Quizá alguien se pregunte por qué llevo una semana sin actualizar esto; un servidor también…
Son días extraños en que uno sale de la cama con el único objetivo de volver a ella dieciséis horas después sin la sensación de haber perdido el tiempo. Uno va danzando entre las horas, salta de las correcciones a un artículo a una reunión en la universidad, camina de una cerveza al escaso sol hasta el gimnasio. Otras horas se las encuentra uno en una biblioteca, a la que se llega huyendo de una habitación ya demasiado familiar, para escribir otra página de otro proyecto de libro. Estos días, también he tenido la fortuna de mezclar mis horas con un par de vascos que han ocupado mi sofa hasta hace unas horas. Entre cafés y paseos, cenas improvisadas y noches de fin de semana, refrescamos amistades e inventamos futuros cercanos en lugares lejanos.
Entre días extraños, unos son más extraños que otros. Los hay que pueden empezar en un diamante negro revisando una carta para un editor y terminar caminando a las cuatro de la mañana, de vuelta a casa con punk en los auriculares. Entre medias uno puede, por ejemplo, comerse un bocadillo a medias con la vikinga, tirados en la acera, manzana, zumo y besos de postre. Luego te sientes como un imbécil, sentado, leyendo, sólo entre extraños. Nada que no arreglen una llamada de teléfono y una cerveza entre amigos. Si buscas más emociones, una mini-rave-party en el metro y electrónica experimental en una iglesia, pueden saciarte. Si aún quieres más, conciertos de cantautores anarquistas en una Ungdomshuset resucitada, seguidos de cervezas y charla en el salón de una casa okupa hasta bien pasadas las tres de la mañana; pero vete a casa antes de hacer una estupidez, que por muy rubia y muy simpática que sea, sólo sabe contar hasta veintiuno. Es el momento de echar de menos la bici, olvidada en una calle lejana del centro, y de fantasear con el calor de un café con leche y el olor a papel y tinta, sentado en la cama, antes de dar el día por terminado.
¿Objetivo cumplido? Prefiero pesar que sí. Autoconvencerse es fácil; convencer a la cuenta corriente es otro asunto…
Imagen: Trinitatis Kirke ayer por la noche.
Son días extraños en que uno sale de la cama con el único objetivo de volver a ella dieciséis horas después sin la sensación de haber perdido el tiempo. Uno va danzando entre las horas, salta de las correcciones a un artículo a una reunión en la universidad, camina de una cerveza al escaso sol hasta el gimnasio. Otras horas se las encuentra uno en una biblioteca, a la que se llega huyendo de una habitación ya demasiado familiar, para escribir otra página de otro proyecto de libro. Estos días, también he tenido la fortuna de mezclar mis horas con un par de vascos que han ocupado mi sofa hasta hace unas horas. Entre cafés y paseos, cenas improvisadas y noches de fin de semana, refrescamos amistades e inventamos futuros cercanos en lugares lejanos.
Entre días extraños, unos son más extraños que otros. Los hay que pueden empezar en un diamante negro revisando una carta para un editor y terminar caminando a las cuatro de la mañana, de vuelta a casa con punk en los auriculares. Entre medias uno puede, por ejemplo, comerse un bocadillo a medias con la vikinga, tirados en la acera, manzana, zumo y besos de postre. Luego te sientes como un imbécil, sentado, leyendo, sólo entre extraños. Nada que no arreglen una llamada de teléfono y una cerveza entre amigos. Si buscas más emociones, una mini-rave-party en el metro y electrónica experimental en una iglesia, pueden saciarte. Si aún quieres más, conciertos de cantautores anarquistas en una Ungdomshuset resucitada, seguidos de cervezas y charla en el salón de una casa okupa hasta bien pasadas las tres de la mañana; pero vete a casa antes de hacer una estupidez, que por muy rubia y muy simpática que sea, sólo sabe contar hasta veintiuno. Es el momento de echar de menos la bici, olvidada en una calle lejana del centro, y de fantasear con el calor de un café con leche y el olor a papel y tinta, sentado en la cama, antes de dar el día por terminado.
¿Objetivo cumplido? Prefiero pesar que sí. Autoconvencerse es fácil; convencer a la cuenta corriente es otro asunto…
Imagen: Trinitatis Kirke ayer por la noche.
Dias extraños.... Suele pasar en esos momentos. Dias extraños son los que tengo yo tambien. nunca unas vacaciones fueron mas raras y "complejas". Por suerte me las apañe mas o menos pa cuadrar todo. Música punk? Una punky? Dios centra que dentro d poso te veo escuchando reggeatton y moviendo el culo frente a un espejo. dedicate a fluir per la vida pero vigilando siemper la cuetna corriente que si no dejaras de fluir rapidamente.....Digiste algo de una play 3?
ResponderEliminarJajajajaja :D
ResponderEliminarLo del reggeatton no lo acabo de ver, neno. Y lo de la play 3, no se me había pasado por la cabeza, ni por la cuenta corriente ;) Así que voy a seguir fluyendo, pero en plan barato, no vaya a ser que se nos lleve la corriente. . .
Siempre nos kedara age of conan online :P
ResponderEliminarHahahaha. . . Siempre, opciones pa'perder el tiempo nunca faltaron ;)
ResponderEliminar