Bueno, pues se han acabado las vacaciones. No sé si por suerte, por desgracia o ambas; pero se han terminado. Estaba pensando en contaros lo que han dado de sí estos días, que ha sido para mucho; pero pensándolo bien, maldita la gana que tengo de escribir algo como la inevitable redacción del prime día de cole: hala niños, ahora vais a poner todos en un papel lo que habéis hecho estas vacaciones... No me da la gana, seño. Además, la mayoría de los que leeís esto ya os lo sabéis. Los que no, tranquilos, algo contaré... Puede que no sea hoy... Puede que no sea mañana...
¿Qué demonios os voy a decir entonces sobre las vacaciones? Pues que han sido inolvidables. Para lo bueno y para todo lo malo. Que he visto y aprendido muchas cosas. Pero por encima de todo, lo más importante de estos días han sido las personas. Tres semanas donde he podido confirmar una vez más lo que pensaba hace mucho tiempo; pero esta vez vivido y condensado de una manera brutal, intensa y dolorosa. He probado de nuevo que lo único que importa son las personas que nos rodean, y de paso he aprendido mucho sobre y de la mayoría de vosotros, de los que habéis estado y de los que no. Así que esta vez, además de un poco más de ropa y unos cuantos libros, me he traído una sensación agridulce de profunda tristeza que resulta reconfortante y maravillosa a su manera. Y es que, hay cosas que es imposible que te pierdan en un aeropuerto, con huelga de Iberia o sin ella.
Si todo esto os parece un tanto confuso, perfecto, estáis empezando a comprender cómo han sido para mí estas tres semanas. Lo que siempre estará claro y meridiano en mi cabeza son momentos como la despedida que me regalaron en la estación del Teatro Nacional de Oslo, con una gaita bramando bajo el abobedado de hormigón al son del Asturias Patria Querida y la Muñeira de Boal. O las horas de charla nocturna y bombones de vodka mirando el techo sobre la cama con los brazos tras la nuca. No olvidaré el cariño y respeto incondicional de los que fuisteis mis alumnos a pesar de lo poquito que hecho por vosotros últimamente. Ni tampoco la mirada triste de mis padres mientras me apollaban ciegamente en decisiones que sólo yo podía entender. Ahí estaréis siempre los que con un abrazo, un puñado de euros, una puerta abierta, horas de charla o invitaciones a comer me dísteis más de lo que me hubiera atrevido a pediros. Y ya puestos, sería injusto que me olvidase de los que sólo habéis podido leer, preguntar o hacer un par de llamadas. Lo he ido dejando para el final porque, aunque duele o precisamente por eso, no quiero que se pierda por el medio: conmigo viajará siempre la última vez que hice el amor con Pre y también la ultima vez que la hice llorar.
Creo que será difícil de olvidar, y mucho menos perdonar, a los que miraron hacia otro lado. A los que pudiendo, no quisieron. A los que pidiéndoselo, no dieron. A los que estubisteis demasiado ocupados con la vida interior de vuestro ombligo. Ahora ya lo sé... Y no, por mucho que os extrañe a algunos, hoy no hay nombres. He peleado demasiado estos días. Necesito descansar. Esta vez no va a llegar con volver a afilar la espada; está rota. He aprendido tanto de mí mismo de todos vosotros, que sospecho que llevará un tiempo fundir todo eso en la forja y darle temple de nuevo.
Ahora me voy a dormir. Pensaba acostarme hace dos horas y, para variar, me habéis liado. Aún tengo el sueño atrasado desde jueves, me pican los ojos y después de releer esto... En fin, mañana más y os prometo que menos melodramático.
Gracias por hacer que fuelle siga avivando las brasas. Y recordad: personas, nada más que personas...
No se por que, al leer este post me acorde de Jesus Quintero.
ResponderEliminarEn fin,borron y cuenta nueva,y recuerda que fue Anduril y no Narsil la espada que empuñaba Aragorn cuando se convirtio en rey
Uf, el que entienda el ultimo comentario tiene que ser tan friki como yo
ResponderEliminarBueno morrillu, veo q has llegado bien, ahora ya sabes, busca una copenaguiense rubia con las tetas grandes y a disfrutar..;-))
ResponderEliminarLa espada no está rota. solo mellada. Con buen acero no hay espada que rompa asi a afilarla y otra vez como nueva.Seguimos aquí, lejos pero muy cerca.
ResponderEliminarJesús Quintero??
ResponderEliminarY tranqui, creo que sólo un procentaje minúsculo no va a entender el comentario. Aquí el que más y el que menos es medio friki.
Sino pregunta y ya verás...
Teta que la mano no cubre...
Y sí, esta rota, que sus lo digo yo. Y si no lo está hay que partirla pa facerla mejor.
Besinos y abrazoa.
Joe, he llagado tarde al blog, pero me he quedado de piedra con el primero de los posts de vuelta.
ResponderEliminarEn fin...
Habrá que mandarte un yunque nuevo a esas gélidas (ya, ya sé que por ahora no tanto) tierras.
Un abrazo del tamaño de las tetas de la rubia esa que decía Mr. Anónimo.
Demasiado dolor y veneno en las letras. Con cojones se sube uno al caballo, con cojones esti le tira y solo con cojones se vuelve a subir. Animo rapaz
ResponderEliminarQué pasa, neeeng!!
ResponderEliminarDos cosas: 1.Vaya buena pinta que tienen esas danesas!! 2.Nunca te había visto tan abrigao como en esas fotos, jejejeje, te estas ablandando?? jejejeje
Saludos tío!!
Qué cabrón!!
ResponderEliminar(Léase con acento argentino ;-)