viernes, 4 de junio de 2010

Los jueves al sol



Así fue como me pasé buena parte del día de ayer. Y también como me voy a pasar lo que queda de tarde: al sol. Después de un largo, frío y espectacular invierno; después de una primavera canónica de viento y lluvia; el miércoles salió el sol. Un sol de verano que barrió la brisa fría e hizo que me atreviese a por primera vez a salir de casa en patalón corto, camiseta y sin llevar ropa de reserva en la mochila.

Andado a vueltas con la tesis, peleándome para terminar el doctorado, ¿me puedo permitir pasar un dia, o dos, tirado al sol?

Sí, puedo. Pude hacer eso, y luego pude irme a entrenar dos horas. Y luego a tomar una birra con los amigotes. Y luego aceptar una invitación a cenar bacalao a la vizcaína y pasarnos discutiendo hasta las dos de la mañana entorno a una botella de vino, cuándo va la comunidad internacional a dejar de consentirle a Israel que haga lo que le salga de las pelotas. Hasta cuándo cuando vamos a tener que aguantar que sus diplomáticos digan cosas como que tampoco es tan grave, que en España murieron más personas este fin de semana en accientes de tráfico que en el asalto a la Flotilla de la Libertad. Tócate los cojones, Mariloi. . . Pues perdóneme usted que le matice, señor hijo de la grandísima puta, que hay una sutil diferencia entre morir en un accidente y que a uno lo asesinen descerrajándole un tiro nada accidental, sino premeditado y profesional. Asaltar a mano armada un barco en aguas internacionales y liarse a tiros con sus tripulantes en castellano castizo llama piratería y terrorismo. Uy, perdón, se olvidaba que según las nuevas definiciones al uso sólo son piratas quienes tienen pasaporte somalí y terroristas aquellos que rezan en mezquitas y celebran el Ramadan. Pues eso, a lo que iba, que mientras el estado democrático israelí se seguía dedicando a pasarse por el forro de los cojones, propios y ajenos, la legislación internacional y los derechos humanos, un servidor se dedicaba a rascarse la barriga al sol sin remordimiento de conciencia alguno. Más bien todo lo contrario, satisfecho por haber terminado el sábado pasado el primer borrador completo de la tesis.

Aquí lo tengo, reposando en una esquina del escritorio. Y ahí se va a quedar cuando dentro de media hora me vaya a hacer barbacoa al parque. El fin de semana tampoco pienso tocar ese borrador, tiene que madurar, macerar y cojer solera. La semana que viene, con calma, lo revisaré y se lo mandaré a mi jefa para que lo destripe sin compasión, cual miembro de un convoy humanitario camino de Gaza en manos de un soldado israelí, por poner un ejemplo casual. . .

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