jueves, 30 de junio de 2011

La carrera del ratón

"Una persona nacida en 1935 trabajaba 95.000 horas en el curso de su vida. Para los nacidos en 1972 se preveía una vida laboral de 40.000 horas, pero se calcula que los contratados en el 2000 deberán trabajar en torno a las 100.000. Se invierte así una tendencia secular a la reducción constatante de las horas de trabajo. A partir de los años ochenta nos hemos visto obligados a trabajar cada vez más compensar la caída continua del poder adquisitivo de los salarios, para hacer frente a la privatización de un número creciente de de espacios y de servicios sociales, y para poder comprar todos aquellos objetos que el conformismo publicitario impone a una sociedad en la que las seguridades psicológicas colectivas se han debilitado. En los años noventa la jornada laboral a pasado a ser prácticamente ilimitada. El trabajo cognitivo atrapado en la red telemática ha sido llevado a identificarse con la función de la empresa mediante una intensa campaña ideológica y mediante una presión psicológica competitiva. La distinción entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio ha sido sistemáticamente suprimida. El teléfono móvil ha reemplazado a la cadena de montaje en la organización del trabajo cognitivo: el cognitariado debe estar disponible ininterrumpidamente.

La retórica política de las últimas décadas insiste en la libertad individual, pero el tiempo de trabajo celularizado de las personas es sometido a condiciones de tipo esclavista. Aunque se respete perfectamente la libertad formal, la libertad es suprimida en el ejercicio concreto del tiempo de vida. La libertad es puramente virtual, formal, jurídica. En la realidad nadie puede ya disponer libremente del propio tiempo. El tiempo no pertenece a los seres humanos concretos (y formalmente libres), sino al proceso integrado de trabajo. Sólo los
drop out, los vagabundos, los fracasados, los vagos y los parados pueden disponer libremente del propio tiempo. El esclavismo contemporáneo no está establecido formalmente por la ley, sino rigurosamente incorporado a los automatismos tecnológicos, psíquicos y comunicativos. En las áreas periféricas del mundo donde las grandes empresas globales han localizado sus manufacturas, el esclavismo es fácilmente reconocible: las condiciones de trabajo son nocivas y humillantes y los salarios tan bajos que a duras penas permitan comprar la comida para sobrevivir. En el corazón de las metrópolis globales, sin embargo, el esclavismo tiene rasgos originales: trabajadores cognitivos translúcidos, hiperactivos, voluntariosos y sobreexcitados corretean en el tráfico ciudadano inhalando veneno y parloteando por el móbil. También ellos están obligados a seguir un ritmo que han dejado por completo de controlar. Como ratones en una rueda, han de correr cada vez más rápido para pagar los costes de una vida que ninguno vive ya."



Imágen: Puerta del campo de concentración de Sachsenhausen. La inscripción reza: "Arbeit macht frei." ("El trabajo te hará libre.")

4 comentarios:

  1. Jaja, me hace gracia lo de "drop out, vagabundos, fracasados, vagos y parados" ... los 3 últimos términos me rondan la cabeza desde hace tiempo, tan a fuego tenemos metida toda esta porquería...cambio de valores...YA!

    Life's

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  2. Claro, nos llevan grabando a fuego desde niños que el que no es productivo para el sistema es un parásito. Da igual que no contruyas nada con tu familia, da igual que con tus amigos y resto de tu círculos sociales lo único que hagas sea beber cañas, mientras tengas un sueldo y pagues tus impuestos, eres una persona hecha y derecha, útil y respetable. Nuestra identidad personal y valor social se ha reducido a nuestra posición laboral. 

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  3. Cada ves es mas dificil escapar del sistema de una u otra manera nos introducen en el y es inevitable no correr cada día mas para lograr alcanzar lo que se ha impuesto por estos dias como un status respetable.

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  4. Exacto. Como dice un buen amigo: "Cada vez tenemos que correr más rápido para quedarnos donde estamos."

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