Ahora os voy a contar millones de cosas del fin de semana pasado. Millones de cosas que se han ido multiplicando a lo largo de esta semana, dejándome sin un segundo para sentarme a escribir. Mea culpa. . . Ni siquiera me han quedado horas que robar, ni fuerzas para acecharlas en la noche.
Todo empieza el viernes cuando me invitan a una fiesta en el estudio de arquitectura donde trabaja una amiga. El motivo de la fiesta, ni idea. Empezaba a las tres de la tarde; están locos estos daneses. Haciendo un esfuerzo, aparecimos a las siete; antes no son horas decentes de ir a ninguna fiesta. Allí que me encuentro un montón de comida: jamoncito, chorizo, queso, salchichón. . . Increble pero cierto. . . Y algún vino decente amén de las inevitables cervezas. Todo ello amenizado por cuatro tipos que se habían traído las guitarras, la harmónica, el violín y todo cacharro susceptible de produccir sonidos con cierto orden y harmonía que tuviesen por casa. Buena música y cena gratis, ¿qué más se puede pedir? Pues, por ejemplo, que después de la fiesta, unos cuantos y muchas risas terminar en una fiesta de Halloween islandesa. Los islandeses, como todos los escandinavos, están locos, pero estos lo saben, les gusta y es contagioso. Ese bar lo tengo desde hace semanas en la lista de sitios a donde ir cuando todo te da igual y tienes ganas de reir.
Con estos antencedentes entenderéis que el sábado no fue un día muy productivo. Un poco de limpieza, hogareña y personal, un poco de lectura, entrenamientos de Fórmula 1 y hacer la compra para la fiesta de la noche. Hacía mucho que no liábamos ninguna en casa. Así que, para celebrar que llevamos un año en el apartamento decidimos juntar a una docena larga de amigotes, cosas poco salubles para picar, unos que traigan menta, otros limas, alguno agua con gas, ron, por favor, no os olvidéis del azucar moreno y hielo que no falte. . . Listo: fiesta de mojitos. En mi vida había preparado uno, el sábado me pasé tres horas haciendo mojitos. Os garantizo que la primera ronda era imbebible; pero a partir de la cuarta generación no tenían nada que envidiarle al mojito medido de sábado por la noche, y la séptima y la octava en el Vaticano están pensando en añadirlas la final de la lista de los siete pecados capitales.
Domingo. Llega el gran día. Se limpia en un plis el cristo de la noche anterior y nos sentamos todos juntos a ver la la últimísima carrera con las bocas llenas de patatitas y palomitas. Ya sabemos todos lo que pasó en Brasil, y ahora no quiero recordalo. Termina la carrera y salimos pitando. Bicis, guantes, abrigos, entradas. . . ¡Concierto!
Aunque un servidor los descubrió hace un par de semanas, ellos "inventaron" eso que llaman post-rock allá por el 95. Es lo que está sonando mientras escribo esto, y lo que lleva saliendo del iPod desde que los descubrí. Os dejo con ellos:
MOGWAI - Auto Rock (Imágenes de Ergo Proxy)
P.S.- No he encontrado ningún video en directo con un sonido decente; pero aquí os dejo otra de las canciones me abraza las neuronas estos días:
P.P.S.- Fijaros si se me enredan las cosas que empecé a escribir ayer a eso de las seis de la tarde y he terminado por piblicarlo a las siete de la mañana después de andar toda la noche. . . Bueno, después de toda la noche, ¿vale?
Esas cosas son las que hacen la vida grande. Me alegro y que dure!
ResponderEliminar:D Gracias, Viajera.
ResponderEliminarAys, que no parar tan bueno...
ResponderEliminarNo conocia el grupo, ni idea... pero la verdad es que son bastante curiosos... habrá que escucharlo con más detenimiento...
Muak!
PD: Yo el viernes mi primer contacto con el Novo-Fado... ya te contaré... :P
Vero.
Estoy super-flipao con ellos :)
ResponderEliminarY espero que me sigas el ejemplo en esto del no parar allá por tierras portuguesas. Ya me mandarás algún video con eso del novo-fado ;)