lunes, 15 de septiembre de 2008

Monza 2008: Oooh. . . Yeah!!!

Había muy pocas razones, pero después de carreras como la de ayer nadie a quien le entusiasme la Fórmula 1 puede decirme que sin Alonso luchado por el campeonato la cosa no tiene gracia. Me reafirmo en lo que dije del Gran Premio de Valencia: con el espectáculo que nos han ofrecido estos dos últimos fines de semana circuitos clásicos, de los de toda la vida, como son Spa y Monza, ¿para qué queremos el marketing barato de Valencia o la locura que nos espera dentro de quince días en Singapur? Un circuito legendario, un poco de lluvia, los veinte mejores pilotos del mundo y el espectáculo está asegurado. Oooh. . . Yeah!!!

Tenía que pasar esta temporada, donde las cosas están tan igualadas que, un golpecito de suerte y un mínimo desliz de los grandes, han abierto las puertas de la victoria al joven talento de Vettel y a la modestia afanosa del equipo Toro Rosso. Poco a poco, con tesón y trabajo duro, el equipo de Faenza, los mismo hombres que hasta hace dos años se llamaban Minardi, han ido escalando en la parrilla hasta codearse con los grandes. Ayudados por el magnífico motor Ferrari, la experiencia de un equipo humilde pero con muchos años en el negocio y ese alemán rapidísimo que ayer le arrebatató a Alonso los récores de poleman y vencedor de un gran premio más joven. Se llama Sebastian Vettel y ayer culminó un fin de semana perfecto brindando desde lo más alto de podium. ¿Qué hubiera pasado si su compañero, Bourdais, no hubiese tenido aquel problema estúpido con la caja de cambios en la salida? Nunca lo sabremos; pero no es descabellado pensar que ambos habrían terminado abrazados en el podium. . . Lo que sí es seguro es que victorias como la de ayer son las que hacen grande a la Fórmula 1. Victorias como los dos campeonatos de Alonso y Renault. Victorias que nos recuerdan que no todo es dinero en este negocio, que a veces el talento, el trabajo en equipo, la tenacidad y la osadía pueden hacer saltar por los aires los pronósticos y hacer que nos replanteemos si lo que llamamos sentido común de verdad tiene sentido.

Pero además de la victoria deslumbrante de Vettel, ayer pasaron muchas otras cosas en la pista. Las condiciones infernales de la pista: mojada, cambiante y con mala visivilidad, pusieros a prueba a hombres y máquinas. Además de con Vettle, por supuesto, de la carrera de ayer me quedo con tres nombres: Alonso, Kubica y Heidfeld, por ese orden. Los tres apretaron los dientes vuelta tras vuelta, cargados con gasolina hasta en los bolsillos para hacer funcionar sus estrategias a una única para con una primera sección largísima. Lucharon por defender sus posiciones cuando sus coches no les permitían correr. Y sacaron el cuchillo cuando la estrategia daba sus frutos, con los neumáticos intermedios en el mejor momento y la misma carga que los demás, para cruzar la meta tercero, cuarto y quinto.

¿Y por qué vuelve a merecerme Alonso más respeto? Porque su carrera de ayer volvio a ser soberbia. Porque cuando la suerte no le traicionó volvió a hacer el milagro. Pocos dudan que a estas alturas la comparación entre el BMW y el Renault es odiosa, y más aún en un circuito como Monza, que requiere todo lo que le falta al R28: estabilidad en frenada y al pasar los pianos, buena tracción y velocidad punta. Con estas cartas en la mano y gasolina para treinta cinco vueltas, el sábado Alonso se clasificó octavo, el domingo derrotó a Heidfeld y le faltaron un par de vueltas para robarle el podium a su amigo Kubica. En las peores condiones, con el coche menos adecuado, volvió a sacar lo mejor de sí mismo. ¡Soberbio!

Esto se haría demasiado largo si hablase de todo lo que merecía la pena ayer. Pocas veces hemos visto a los pilotos dejarse la piel como este año en Monza. Hicieron una carrera limpia, con apenas accidentes a pesar de las condiciones, lucharon y nos direron espectáculo. Tengo que felicitarlos a todos, incluso a los desafortunados Ferraris. . . Bueno, a todos menos a dos. A todos menos a los chicos de McLaren. Empezando por ti Kovalainen: más te vale que de aquí a Singapur medites seriamente cómo fue posible que un jovenzuelo conduciendo un Toro Rosso, alias Minardi, te robase la pole y la victoria sin darte siquiera opción a que te acercases a él. ¡Y tú con un McLaren, tío! Tú actuación de ayer resulta aún más ridícula comparada con la velocidad endemoniada con la que remontaba Hamilton mientras llevaba los neumáticos de lluvia extrema, con los intermedios la cosa dejó de funcionar; algo tiene el McLaren que hace trabajar como ninguno los neumáticos con temperaturas bajas. Y hablando de Lewis, sí, muy bien, muy rápido, adelantamientos impresionantes; pero este niñato es un hijo de puta. Con ese coche, con el talento que tiene, manibras como las que les hizo a Glock, Alonso, Fisico y Webber sobran, están fuera de lugar, son sucias, rastreras e ilegales. No se puede conducir como si estubieses sólo en la pista. No se puede andar empujando a los demás arriesgansose a provocar un accidente en cada frenada. Si todos condujesen como ayer el cabrón de Hamilton, la meta la cruzarían cuatro. Por suerte, el otro que era como él ya se ha retirado, y los que quedan se respetan un poco más a sí mismos y entre ellos; claro, que él dira, como dijo de Kimi tras Spa, que el problema es que no tienen cojones.

Pero que el chico maravilla no nos distraiga de lo importante, del carrerón, del espectáculo, de las actuaciones magníficas de diecioche pilotos, con Vettel a la cabeza como flamante y merecido vencedor. No nos distraigamos de lo que vimos ayer:

Fórmula 1, nenos, !Fórmula 1!!!

Oooh. . . Yeah!!!



P.S.- Os dejo de regalo la última vuelta de Alonso en Spa: espeluznante. Y no os olvidéis de echarles un vistazo a los videos resumen de la güeb oficial de la Fómula 1.


Imágenes: F1-Life y Autosport.


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