lunes, 22 de mayo de 2006

Esta noche hace un mes. (Cont.)

Como os decía, uno extraña millones de detalles, y todos y cada uno de vosotros aparecéis de alguna manera en ellos, así que, voy a dejar de enumerar, porque no pararía, y luego Marcos se queja de que soy un chapas ;-)

A pesar de todo, hay cosas por las me ha merecido la pena venirme a Dinamarca, aunque cambiase de idea y decidiera volverme mañana. Una de ellas, sí, lo habéis adivinado: la pedazo de cacho de trozo de barbacoa del viernes. Lo primero dejadme deciros que me equivoque, no llevaban asando el cerdo desde por la mañana, no, mentira. Bueno, si que empezaron por la mañana, pero no era un cerdo, sino DOS!! Con patatas en algo parecido al ali-oli, kilos de ensalada y, para mi alegría, pan, mucho pan, cosa cuya presencia uno no debe dar por sentada en este país a la hora de comer.

Bueno, creo unos fartones como sois la mayoría de vosotros os hacéis a la idea del percal, nun fai falta que vos dé más señes. De todos modos, creo que me voy a reserver un artículo aparte para la barbacoa; hubo un par de detalles que merecen ser contados, pero no hoy, ni aquí.

Os estaba contando que, a pesar de la morriña, hay cosas por las que merece la pena estar aquí, y quizá, la más importante de ellas es la independencia. Y no me refiero al poder andar a mi aire, hablo de la satisfacción que supone el comprobar que uno es capaz de apañarselas solito, y no me malinterpretéis tampoco en esto, aquí hay un montón de personas que de una u otra manera me hechan una mano todos los días; pero al fin y a la postre, todo depende de mí y de cómo me organice la vida día a día. (Bueno, no todo... Gracias por seguir pagando la factura del teléfono, mamá.) Y ya he sobrevivido un mes, no está mal, no?

Además, está muy bien eso de poder comprobar tú mismo que los lugares que salen por la tele existen de verdad. Existen y están vivos, te tocan y se mezclan contigo. Y mientras caminas por ellos aprendes que mucho de lo que te parecían tan normal, lógico y natural, tanto, que sobre la mitad ni siquiera te habías parado a pensar, puede verse de forma diferente cuando la naturaleza cambia la lógica que define a lo normal. (Esta frase apuntadla que voy a tardar en escribir otra igual... Por suerte.) Te das cuenta que muchas cosas, para bien o para mal, no son lo mismo por muy europeos que seamos todos. Pero por encima de todas las diferencias, te haces consciente de hay muchas otras que no cambian.

Esa es la mayor sorpresa de todas: lo poco que ha cambiado mi vida. El mayor cambio, el más importante, está en las caras que he dejado de ver cada día; pero lo demás, es igual en su esencia. Sigo levantándome por las mañanas. Sigo llendo a trabajar, vale, a horas diferentes y en algo distinto, pero eso importa? Sigo desayunando comiendo y cenando. Sigo saliendo los sábados por la noche. Sigo disfrutando de un buen libro y de las carreras de F1. Sigo...

Lo que estoy tratando de deciros es que al final no importa una mierda que esté a 2500 km de Gijón, que en un día normal hable más en inglés que en castellano, que cuando salga a la calle no entienda los carteles o que ahora vaya a todos lados en bici. Al mundo le da igual, y un servidor sigue siendo una cosa pequeñita que va por el planeta tratando de disfrutar con y hacer bien su trabajo, de comer lo que le gusta, de aprender algo cada día, de cuidar (en la medida de lo posible, y desde aquí es casi nada) de los suyos. Alguien que sigue queriendo a la melona, necesitando entrenar y sudar para sentirse a gusto, teniendo un libro al lado de la cama y afeitándose una vez a la semana.

Cambian los detalles, pero no la esencia de la persona y su vida. Y aún así, aunque esto sorprende el día que te haces consciente de ello, sólo alcanza su verdadera dimensión cuando miro a mi alrededor y me encuentro comiendo enfrente de una pakistaní, charlanlo con un peruano o haciendo cola en supermercado junto a dos chinos y tres danenas y sé que a ellos les pasa lo mismo, lo sepan o no. Es más, también ocurre en Sry Lanka, Ciudad del Cabo, Buenos Aires y donde os dé la gana. Y será igual mañana, dentro de un año y lo fue hace diez siglos. Así que al final, sólo puedo sentirme un poco más cercano a todos ellos, no puedo sino querer un poco más cada jodida persona de este puto planeta, y en especial a vosotros, cacho mamones, que ya vais a tener algo más para meteros conmigo. Y menos mal, porque empecé con una barbacoa y termino repartiendo más paz y amor que el Dalai Lama; lo cual es la confirmación definitiva de que necesito irme a cenar. Un abrazo.

(Podría alguien mientras tanto, o cuando tenga un ratín, mandar un par de mails explicando esto a los líderes del mundo civilizado. Gracias.)

3 comentarios:

  1. buahhh!!!!!
    O:(Es un sollozo), Marcos está llorando en este momento.
    M:Si pero por no haber podido catar esos cerditos
    O: Materialista, pero solo de boquilla, que sé yo que te echa de menos jugando al Risk
    M: Sí, la verdad es que sí, nadie como Iván pierde tropas en Australia
    O:Agur
    M: Yogur

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  2. La esencia de afeitase una vez es canalizada. Paz y amor, si señor. Kon lo bonito ke ye la epoca hippie de paz sexo y musicota. Pero en fin, por algo tienes ke empezar

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  3. K potito macho...
    ...k potito!
    Ze me zaltan lah' lagrimah'!
    :')

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