Está descalzo, sentado en el suelo. Un suelo acojedor, cálido, de moqueta color crema, suave. Frente a sus piernas cruzadas, sobre un paño, están los trozos de la piel de una naranja, el cuchillo y una taza de té humeante. Los dedos, húmedos de zumo, saborean los gestos. Separar un gajo. Llevarlo a la boca. Dejar que el líquido fresco resbale por ellos. El ácido y el dulce se mezclan con el aroma, ácido y dulce, que arrastra el aire frío de la ventana entreabierta.
Si no lo conociese, pensaría que está concentrado, pensando algo importante; pero sé que no piensa en nada. Nada más allá del sabor de la naranja, ácido y dulce, del vapor del té. Del reflejo de la vela en la ventana. De la sensación agradable de la ropa fresca sobre su piel limpia. De los acordes lentos y pesados de una canción de Mogwai.
Escucha el zumo, ácido y dulce que le llena a boca. Mastica el aire fresco y lento, mezclado con vapores de té y naranja. Deja que la música acaricie su piel. Respira el reflejo de la vela, oscilando sin apagarse, al otro lado de la ventana abierta.
Je,je,je.
ResponderEliminarHermoso, realmente hermoso. Inspira paz y tranquilidad...
(Yo tambien lo conozco)
Besinos.
Tak :)
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ResponderEliminarSi cambias el te por el cafe, la naranja por les galletes y el suelo por la play creo ke me veo. deja la musica, les veles y añade incienso. Una bonita tarde si señor.
ResponderEliminarUn saludo neno
Pues nun voyte dir que no, si ye que sí ;)
ResponderEliminarAl final los pequeños placeres son los más prestosos ;)
ResponderEliminarObviamente tengo que estar de acuerdo, sino no lo habría escrito ;)
ResponderEliminar. . . Pero, tenga usted cuidado, que esa frase en ciertos contextos y dicha por una mujer. . .