jueves, 27 de abril de 2006

Dinamarca: esa gran desconocida I

No pensaríais que el artículo Tres cosas que debéis saber si veniis a Dinamarca iba a terminar ahí? Aaay... Parece mentira pa'vosotros...

Voy a ver si poco a poco, que todo de una vez es muy fuegte, tíos (esto hay que leerlo con acento pijo, ogsea, m'explico?), os expongo los hechos que me llevaron a tan sesudas conclusiones.

Pues lo que os decía: fijaros si son raros los daneses, que en los trenes tienen un vagón en el que no se puede hablar!! Como lo oís. De hecho, el revisor te puede multar por ello. Y no se cortan un duro. Hombre, si lo pensamos bien no es tan mala idea. Imaginaros a Manolo, bueno, mejor imaginaos a Jensen, que sale del curro hasta la polla de trabajar (porque, daros cuenta si son raros, que al trabajo van a currar), y lo único que quiere, es tener un rato de tranquilidad para ojear el periódico, que no ha tenido tiempo de leer en todo el día, antes de llegar a casa y lidiar con esas tres pequeñas fierecillas de ojos azules que demandan insisntentemente la atención de su abnegado progenitor. Pues el bueno de Jensen, se mete en "el vagón del silencio" (que en los demás tampoco es que hablen mucho) y puede disfrutar de su media horita de paz y tranquilidad. Ahora bien...

Habéis tratado de leer un libro en el trayecto del tren Gijón-Oviedo, o viceversa? Todo va viento en popa hasta que se suben cuatro gallinas y una cotorra gooorda (las cotorras siempre son gooordas) y por alguna misteriosa fluctuación cuántica deciden sentarse alrrededor tuyo, lo más cerca posible, siempre. Y esto es independiente de lo buen chico que parezcas o del nivel de ocupación de tren, deben ser amigas de la madre de Murphy. Pues ya podéis cerrar el libro colegas, porque entre la hija de la vecina del tercero que se quedó preñada porque los huevos en el lidel son más dos céntimos más baratos que en carreflur, y claro, así, de ninguna manera vamos apagar esa millonada a la que limpia el portal, que parece muy maja, pero ya la tengo muy calada y es una guarra, que ya la vi yo que limpia los cristales con la misma balleta que el pasamanos; entre eso, y que el otro día estuve malísima, que creí que no la contaba y médico que es d'estos así que se creen que saben mucho de medicina por tener una carrera, y aaay, pues ya verás tú cuando nos venga la gripe del poyo esa: no va a haber quien pueda salir con la delincuencia que hay, uuuy!, onde va a parar, filliña, que ya me'nteraó yo que Binladín ese tiene un pacto con el Astatut... Vamos, que a tomar por culo el libro, el respeto a los mayores y la poca educación que nos quedaba...

Con un vagón como los que tienen aquí, solucionado: encerramos a las cuatro gallinas y la cotorra gooorda en él, y todos tan contentos. Y no es broma, en España habría que hacerlo así por dos motivos. Uno: no necesitamos descansar despúes del trabajo (la densidad de bares por centímetro cuadrado corrobora esta afirmación)... Dos: a ver quién es el bonito que le explica a la cotorra que, mire usted señora, pero en este vagón no se puede hablar. Vamos, el espolín que le monta al pobre iluso porque a ella no la manda callar ni su padre y menos d'esa manera, que lo que pasa es que en la renfe sois todos unos sinvergüenzas, que yo no estaba molestando. Y si no pregúntele usted a este chico que estaba aquí leyendo tan buenamente hasta que vino usted, señor revisor, a molestarnos a todos... Que no puedo hablar dice... Ja! Faltaría más, hombre.

Lo dicho, que los daneses son muy raros. Porque ya me contaréis vosotros a mí para qué ponen esos vagones y ellos no los necesitan.

Antes de terminar, si queréis echaros unas risas, leed el artículo
Semana santa en Hellsinki en el blog de mi amiguete Hugo (un saludo, elemento). Es un pelín largo; pero esperad a que aparezca el gato...

6 comentarios:

  1. na tio,en españa hace años que existen vagones de esos,se llaman vagones de transporte de reses,mas vulgarmente conocidos como vagones de ganao.
    La dificultad consiste en distinguirlos de los vagones normales.por eso las gallinas y las cotorras se confunden.

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  2. Que razon tienes, melón. Yo me cago en las gooordas, las cotorras y la madre de Murphy que parece que estan todos en el tren de las 8:36 OVIEDO-GIJÓN. Siempre se sientan conmigo porque tengo cara de niña güena. Tengo que practicar más la cara de mala leche!!

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  3. No sé si te funcionará... Mira las pintas que suelo llevar yo y les da igual...

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  4. Hay ke poe cara de malo, mirar si levatar la cabeza y sobre todo. Un pie e el asieto de enfrente en el de al la chupa de cuero y e el de la diagoal la mochila. Ala a mamar y a seguir leyendo, escuchado musica o faciendose pajes mentales.

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  5. Si caro,cara de niña buena,pos entos con cara de mala hostia debes ser como Jack Nicholson en el resplandor

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  6. Ni cara de mala leche ni nada. Lo único que funciona es sentarse la zona del pasillom poner la chaqueta en el asiento de al lado, la mochila justo enfrente de uno y tener las piernas cruzadas en plan "aquí no pasa nadie si no me quiere oler los pinreles... y da gracias que no he pisado restos de perro". La cara de mala leche y el hacerse el loco cuando se queden parado mirando si les haces un hueco también ayuda.
    Así, a veces tiene uno alguna oportunidad de que no se le sienten las tres cotorras encima. Lamentablemente, todavía te quedan los asientos del otro lado del pasillo, el de detrás del cogote y los de enfrente... más las diagonales.
    Conclusión: Por muy desagradable que quieras ser... lo llevas chungo pa poder acabarte el libro.

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