... capital of Scandinavia. Es lo que pone un letrero enorme y azul que te encuentras según bajas del avión en el aeropuerto de Arlanda. Tócate los güevos! La pequeña parte danesa de adopción de mi corazoncito se sintió muy, pero que muy ofendida ante semejante desfachatez y prepotencia. La primera en la frente... Al final no dejó de ser gracioso, y un buen ejemplo de la imagen que los suecos, en especial los estocolmitas, estocolmeños, estocolmocenses o como carajo se diga, tienen de sí mismos.
Tras las risas de rigor con el amigo Giorgos, nos encaminamos a la aduana. El pasillo habitual con dos ramales, uno para procendentes de la UE y otro para no comunitarios. Enfilamos el de comunitarios, nada que declarar y tal, mientras seguíamos comentando la jugada del cartelito. Oye el tipo ese enorme, rubio y con uniforme de madero parece que quiere algo. Que pasemos por allá, dice. Entonces caí en la cuenta de dos cosas:
a) El griego y un servidor éramos los únicos morenos del avión.
b) Ya nos lo había advertido Paco, que estos suecos son unos snobs de la leche.
Sospecho que mis botas de montaña roñosas, los pantalones de corte militar una talla más grandes de lo debido, el palestino, la melena al viento y la barba tuvieron algo que ver en la elección, por lo demás complentamente aleatoria y rutinaria, que hizo diligente aduanero sueco. Entonces empezó lo divertido; mientras deshacía mi equipaje prenda por prenda, cosita por cosita, sin dejarse nada, me iba interrogando:
-De dónde vienes? (En inglés no existe el trato de usted, o más bien, va implícito en la construción de según que frases; pero desde luego el tipo no sonaba especialmente amable, así que vamos a suponer que me tuteaba.)
-De Copenhague -respondí. Me hechó una mirada de esas de ya lo sé gilipollas, tú avión viene de Copenhague.
Segundo intento, hablando más alto y despacio, que así te entienden mejor los putos extranjeros:
-No, no, que de dónde venía el primer avión que cogiste?
-De Copenhague -repetí con la cara más cándida e inocente que fui capaz de poner, tras la cual, mi sonrisa interior era del tamaño del cartel de bienvenida.
A estas alturas el tipo ya parecía, digamos que molesto.
-Que no... A ver, de dónde eres?
-De España.
-O sea, que vienes de España -sonrisa de triunfo.
-No. De Copenhague -pa'cabezota yo.
El aduanero que resopla. Y a mí que me empezó a dar un poquito de pena, decidí aliviarle la tensión diciéndole que no, mirusté, que's'que vivo en Copenhague. Listo, que eres un listo. Lo ultimo no lo dije; pero debió entrevérseme la sonrisa de hijo de puta, porque el tipo se lanzó al segundo asalto:
-Y qué haces tú en Copenhague?
Frotamiento de manos mental y cuidadosa elección de las palabras, porque no es lo mismo decir que uno es estudiante de doctorado que:
-Trabajo como investigador en la Universidad de Copenhague -a que dicho así da mogollón más de caché?
Entonces saboree el triunfo al verle tragar saliva y poner cara de la cagamos Luis, el melenudo no es un terrorista islámico y ahora tengo que terminar de registrar esto por el qué dirán. Iván 1 - Suecia 0.
Lo más surrealista de todo, fue que en todo el proceso no me pidió ningún documento que verificase lo que le decía. La candidez y confianza de los escandinavos a veces me asusta. Por no hablar del hecho de que, vamos a ver, pensemos un poco, alguien cree que los de Al-Qaeda se pasean por los aeropuertos con ropa militar, palestinos, y sin afeitar? Fanáticos sí, pero tontos del culo no, hombre; van con traje o ropa casual para disimular la piel rojiza y esconder el rabito en punta, los cuernecitos se los han limado y usan lentillas para esconder los iris alargados. Por suerte, aún se les puede identificar porque siempre, siempre llevan debajo una camiseta que pone: Bin Ladin Os Ama.
A la salida estaba esperando Paco. Nos había ido a buscar en coche y el episodio aduanero no le sólo no le extrañó, sino que le sirvió reafirmase en aquello de ya te dije que renovaras el vestuario y te cortases el pelo para vernir a Estocolmo. Además, manda güevos, con el calor que hace en aeropuerto y tú con el palestino enrollado al cuello. Ya, es que soy un broncas y me gusta dar la nota.
Media hora después entrábamos en Estocolmo... Y hasta aquí puedo contar por hoy, que aún tengo el sueño atrasado y ya sabéis que el despertador no perdona. Mañana más...
P.S.- El resultado del concurso de la capital misteriosa ya está publicado como comentario aquí. Felicidades a las afortunadas!
Pues nada que me sorprenda, la verdad. Estoy hasta los huevos de volar como tu bien dices en un avion lleno de rubitos y que siempre nos paren a los mismos. Es una verguenza.
ResponderEliminarEn mi blog conte hace tiempo una historia muy parecida, al llegar a Londres. Que de donde soy, que donde vivo. Yo no di muchas explicaciones, solo respondi que con pasaporte español, podia entrar en Inglaterra sin mas preguntas, que no tenia importancia si yo aterrizaba desde Copenhague o desde Madrid. Es que eso de que no aterrice en sus paises siendo residente, no les cuadra a esta gentuza.
Ya me paso hace tiempo cuando aun no habia puente entre DK y Suecia, al bajar del ferry me iban a parar pero OOOOOOOOHH, como llevaba un periodico danes bajo el brazo me dejaron pasar sin preguntar. Estupidos.
Pues sí, Under, es una vergüenza cuando la estupidez se disfraza de bien o seguridad común, o peor aún, de sensatez...
ResponderEliminar