lunes, 29 de junio de 2009

Silverstone 2009: Más de lo mismo

Esta vez ganó Vettel en vez de Button. Esta vez el doblete lo hicieron los Red Bull en vez de los Brawn. Esta vez la mala suerte se cebó en Alonso en vez de en Piquet. Pero al final, Silverstone fue más de lo mismo que llevamos viendo esta temporada: dos equipos que hasta ayer eran de segunda fila dominando la temporada mientras los grandes se pelean por las migajas. O ni siquiera por eso, a veces se pelean sólo por diversión, porque lo llevan en los genes, como hicieron Hamilton y Alonso. Manda narices que el mejor duelo de lo que va de temporada fuese por el décimosexto puesto. Y por cierto, ganó Alonso, ejem. . .

¿Qué está pasando? ¿Qué es este caos que parece haberse adueñado de la Fórmula 1?

No es el caos, es el orden natural. Es el orden que ha reinado durante los últimos veinte años. Bueno, hasta que llegó Alonso y lo puso todo patas arriba ganando en el 2005 y 2006. Aquello sí que fue el caos, aquello sí que no se lo creía nadie. Y menos que nadie Ross Brawn y Adrian Newey; porque exceptuando los dos campeonatos Alonso, desde finales de los ochenta, los títulos siempre los han ganado coches creados bajo la dirección de uno de esos dos hombres. Los últimos veinte años la Fórmula 1 ha sido la historia del duelo personal entre Brawn y Newey.

Adrian Newey, ingeniero aeronaútico reconvertido, diseñó los coches que llevaron a Williams a su época dorada a finales de los ochenta y principios de los noventa. Nigel Mansel, Damon Hill y Jaques Villeneuve ganaron sus coronas pilotando sus coches.

Ross Brawn, alcanzó la gloria en Benetton dirigiendo el diseño del monoplaza, estirando las reglas un poco más allá de sus límites, y sobre todo inventándose las estrategias magistrales que ayudaon a Michael Schumacher a hacerse con el campenato en el 94 y el 95.

Adrian y Ross hicieron grandes a dos equipos pequeños, Williams y Benetton. ¿Os va sonando la historia?

Después de aquella osadía, los equipos históricos tiraron de talonario. Ferrari, tras veinte años sin ganar, fichó al tandem Brawn/Schumacher y los puso bajo la dirección de Jean Todt, el tipo que hizo que Peugeot y Ari Vatanen arrasasen una y otra vez en el Mundial de Rallies. McLaren, también hambrienta de victoria, compró a Newey y firmó un pacto con Mercedes; Ferrari quería volver a lo más alto, pero su archienemigo no iba consentirlo. El resultado fue inmediato, Mika Hakkinen ganaba sus dos títulos mundiales en el 98 y el 99. Después resurgió Ferrari. Bajo la dirección de Ross Brawn, Schumacher ganó para los de rojos cinco títulos consecutivos, del 2000 al 2004.

Luego llegaron Alonso y Renault, equipo construido sobre la infraesctructura el antiguo Benetton, e hicieron lo impensable. En el 2005 ganaban a Newey y Räikkönen. En el 2006 les aguaban la despedida a Ross y Schumacher. Algo había cambiado en la Formula 1 y ambos genios se fueron en busca de nuevos retos. Adrian Newey se dejó encandilar por el proyecto de Red Bull, un equipo, en realidad dos, joven, ambicioso y con presupuesto suficiente para darle alas a su ingenio. Mientras Ross Brawn se tomaba un año sabático a la espera de que Ferrari le diese por fin carta blanca tras la jubilación de Jean Todt. Al final fue Honda quien le dio la oportunidad y un presupuesto casi ilimitado para fabricar un coche ganador.

Habían cambiado de armas, pero el duelo seguía siendo el mismo. O casi. . . Las novedades radicales en las normas de este año no hicieron más que acelerar lo que deberíamos haber visto venir. Con el nuevo reglamento todos los equipos tenían que diseñar los coches de cero. Tanto Red Bull como Brawn GP, no nos olvidemos que Ross Brawn compró la escudería Honda tras retirarse por culpa de la crisis, partieron con ventaja, dos ventajas: desauciaron sus coches del 2008 para desarrollar los de esta temporada y contaban con los mejores en el este juego: Adrian y Ross, Brawn y Newey.

Conociendo la historia, tiene sentido que tras huir de McLaren Fernando considerase fichar por Red Bull o Honda. Por descabellado que pareciese en aquel momento, ninguno de los dos mintió cuando dijo que iba a fabricar un coche ganador. Este año, como muchos otros, sólo sus coches se han alzado al primer cajón del podium. Ahora nos queda ver cual de los ganará está vez el duelo. Nos queda la esperanza que los afortunados pilotos que están al volante de sus magníficos monoplazas nos ofrezcan algún enfrentamiento en la pista digno del campeonato que, si no cambian las cosas, van a diputarse ellos solitos.


Imágenes: Autosport.

6 comentarios:

  1. Ni la vi, este mundial ha perdido todo el interés.

    ResponderEliminar
  2. Pues sí, cuando las peleas interesantes ocurren tan lejos de los puntos la cosa tiene poca gracias.

    ResponderEliminar
  3. Qué fuerte! ni idea... clase magistral para poco entendidos en la materia como una servidora.

    Gracias oh sabio Iván! :P he visto la luz...

    Muak!

    Nos vemos ya!

    ResponderEliminar
  4. Luego deciis que no hay quien me aguante. . . :p

    ResponderEliminar
  5. Andaaaaa, que te encantaaaaa.... :P

    Muak!

    PD: decís :P

    ResponderEliminar
  6. Ese es el problema, que luego se me inflama el ego.

    P.S.- No me jugaría la mano, pero insisto: deciis :p

    ResponderEliminar