viernes, 6 de junio de 2008

Postre: Copenahgue


Porque una cena sin postre es como follar y no correrse; puede estar bien, pero no es lo mismo.

Y para disfrutar de un buen postre no me va a hacer falta salir de Copenhague; con el tiempo que está haciendo desde hace un mes da pena irse a cualquier lado. No me lo creo, nunca jamás he visto cosa así en mi vida, hasta hoy, que ha aparecido algunas tímidas por el horizonte, llevaba siete días sin ver una sóla nube en el cielo, ni el más mínimo rastro de ellas, cielo azul e inmaculado del amanecer al anochecer y plagado de estrellas por las noches.
¡Increible! Y raro, muy raro para alguien del norte, para quien cielo es sinónimo de nube, pequeñas o grades, muchas o pocas, pero en mis cielos siempre había habido nubes.

Además, el martes me enteré que ayer era fiesta, día de la Constitución danesa, qué cosas; y hoy he decidido hacer puente, por esos días de vacaciones que nadie me va a pagar. Así que sí, fin de semana de cuatro días para disfrutar de los veinticinco grados, con menos de cincuenta por ciento de humedad, y esa ligera brisa que siempre sopla por estos lares. Sol, playita, chapuzones (no, el agua no está fría), barbacoas, cervecitas frías en las terrezas soleadas y relax, muuuucho relax todo el fin de semana, relax para disfrutar de esta ciudad que cambia de cara en verano.

Esta noche tenemos cenorra en casa. Zoltan, mi compañero de piso a invitado a diez amigotes, casi todos húngaros como él (aunque me ha prometido alguna japonesita y una estona ;). Van a hacer algo típico de por allá a'lante; hace un rato que ha vuelto de comprar tres kilos de carne. . . Miedo me dan.

Mañana nos han invitado a la barbacoa-cumpleaños de un amiguete de Nueva York y este fin de semana hay un festival itinerante que se va moviendo por los barrios de la ciudad, cada noche en uno, hoy toca en el nuestro. ¡Ja! Por si fuese poco, el domingo hay Fórmula 1, toca Canadá, y en el circuito Gilles Villeneuve la diversión siempre está asegurada.

Fin de semana redondo. El postre perfecto para tanto viaje y ajetreo :)



Curiosidad: Un servidor vive bajando unos doscientos metros por esa calle que se ve a la derecha junto a la aguja de la iglesia :)


Imágenes: Arriba, otra vez Nyhavn; abajo, el planetario Tycho Brahe y los edificios de Gammel Kogensvej reflejados en las aguas de Sankt Jørgens Sø; ambas son de Fleming Bo Jensen.

10 comentarios:

  1. Ahhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!
    Pues que bien, oiga.
    Eso es vida y lo demás cuento.

    Cuando sea mayor quiero ser como tu.

    Por cierto, ya me dirás donde sirven esos menús, me apunto, o mejor, a ver cuando invitaaaaaaaaaaaassssssssssss.

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  2. Ya save que está usted siempre invitada. Pásese cuando quiera :p

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  3. Macho... proponed que tu piso sea una delegación de las naciones unidas... así al menos seguro que conseguís una subvención para las cenas o algo.

    Pues nada, que a disfrutar de esos días de puente no pagado.
    P.S: Vaya forma de empezar el blog... hoy no tenías tú el día muy "polite".

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  4. "Polite", "polite". . . ¿Pero tengo razón o no tengo razón? :p

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  5. Iré, y más pronto que tarde (espero).

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  6. Pues no te lo pienses mucho y aprovecha el veranito, que por aquí no dura mucho. . . Y a cambio de un par de birras el aloja para una o dos personas lo pone un servidor ;)

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  7. Ayyyyyy,

    pero que envidia. Te odio, desde lo más profundo de mis entrañas, te odio :p. Y en Madri cayendo la del pulpo y a 13 grados. Increible!!!!

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  8. Tranquilo, que unas semanas paso a visitarte y te llevo un poquito de sol :)

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  9. Anda, esa calle me suena. ¿No será la calle en la que hay una iglesia católica? Si es esa, donde además hay un bar español, que no sé cuánto tiene de español, entonces vives en la misma calle que R. que regresa para España tras 2 años y medio de tortura, según ella...

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  10. Pues sí, esa es la calle. Vivo encima mismo del restaurante español :)

    Ahora podríamos decir aquello de qué pequeño es el mundo, pero no, el mundo es grande; estas cosas son normales en redes con conexiones aleatorias aunque a nuestro sentido común le extrañe:

    Seis grados de proximidad

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