me mataba a trabajar y podía hechar una mano en casa. Menos de lo que a mi señora madre le hubiera gustado; pero era lo que había. Tengo la sensación de que ella, como otros, veía que todo aquello no me llevaba a ningún lado, había que mirarlo con un poco más de perspectiva, a medio plazo. Y así fue, después de dos años y medio decidí que era el momento y surgió la oportunidad. Mi plan funcionaba, con ayuda de muchos; pero para eso están los amigos, no? Seis meses de negociaciones, papeleos, gestiones, bancos, cábalas mentales y demás historias para obtener el gimnasio que quería a un precio razonable, conseguir que un banco me diese los millones que necesitaba a costa de volver a hipotecar el piso de mis padres y, sobre todo, dejar cada cosa bien asentada para hacer el proyecto viable. Y para machacar con todos los argumentos que pudiera el acojone que tenía encima.
Todo se fue al carajo en último momento. Alguien tubo la feliz idea de que quería que le pagase la mitad en B. No te jode! A ver como le explicaba luego a hacienda qué había hecho con la mitad del dinero, que no lo había gastado pero que tampoco lo tenía. Ni modo, güey! Esas no eran las reglas. Lo siento mucho; pero así no juego.
Pues nada colega, vuelta a empezar. En estas estaba, tomándome un verano con calma, medio relajándome después de toda aquella movida, medio barruntando nuevas opciones, cuando sonó aquella llamada inesperada. Era mi amigo Gabi, escribe por aquí con otro nombre, habíamos estudiado juntos y él (Qué güevos los tuyos Santa Klaus!) había seguido en la uniovi para hacer el doctorado.
- A ti te interesaría hacer turismo?
- Mmm... Claro, por qué no... A dónde?
- Puede que a Leeds o a Copenhague.
- Suena bien. Pero de que va esta movida?
- Dice Jaime que hay tres becas Marie Curie que no tienen dueño. Si estás interesado vente para acá ya mismo que te estará esperando hasta eso de las doce.
Eran cosa de las diez y media de la mañana. Ni me lo pense, cojo el coche y media hora estoy en Oviedo. Pero Murphy siempre tiene que andar jodiendo la marrana. Me acababan de ofrecer lo que sonaba como la oportunidad de mi vida, con muchas papeletas para ser la última de semejante calibre dados mis casi veintiocho años, y resulta que un capullo decidió aparcar su coche delante de la puerta del garaje. Manda Trillos! Llamas a la grua y te dice que va a tardar al menos una hora, que están muy ocupados...
Qué hago? Espero a que baje el tío del coche y le explico un par de leyes de Newton? Me arriesgo a que los de la grua sean competentes por una vez? O lo mando todo al carajo? Mecagüen! Me fui corriendo a la estación de autobuses. Gijón-Oviedo directo. Llegué por los pelos. Dos meses y medio después, en octubre, pisé por primera vez Copenhague. Cinco días para ver de qué iba la fiesta y que la que ahora es mi jefa decidiese si era la persona adecuada. Fue casi lo primero que le dije, que hacía casi cuatro años que no tocaba un libro, que además era físico teórico y el grupo suyo era de geoquímica experimental. Tranquilo, me dijo, estudiantes que acaban de terminar la carrera ya tengo de sobra, necesitamos alguien que nos aporte cosas diferentes y no creo que hallas estado perdiendo el tiempo esos cuatro años. Ok, si para ti vale para mí también.
Al final no fue una decisión fácil. Depués de aquellos cincos días no estaba muy convencido de encajar en todo aquello. No estaba seguro de ser capaz de superar la soledad, de poder dejar tanto atrás, a pesar de ser lo que había querido tanto tiempo. Hubo momentos muy duros en aquellos cinco días, cuando me hice de verdad consciente de todo lo que me estaba jugando, de todo lo que iba a cambiar por un interrogante. A regresar a un mundo que ya había decidido dejar atrás, del que ya apenas me acordaba. Y también estaba Pre, claro. No la he mencionado hasta ahora; pero había estado ahí los últimos tres años, compartiendo, aconsejándome y apoyándome en todas las decisiones; también en ésta. Creo que si no hubiese sido por ella no habría tomado la decisión correcta. Fue quien más me empujó hacia delante, quien alivió mis temores, a pesar de saber lo podíamos perder y, de hecho, perdimos; pero esa historia ya os la he contado.
