Entre
WikiLeaks, los
atracos reiterados que sufrimos a manos de los
putos banqueros y los
recortes sociales que nos imponen los gobiernos "socialistas", me lo están poniendo fácil. Nos lo están poniendo fácil para darnos cuenta de una vez por todas que de las democracias liberales y el capitalimo rampante, "el mejor mundo posible" según algunos, son el mayor engaño de la historia de la humanidad. Nos han convencido para que vivamos en un pozo de mierda y para que, además de gustarnos el olor, nos creamos que es lo máximo a lo que la humanidad puede aspirar. Así que a callarse todo el mundo y a trabajar más por menos, que con tanta huelga, tanta filtración y tanta protesta es imposible gobernar y los banqueros van a terminar por ganar menos dinero este año que el anterior. . .
Y hablando de trabajar, quizá dí la impresión
el otro día de que me cabreaba esta moda que se está extendiendo por el "mundo civilizado", eso de exigir que trabajemos gratis. Pues no, eso del trabajo no-remunerado, contratos basura de prácticas basura sin sueldo basura y mierdas afines están tan lejos de la línea de lo considero razonable, que más que cabrearme me provocan risa, risa histérica. . . Lo que me cabrea es la alternativa al trabajo no-remunerado. Lo que me cabrea de verdad es el trabajo remunerado.
A este pavo se le ha ido la pinza definitivamente. . .
Shhh. . . Vamos a pensar un poco y luego decidimos a quién se de va la pelota. Cojamos un país medio del primer mundo. Uno normalito, de esos a los que ni les va muy bien ni muy mal, por ejemplo, España. En España, el profesional cualificado medio puede aspirar a consiguir, con algo de suerte, un trabajo a cambio del cual le paguen un sueldo digno. Donde por sueldo digno solemos entender un salario que nos permirta pagarnos la comida, la casa (en alquiler o hipotecada), algo de ropa y puede que algún lujillo superfluo (libros, un ordenador o cenas románticas ocasionales). Comida, casa y ropa, eso es lo que nos proporciona un sueldo digno. Comida, casa y ropa, eso es lo que obtenía, como mínimo, un esclavo en la antigua Roma, en la Grecia clásica o entre los despiadados vikingos.
Ya, hombre, pero además de comida, casa y ropa ahora somos libres de hacer y elegir otras muchas cosas. . .

Ejem, ejem. . . Sí, ahora somos libres de elegir una vez cada cuatro años, metiendo un papel en una urna de metacrilato, de que cólor queremos la mierda: clarita popular u oscura socialista. ¡Una vez cada cuatro años! El resto del tiempo alguien, cuyo nombre no sale en ninguna papeleta, nos dictará cómo debemos vivir, cuantos impuestos pagar y qué amigo suyo es mejor dárselos. Lo cual es razonable, porque nosotros estarémos demasiado ocupados decidiendo libremente a quién le vamos a suplicar que nos permita, si no es molestia, hipoticar a nuestros nietos: al BBBVBA o al Fachander. También somos libres, si no nos importa el
linchamiento mediático, de ponernos en huelga para suplicar unas condiciones laborales decentes. Más que nada, por aquello de llegar a casa con las fuerzas necesarias para echar un polvo dignos a quien corresponda. Incluso, si uno es un radical empedernido, puede usar su libertad de prensa para sacar mierda de debajo de las alfomfras gubernamentales con la esperanza de que se haga justicia; eso sí, mientras te vas a esperar en una
celda de aislamiento londinense a que la justicia decida primero
de qué te va a acusar, si de follar sin condón o de, con perfidia y alebosía, no haber contestado un mensaje de texto, so cabrón.
Y démonos cuenta de que todo esto ocurre en el primer mundo. Lo máximo a lo que puede aspirar un trabajador cualificado medio en el primer mundo, en esos escasos lugares del planeta donde hemos nacido cuatro afortunados, es a ser un esclavo-asalariado con comida, casa y ropa. El otro 80% de la población mundial no puede aspirar ni tan siquiera a comida, casa y ropa. A si que el próximo que me diga que el sistema funciona, que no se sorprenda si le escupo a la cara, en mi nombre y en el del 5300 millones de personas. Mientras tanto, señores ladrones con despacho, esfadores con cargo público y cómplices de papeleta y urna, pueden ir ustedes metíendose su capitalismo y su democracia liberal por el culo.
Bueno, bueno, tranquilo, eh, que tú mucho quejarte; pero qué alternativa propones, listillo. . .
Pues mirusté. . . Primero, no tengo porqué proponer ninguna alternativa, que para darse cuenta de un coche no funciona no hace falta saber arreglarlo y, segundo, alternativas ya las han propuesto y puesto en práctica otros. Por ejemplo, otros no muy lejanos, allá en un lugar llamado España, hará cosa de setenta y cinco años. Lástima que nos lo hayan olvidado. . . A ver si otro día, entre ración de mierda y ración de mierda, saco un rato y rehacemos memoria. Mientras, vendría bien recordar aquello que reclamaban durante la Revolución Francesa: "La tierra para los que la trabajan". . .
Imágenes: esta vez echadles la culpa a Google y Wikipedia.