Las semanas no tiene color. Pero a los seres humanos, el saber algo nunca nos ha quitado de hacernos una pregunta imbécil. Así es como nacen los anuncios de compresas. Así es como se sienta uno delante del teclado un domingo por la tarde, tomando un té con limón, tras la larga ducha ganada bajando y subiendo cajas durante un par de horas.
¿De qué color ha sido esta semana?
Incluso habiéndoseme ocurrido sin ayuda de nadie, la pregunta me suena estúpida; pero supongo que por algún extraño efecto del perielio lunar, espero que la repuesta no lo esa. O que aunque lo sea, entre que la encuentro y no, se me ocurra algo inteligente. A lo mejor ese es el color de esta semana: color luna, una luna llena enorme y redonda. . . Nah, eso no puede ser, porque sólo han sido un par de noches y de noche todos los gatos son pardos.
Tal vez deba empezar por la respuesta obvia: blanca. Una semana blanca. Blanca de nieve y nieve y calles cubiertas de algodón helado. Tropillones de crystales de agua que caen bailando del cielo. Y entre los trillones de trillones que caen durante una nevada, no se han encontrado dos iguales, os lo juro por las bragas de Mafalda. Sorprendente, pero no tanto como el extraño efecto provocan. Parecen no pesar nada, pero en cuanto llegan, aprietan el botón de camara lenta. Cuando la ciudad se viste de blanco, camina más despacio. Los coches van despacio. Las bicis pedalean despacio. Los pies caminan despacio. Es como si todo el mundo estuviese aprendiendo a hacer lo que llevan toda la vida haciendo: conducir, pedalear, caminar. Y la vida se vuelve lenta y dubitativa, como los primero pasos de un niño. Será por eso que estos días parece que todos sonreímos como niños, incluso nos volvemos más pacientes y amables. A la nieve no sirve de nada meterle prisa.
Antes de que me interrumpiese una invitación a cenar, invitación aceptada, claro, si no no me hubiese interrumpido, estaba pensando que tal vez esta semana (o más bien, ya la pasada) fuese de color azul. Azul cielo invernal inmaculado. Azul resplandeciente que torna los parques, los canales, los lagos nevados en llanuras brillantes. Paisajes sin distracciones para la vista, sin pensamientos complicados. Simplicidad azul y minimalismo invernal.
Roja. Tal vez la semana fuese roja, como las cinco uñas de una mano que asoma bajo el edredón. O quizá de ese color extraño a medio camino entre amarillo a naranja que tiene el aire de una habitación iluminada con velas. Ese mismo color que tiene el reflejo de una llama en el cristal de una cafetería. Ese que, si uno no se fija bien, parace que tiene la tinta del borrador de un artículo la séptima vez que uno lo corrige.
Un bostezo me insiste para que termine. Una pena, porque aún no he averiguado de qué color fue la semana. Supongo que es lo que tienen las preguntas imbéciles, que las respuestas rara vez están a la altura y además son peligrosas de encontrar.
Yo quiero que todas mis semanas sean de color a medio camino entre naranja y amarillo, hasta que me harte.
ResponderEliminarJeje. . . Pues ya sabes, ha encender velas :)
ResponderEliminarAle, muerta de le envidia...me pregunto si mi bici no estará congelada, allí solitaria y bajo un manto de nieve....
ResponderEliminarSeguro. . . Además, por algún extraño motivo, las bicis cubiertas de nieve siempre parecen solitarias y tristes. Como si les fuese antinatural quedarse quietas tanto tiempo como para acumular nieve.
ResponderEliminarNegra, mi semana ha sido y esta siendo negra. Negra por tener que estar todos los dias hasta las mil de la madrugada en el aeropuerto lidiando con suecos, noruegos, alemanes, ingleses y sobre todo daneses que pierden sus vuelos, se los cancelan, pierden mil compromisos de trabajo ineludibles, etc, etc, etc, y que parece que no entienden que todo es causa DE LA NIEVE y no de SAS.
ResponderEliminarUna semana negra.
Jajajaja. . . Bueno, hombre, menos mal que te pagan por eso ;)
ResponderEliminarNos pagan por hacer que los aviones vuelen, que la gente facture, o sea nos pagan por mantener ese flow activo durante todo el año, todos los dias.
ResponderEliminarPero esto son "condiciones extraordinarias" que se dan de vez en cuando, pero esta temporada el "de vez en cuando" esta ya durando meses......
Me cago en el invierno!!!
No estabamos en el calentamiento global?? Quien se esta calentando?
Pues, aunque parezca mentira, este invierno es un efecto del calentamiento global, que hace oscilar más las temperaturas entre invierno y verano. . . Pero no te quejes tanto hombre, con la islandesas atrapadas que debe haber en el aeropuerto deseando ser bien agradecidas con el amable caballero como las ayude :p
ResponderEliminarUnder Pressure...si lo que dice vanya es cierto, este año os toca verano de temperaturas pseudo-tropicales y eso seguro que lo agradeces cuando salgas del curro (léase, danesas casi en cueros :-)). :-)
ResponderEliminarPor cierto, me suena la última foto...aunque creo que no he estado allí....esa no es la calle a la izquierda del corazón según "vienes" de los lagos??
ResponderEliminarUy, no hace falta esperar al verano, estás no se quitan la minifalda así las maten ;)
ResponderEliminarY no, esa es una callecita en un barrio muy "hyggeligt" que hay al lado de la Calsberg.