Aunque hubo algún retraso más de la cuenta, diciembre se convirtió en abril, así fue como terminé aquí, escriéndoos esto a las cuatro y media de la mañana. Lo pasado entre entonces y hoy ya lo sabéis. Los detalles que se me han quedado en el teclado... Si son importantes, alguien nos los recordará. Si tenéis curiosidad, pedid y se os dará. Qué durmáis bien.
P.S.- Hay muchos nombres que merecen estar en esta historia, muchos momentos, muchas otras cosas. No me olvido de ninguno; pero entonces, para todo eso necesitaría llenar un libro entero, y no creo que mi vida se merezca tanto, no sería un gran libro. De momento...
Desde luego que leer las historias de los demas, lo que les hizo cambiar de barrio, es acojonante. La mia anda perdida en las paginas de mi blog, si no la encuentras la rebuscare y la volvere a colgar.
ResponderEliminarBasicamente, una rubia me trajo aqui. El trabajo y la adaptacion a la vida danesa, ahora lo veo como una carrera de obstaculos: dejarlo todo alli, mudanza, instalarse, buscar trabajo y no encontrarlo, buscar escuela de danes, aprenderlo, vuelta a echar cientos de CV ahora con el plus de saber algo de danes, encontrar un trabajo malo, luego uno un poco mejor, luego otro mejor, despues ir mejorando dentro de la misma empresa, mejorar tambien con el danes.
Y hasta hoy. Y cuando te das cuenta, tienes mas cosas aqui que alli. Me he levantado regular, sera el vino que bebi ayer: Valdepeñas y Rioja.
Ay, las vocaciones, las vocaciones... y esas ondas, esa danza de la realidad de la que habla Jodorowski, que nos llevan y nos traen hacia... ¿nuestro destino? Algunas veces las cosas parece que suceden del único modo en que podrian haber sucedido. Otras, sin embargo... ¿y cómo saberlo?
ResponderEliminarDices que tomaste la decisión correcta y me alegro. Eso sólo lo puedes saber tú. Dices también que ella te ayudó a tomarla. Yo hice algo parecido, en cierta ocasión, aunque esta vez éra él el que quería marcharse y yo le dije, lo recuerdo perfectamente (ese día hacíamos dos años): te quiero, pero antes que todo eso te respeto, y lo primero es que tú hagas lo que deseas y lo que te hará feliz. Si crees que vas a ser más feliz en otro lugar que a mi lado, adelante. Amar es saber dejar marchar al otro, ¿no? Eligió marcharse. Y espero sinceramente que él también piense que mereció la pena y que le vaya bien.
Llueve incesantemente en Madrid y cuando pienso en todas estas cosas, en todas las ondas que nos llevan y nos traen, no puedo evitar ponerme triste. Como si fuera inevitable tener que despedirse siempre. Como si fuera imposible esa felicidad completa, tenerlo todo, la familia, el amor, el trabajo y la realización personal en el mismo pinche sitio. Y que ese sitio sea además un lugar acogedor, y no una ciudad donde el viento te puede matar. El amor de mi vida está a 3000 km y no creo que nunca tengamos el valor de arrojarnos uno en brazos del otro. Mi familia, lejos. Mi trabajo, tal vez aquí en Madrid, tal vez en Bruselas, tal vez en... ¿El hombre de mi vida? Ni se sabe si existe o si nos llegaremos a cruzar. Pero siempre tendremos que despedirnos y tomar decisiones difíciles, siempre habrá que renunciar a algo, cruzar PNR's, resignarnos a tener un poco aquí y un poco allí.
