miércoles, 7 de junio de 2006

Veintiocho pasos

El miércoles me cambié de apartamento. Fue una de esas cosas inesperadas con las que la vida decide sorprenderte, quieras o no (de eso estoy aprendiendo un rato). Como sabéis estaba viviendo en el de una compañera que se había ido a Barcelona. Iba a quedarse allí hasta agosto; iba... El lunes de hace un par de semanas me mandó un mail. Decía que se volvía el martes siguiente y que quería su apartamento. Estaba bastante cabreada porque había perdido un mes en España sin poder hacer apenas nada. Los laboratorios no tenían el equipo que necesitaba. Como la beca sólo le dura hasta septiembre deció volverse y terminar el trabajo aquí. Conclusión: Iván tenía siete días, con un fin de semana y un día de fiesta de por medio, para buscarse otro sitio donde dormir.

Si creéis que buscar piso es difícil allá por donde andéis, veniros a Copenhgue. Para que os hagáis una idea, la demanda es tan alta que la peña alquila sus pisos hasta cuando se va quince días de vacaciones, y pueden permitirse el lujo de poner el anuncio sólo un par de días antes. Encontrar alojamiento en esta ciudad es una locura, por no hablar de los precios: una habitación suele andar por los 400 € al mes!! Por supuesto, varía según las zonas y de cómo esté; pero por ahí andan. Y esa no es toda la complicación, ya que por lo general, si te pones a buscar por internet, en el equivalente danés de El Cero o en las agencias, te cobran por darte los datos del casero.

Cómo me las apañé? Pues no me las apañe... Imposible, y eso que una amiga estaba en las mismas y buscamos los dos como locos. Menos mal que tengo una jefa que es una madraza y tiene amigos hasta en el infierno. A última hora me consiguió el teléfono de un amigo de un conocido de alguien que alquilaba una habitación. 3500 coronas (poco menos de 500 €), en el centro, derecho a salón, cocina baño, lavadora y sin anticipos; un chollazo. Ni me lo pensé. Llamé al tipo, Tobias, y quedé con él.

Tobias es ingenireo, de unos cincuenta, tiene su propia empresa de diseño de herramientas de precisión y trabaja en casa. Su sonrisa es afable y si lo juntáis con su manera de vestir se puede decir que hasta juvenil. Es uno de esos pocos daneses que no se asustan cuando lees pones una mano en el hombro. Tengo que agradecerle que se pusiera en mi lugar y me hiciera el gran favor de cambiar sus planes para echarme una mano. Este fin de semana se ha ido de vacaciones y tenía pensado alquilar la habitación cuando se volviera el lunes o martes; pero cuando le conté que la necesitaba para ya, no se lo pensó. Sunpongo que ayudó haber ido de parte de una amiga suya. Sea como fuere, lo arregló todo y el miércoles por la noche puede dormir en mi nuevo hogar.

Rosengården es una de esas pequeñas calles peatonales del centro de Copenhague. Los edificios de tres plantas pegados los unos a los otros forman un bonito mosaico de colores insospechados y grandes ventanas. Pequeños restaurantes caros y tiendecitas de ropa exclusiva se mezclan con los bazares chinos y los anticuarios. Ante sus escaparates la ciudad pasea sin prisa en pantalones cortos y mangas de camisa a pesar de los poco más diez grados. El portales suelen estar en patios interiores guardados por grandes rejas de hierro. Cuando entras en uno de estos edificios tienes la sensación de retroceder un lustro con cada escalón que subes. Por eso cuando Tobías me abrió la puerta de su casa no me extraño encontrarme a mediados del diecinueve. Muebles de maderas oscuras que los ebanistas ya no se molestan en hacer, parquet desgastado por décadas de uso, alfombras y altos techos con barrocas molduras de escayola crean un ambiente sereno. Las reproducciones de detalles de pinturas de Da Vinci, las fotos en blanco y negro del hielo y las rocas de Groenlandia y las estanterías repletas de libros de páginas amarillentas que cubren paredes enteras le dan personalidad y crean en uno la sensación de que, en algún lado, se esconde un acertijo. El olor a madera límpia y papel viejo, las trazas de tabaco fuerte y parafina y la luz inderecta de las lamparas repartidas por cómodas, esquineras y alfeízares completan el hechizo que envuelve las cuatro habitaciones, los dos salones y los pasillos de este piso.

Creo que ya os lo he dicho, me encanta este lugar, a pesar de los veintiocho pasos que tengo que dar para llegar de mi habitación a la cocina.

5 comentarios:

  1. No se si hablas de tu casa o de un museo pero el propietario debe ser un tio increible. Saludale de mi parte y dale las gracias por el recibimiento que te hizo. Si viene hasta aquí prometo recibirle igual aunque en una casa normal. Me encanta saber que te encuentras asi de bien. Lo dicho, que te están acostumbrando mal. A este paso dentro de ná pijillo de todo.

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  2. Anónimo8/6/06, 1:36

    Ja Ja Ja,pos seria la primera vez que viese a un pijo con melenas y pinta heavyrokeroparamilitarkungfu master.(Bonita palabra)
    Oye tengo una duda,la descripcion de la calle la sacaste de un folleto para turistas y la del piso de una novela. ?

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  3. pero venga tu lo q kieres es no limpiar, como todo es mu antiguo, el rollo barroco es lo q tiene. shhh! si tiene algo... decente tu nos lo mandas e?ya sabes donde vivo, al lado de tu habitacion.
    un bsiño.kieres un perrin pa k te vigile la casa????

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  4. Ni novela ni folleto, ye lo que hay... ;)

    Y tú, choriza, miedo me das, con lo que dices, a saber qué quedará de mi habitación... No, tampoco puedes meter el perrín en ella :p

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  5. "bonito mosaico de colores insospechado"...pero ¿este es el Ivan que conocemos ? ¿QUE TE ESTAN HACIENDO!!!!!!!?

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