Seis de siete lleva don Jenson Button. Da igual cuándo y cómo, da igual contra quién, hoy por hoy, él y su monoplaza forman un conjunto imbatible. Tan acoplados están, que sus rivales y hasta su propio compañero de equipo empiezan a desesperarse. En Red Bull maquinan estrategias en la cuerda floja; las tres paradas de Vettel eran la opción buena, al menos si hubiera mantenido su primera posición antes del primer repostaje; pero como metió la pata en la primera vuelta y Button se lo merendo, no tengo tan claro que fuese la mejor opción por mucho que diga su jefe, el señor Chris Horner (esta temporada tenemos ir aprendiendo nombres nuevos), basta ver a Weber, que quedó segundo con el mismo coche haciendo dos paradas.
Mientras, Barrichello se hundía en sus propios errores. Tras su desastrosa salida, llevando el mismo coche que Button, a poco que le funcionase la estrategia se iba a meter en los puntos; pero perdió los papeles. Los aires de grandeza, la frustración o yo qué sé qué, le llevaron intentar adelantamientos por donde no había sitio. Estilo Schumy, pero sin estilo. Al final un trompo, un alerón roto y una carrera a la basura.
Button suma y sigue derecho al campeonato y los demás se pelean por las migajas. Unos días Toyota y Renault, otros BMW, Williams y Ferrari, dependiendo de qué ingenieros hayan dado esa semana con algo decente que poner en los monoplazas. Los que llevan bastantes semanas sin aportar nada son los de Renault. Y Fernando, por muy fiel y mucho que quiera a su equipo empieza a estar hambriento; las migajas no alimentan campeones. Otra carrera al esprint, peleando cada curva para nada. Algunos pensarán que con lo igualadas que están las cosas este año, Alonso debería de marcar la diferencia. Debería y lo hace. Siempre se saca ese medio segundo de la manga. Mientras Piquet se queda fuera los sábados, él se mete en la Q3 sin que nadie entienda cómo. Magia. Piquet termina decimosexto a una vuelta y Alonso décimo. Esa es la diferencia; aunque no sirva para nada y ambos se lleven los mismo puntos: cero.
Ya me habéis preguntado varias veces que cómo es que este año, estando los coches tan igualados, al final siempre se lleva el gato al agua el mismo. Tal como un servidor lo entiende, hay dos factores: uno, las nuevas normas, que si bien favorecen el espectáculo y facilitan los adelantamientos, también dan menos margen de maniobra a los ingenieros y los coche son más similares que nunca; dos, los neumáticos. Con las limitaciones aerodinámicas, de motor y el regreso de los slicks, los neumáticos se han convertido en el factor predominante en el rendimiento de los monoplazas. ¡Y los neumáticos son iguales para todos! Así que, además de tener menos opciones para desarrollar los coches, las mejoras que los ingenieros ingenian son menos relevantes de lo que erans otras temporadas porque los que mandan son los neumáticos. Además, como los capullos de la FIA se siguen empeñando en que no se usen las gomas óptimas para cada circuito, los pilotos tienen que afinar los reglajes más de cara a cuidar el caucho que a optimizarlos para su estilo de conducción, impidiéndoles sacar lo mejor de los monoplazas y de sí mismos.
Objetivo conseguido: ya tenemos el campeonato más igualado de la historia. Al menos menos mirando el cronómetro, porque si miramos los resultados va camino de convertirse en el más aburrido que hemos visto. La obsesión por la igualdad y el espectáculo que vive la Fórmula 1, a base de atarles las manos a ingenieros y pilotos, se está convertido en un paroximo de inmovilidad. Así las cosas, y a la vista de la batalla que tienen Max Mosley los equipos, un servidor no va soltar ni una sóla lagrimita si la F1 se va al carajo y la FOTA se monta su campeonato paralelo, sin tanta pijada ni tanta gaita y con los mejores coches del mundo en manos de los mejores pilotos.
Y hablando de pilotos, vamos a terminar hablando de lo que hay que hablar. Hablando de dos: Nico Rosberg, salida y primera vuelta de infarto, cincuenta y ocho vueltas para enmarcar y quinto puesto más que merecido. El otro: Nelson Piquet, por extraño que os parezca y aunque terminase decimosexto y doblado, el adelantamiento que le hizo al chico maravilla, frenando por fuera y aguantando la chicane con el cuchillo entre los dientes, fue el mejor momento de la carrera. Además, por humillar al moreno, puntúa doble. Fernando, págale una cena al chaval; daos un merecido homenaje que esta tempora poco arreglo tiene ya.
Imágenes: Autosport y thef1.com.
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