Pero todo eso desaparece en esos momentos escasos, quizá, pero no por eso menos perfectos, ese día de diciembre, en que madrid se hunde lentamente en aguanieve, y en el café gijón cae un café tras otro y una sonrisa con alguien que te importa (o que, simplemente, te hace reír).
Tal vez la vida sea éso: una sucesión de momentos maravillosos, de lugares y de personas que merecen la pena. Pues entonces no está nada mal este camino, yo me quedo en él.
Genial la historia, Iván, para mí lo has logrado comprimir todo de manera que nos hemos quedado con ello, con eso que querías compartir con nosotros, ese pequeño resumen que creo para tí también era importante tener esquematizado en tu cabeza. Porque... ¿ló habrías pensado de esa manera si no lo hubieras escrito aquí? ¿hubieramos pensado alguno de nosotros, lectores, por qué estamos donde estamos, cuáles han sido nuestras ondas, nuestros alientos, nuestros empujes? Quizá sí, pero no de esta manera, desde luego... al menos yo no. Me está encantando pensar en ello, apreciarlo, y hacerme esas preguntas otra vez.
ResponderEliminarOjalá todos tengamos esa suerte y podamos afirmar que la nuestra también fue la decisión correcta.
Está todo en el mismo sitio, Phi...¿ no recuerdas el "hogar" que Iván nos explicaba...?. Solo es cuestión de ampliar el campo de visión...
Ponerse triste con esto es bueno, sentir... y encontrarte genial con unos cafés y unas risas, eso es mejor aún.
¿Os cuento un secreto? Antes de entrar por la puerta de casa, en las afueras de la ciudad, miro para arriba para intentar ver qué día va a hacer mañana... No sé por qué, pero siempre veo las estrellas, millones y millones, brillantes, más apagadas, enormes, pequeñas... Por supuesto no lo hago todos los días, sólo cuando me acuerdo, pero siempre que miro, allí están... No sé por qué, pero ese pequeño momento, esos 15 segundos que me quedo mirando hacia el cielo, hacen que me sienta infinitamente bien, llena de paz, y con un sentimiento de agradecimiento que no soy capaz de explicar.
A quienes leáis Bitácora, hacedlo si os acordais, aunque sea una sola vez, cuando noteis la ligera brisa nocurna soplar, miradlas, allí arriba... y entonces seguro que muchos entenderéis lo que siento al hacerlo.
Quería compartirlo, daros una pequeña receta para tener por lo menos un bonito y reconfortante momento al día.
Me encantará leer lo que sentisteis al hacerlo.
Un beso enorme para todos.
Curioso que digas lo de las estrellas, por dos razones. Porque mi amigo ruso es la primera palabra que aprendió en español (pero eso es otra historia). Y fue una noche de sanjuan que me dijo lo más bonito que me han dicho nunca("spanish estrellas are more beautiful or just you were with me?"). Distancia, siempre distancia...
ResponderEliminarY estrellas porque también siempre busco habitaciones con balcón donde asomarme justo antes de irme a dormir, y (también) mirar hacia arriba y dar gracias, a quien corresponda, por haberme permitido vivir un día más. Vivir, tan sólo. Y sé que alguien, en Guate, hace lo mismo, y probablemente a orillas del mar báltico...
Y sí, recuerdo el post acerca del hogar... que de hecho comenté. Pero no sé, no sé si está todo en el mismo sitio, ni creo que lo esté nunca. No es pesimismo, ni melancolía, ni me quejo de que las cosas sean así. Es lo que es, y también me alegro de haber salido de mi barrio y de haber conocido tantas, tantas cosas.
Die Heimat träge ich in die Schuhe. Y puede que sea así. Pero igual que mi hogar en un momento dado puede estar en madrid, castellón, guatemala, riga, miami o copenhage, habrá "little estrellas falling from my eyes" por todas las heimat que se quedaron lejos.
