lunes, 13 de septiembre de 2010

Monza 2010: Misión cumplida

Ayer, sobre el mítico trazado de Monza, hubo tres momentos clave que definieron otra página de su leyenda automovilística.

Primero, la salida, como no. La arrancada fulgurante de Button desde el lado sucio y el precioso adelantamiento que le hizo a Fernando en la primera chicane, convirtieron lo debía ser una victoria fácil de Ferrari en un juego del gato y el ratón de proporciones históricas. Fue una al límite de ambos campeones, con toque incluido; el propio Button confesó su sorpresa por lo tarde que había frenado Alonso. Al final el británico se llevó el gato al agua; pero tuvo que sufrir treinta y seis vueltas de caza implacable, con silueta roja del F10 inamovible en sus retrovisores. El mismo tipo de caza que ya sufrieron Schumacher, Räikkönnen, Hamilton, Montoya o Vettle, y Button era muy consciente de cómo había terminado en la mayoría de las ocasiones.

La de ayer, quizá fue una carrera que para alguien que se haya aproximado a la Fórmula 1 hace poco, podría haberle parecido un tostón; pero para cualquiera que disfrute con los entresijos de este deporte, fue un espectáculo delicioso. Ver durante treinta y seis vueltas a Button entrar al límite en cada chicane, acariciando los pianos con su pilotaje delicado y sutil, haciendo deslizar el coche un poco más de lo que le gusta para conservar sus décimas ventaja una vuelta más. Y detrás, Alonso, tendiéndole trampas cada vuelta en un lugar diferente. Rodando a rebufo del McLaren, controlando en cada curva la pérdida de carga aerodinámica que eso supone. Hubo un par de momentos espeluznantes en la Parabólica, la última y legendaria curva del trazado italiano, Alonso queriendo arañar centésimas, pegarse lo suficiente al difusor del McLaren para cogerle el rebufo y adelantarlo delante de miles de tifosi al final de la recta, a punto estuvo de perder la trasera del Ferrari. Fue increíble verlo hacer esos contravolantes calmados a más de doscientos cincuenta kilómetros por hora, a milímetros de la hierba y la catástrofe. Y ese no fue el único espectáculo del que disfrutamos ayer. En Monza abundaron los duelos y adelantamientos para aderezar el duelo de nervios y manos entre Button y Alonso: las luchas de Webber con Hulkenberg y Schumy, la remontada de Sutil o la insólita y eficiente estrategia de Vettel, aguantando con las gomas blandas hasta la última vuelta, cuando sólo el reglamento le obligó a cambiarlas.

El segundo momento clave de la carrera nos lo regaló la estupidez del chico maravilla. La victoria de Alonso fue mucho, muchísimo más dulce, tras ver al ex-lider del campeonato irse a casa con cero puntos. Hamilton sabía que había cometido un error no usando el conducto-F. Tal vez trataba de rehacerse por las bravas. Tal vez por una vez la suerte no ha bendecido sus errorres. ¿Acaso pensaba que Massa se iba a quitar de en medio porque sí? No entiendo por qué volvió a cerrar la trazada cuando ya había perdido la posición. Tal vez le salió mal el truco sucio: toquecito en la rueda trasera y Massa al prado. Voy a contarse un secreto, chico maravilla, eso sólo funciona cuando les golpeas por el interior, porque si lo haces por el exterior, debido al sobreviraje natural del rival, es su rueda trasera quien te golpea a ti y entonces, las leyes de la física te joden bien jodido. Una pena. . .

Pero lo que de verdad hizo que mereciese la pena estar sentados hora y media pegados a la tele, lo que de verdad convirtió la pole, la vuelta rápida y la victoria de Alonso en algo sublime fue lo que ocurrió entre las vueltas treinta y seis y treinta y ocho. El tercer momento clave de la carrera ocurrió cuando Button se adelantó a Ferrari con su repostaje, aclaró todas las dudas sobre si sería mejor parar antes o después que tenían en el muro rojo, ya sólo había una estrategia. Una vuelta estratosférica de Fernando y el increíble cambio de ruedas que hicieron sus mecánicos, ¡3.4 segundos!, le hicieron salir de boxes emparejado con Button. Se repetía la escena de la salida; pero esta vez el neno llevaba el lado bueno y ya había pasado la hora de andarse con contemplaciones. Hizo el adelantamiento que tenía que hacer. El que le pedían miles de gargantas desde las gradas. El que borraba las memorias amargas de Spa. El que le devolvía a la lucha por el campeonato. El que dejaba a Button preguntando a su ingeniero de pista si había sido buena idea cambiar las gomas cuando lo hicieron. Y mientras, Fernando se escapaba a golpe de vuelta rápida a recoger los laureles que aguardaban tras la bandera a cuadros.

Pole, vuelta rápida y victoria. Fin de semana perfecto. Cuando más hacía falta. Dónde más hacía falta, en la patría de su equipo, en su segundo hogar, ante la marea roja salpicada de azul, Fernando cerró las bocas que empezaban a cuestionar su papel en Ferrari. Veinticinco puntos valiosísimos y con sabor aún más dulce porque el chico maravilla se quedó en la cuneta, Webber sólo pudo ser sexto, aún así suficientes para recuperar el liderato del campeonato, y porque Massa redondeó el podio.

¡Misión cumplida! Próximo objetivo: Singapur.


Imágenes: Autosport.com y TheF1.com.

3 comentarios:

  1. ESta vez has posteado rápido, eh!!! Cómo se nota que disfrutaste la carrera.
    Te olvidas de comentar el frenazo de MSC cuando perdió la posición. No lo he visto hacer eso en mi vida!
    Vaya trabajazo el de los mecánicos en el repostaje, que casi nunca decimos nada de ellos.
    Y vaya carrerita. Además, en el sitio en el que tenía que ser, en casa.
    Tiene que estar en Ferrari que cualquiera los aguanta. :P

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  2. He posteado el lunes por la noche, como siempre, salvo raras excepciones ajenas a mi voluntad. Respecto a Schumy, sigo diciendo lo que siempre he dicho, a pesar de sus virtudes como piloto, que son muchas, nunca ganó un campeonato teniendo un rival en la pista (bueno, quizá el segundo). Sólo ganó cuando el Ferrari y el Benetton eran un segundo más rápidos que el resto.

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  3. He posteado el lunes por la noche, como siempre, salvo raras excepciones ajenas a mi voluntad. Respecto a Schumy, sigo diciendo lo que siempre he dicho, a pesar de sus virtudes como piloto, que son muchas, nunca ganó un campeonato teniendo un rival en la pista (bueno, quizá el segundo). Sólo ganó cuando el Ferrari y el Benetton eran un segundo más rápidos que el resto.

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