No sé si me sé explicar mejor. Si tengo tiempo pondré yo misma un post sobre todas estas cosas, pero, joder, no para de llover en madrid y a mí se me come la melancolía y el agobio en estos momentos y no estoy para grandes elucubraciones.
Anyway, gracias, Iván, por hacernos pensar y poner en orden a nosotros también todo lo que nos trajo hasta aquí.
Je... Gracias, otra vez más, a vosotros (aunque esta vez sean un poco atrasadas). Sino porqué o para quién hubiese escrito esta historia, hubiese puesto un poco más de orden y algunas piezas más hubieran hecho click.
ResponderEliminarLas gracias van y vienen, las ondas chocan, se mezclan y rebotan... Y vuelvo a ver otra prueba de que al final lo único que tenemos son a las personas que nos rodean. Descubro que aquí también, en Bitácora, tengo otro pedacito de mi hogar.
Es difícil responder a todo esto que me contáis... Añadir sólo que aunque no haya estrellas que mirar, la lluvia lavándote las lágrimas, también sirve. Ya sabéis lo que opino de estas cosas... Una vez más:
"He llevadoa cabo una labor, una grata labor dirigida al mundo y destinada a consolar nobles corazones: aquellos a los que aprecio y al mundo sobre el que descansa el mio propio. No me refiero al mundo común, a ese mundo de los que, según he oido decir, no pueden soportar el dolor y únicamente ansian estar inmersos en la felicidad. Que Dios se lo permita!. Mi historia no está dirigida ni a su mundo ni a su forma de vivir; su vida y la mia son dos mundos aparte. Es a otro mundo al que me dirijo, al mundo que lleva en su corazón una carga de dulce amargura, que se deleita con ello y con el dolor de la nostalgia, que ama la vida y se entristece con la muerte, que ama la muerte y se entristece con la vida. Dejad que tenga mi mundo en ese mundo, que me condene o me salve con él".
-Gottfried von Strassburg.
P.S.- Under, bonita "casualidad" la tuya :)
Bonito resumen. Lastima lo del Gimnasio, se te veia muy ilusionado. Pues nada a explorar mundo Pardiez
ResponderEliminarNo sabes lo que me alegré de hacerte esa llamada, la verdad.
ResponderEliminarDe todas formas, parece mentira que sean precisamente quienes más tienen que perder los que más nos apoyen en las decisiones de este estilo. A tí te "empujó" Pre, a mi cierto bicho, Phi hizo lo mismo. Tenemos tendencia a hacernos daño a nosotros mismos? O es que de verdad sigue existiendo el altruismo?
Parece mentira, verdad?
Y sí... me quedé en Vetusta... pero ya ves con quienes. Básicamente estoy trabajando con aquellas comisiones de docencia. Se nota el ambiente y se agradece. De fondo se siente el mamoneo, pero afortunadamente ya no es el que vivimos esos 2 o 3 añitos de forma intensiva.
La verdad es que parte de la culpa la tuvo mi parte miedica. No me atrevía a hacerle caso a cierto bicho por lo que pudiese pasar. Y al final pasó de todas formas.
En fin, que me alegro de haberte llamado. Los que nos metemos en el manicomio este y aguantamos con el espíritu de aprender hasta el final nos merecemos (porque tampoco lo entendemos de otra forma) trabajar en algo que nos entusiasme. Si no, nos ahogamos.
Un abrazo desde el norte de áfrica melenudo.
Santa Klaus
P.S: Perdón por el caos, pero llevo unos días...
P.S.2: La de tiempo que hacía que no me pasaba por aquí!
Supongo buscamos lo mejor para las personas que queremos, aunque no sea lo mejor para nosotros...
ResponderEliminarGracias por la llamada, otra vez :) También me alegra que me recuerdes que todas aquellas historias no fueron en balde. De hecho, me siento orgullo de a ver comprobado en mis carnes que unos pocos sí pueden marcar la diferencia.
Espero que, como yo, también pienses que, por los motivos que fuese, tomarte la la decisión adecuada.