Sabe a poco. Cononociendo el esfuerzo brutal que están haciendo en Renault para mejorar el R29 cada carrera. Sabiendo que lo conduce el mejor piloto. Viendo la igualadad inaudita de esta temporada; los diez mejores tiempos del sábado en la Q2, donde todos van descargados, cupieron en menos 0.6 segundos (!!!), es decir, una diferencia de rendimiento entre el primero y el décimo de menos del 0.8%. Sabe a poco. Un quinto puesto sabe a poco.
Si un coche no es rápido en Barcelona, es difícil que lo vaya a ser en algún otro sitio. Montmeló es uno de esos circuitos técnicos donde los malos coches no tiene donde esconderse. Además, a estas alturas del campeonato, los márgenes de mejora empiezan a menguar. Aunque medio segundo parezca poco, en Fórmula 1 sigue siendo un abismo, porque hay que recuperar ese medio segundo más todo lo que mejoren los demás, que no se van a quedar de brazos cruzados. Renault, ya lo hizo el año pasado. Si éste aún quieren aspirar a algo, tienen que volver a hacerlo. Pronto. Y son carreras como la que firmó ayer Fernando, las que dan alas a un equipo que confía en él al cien por cien; aunque un quinto puesto a nosotros pudiera sabernos a poco, para el equipo ha sido un milagro, y os voy a decir porqué.
Duodécimo. Esa era la posición en que las simulaciones de Renualt decían que, a la vista del rendimento del coche y las cargas de combustible, suya y del resto, iba a terminar Alonso. Duodécimo. Duodécimo terminó Piquet. Alonso cruzó la meta en quinta posición. Alonso volvió a mandar al carajo las simulaciones, las espectativas y las opiones de los expertos. Condujo de libro, o mejor dicho, como no está escrito en ningún libro, como siempre, pidiéndole a gritos a cada uno los ingenieros de Renault que le fabriquen el coche que se merece.
La batalla empezó en la salida. Está vez le salió bien. Está vez fue él quien le explico a Rosberg como se defiende una posción, toque de ruedas incluido y sin necesidad de maniobras dudosas. Continuó momentos después de que el coche de seguridad abandonase la pista tras el desaguisado que causó el propio Rosberg. Sí, sí, no fue culpa de Trulli. A Trulli lo empujó el alemán a la hierba cuando volvía al asfalto con el rabo entre las piernas tras su encuentro con Alonso. Decía, que la batalla continuó tras el coche de seguridad, esta vez contra Weber, otro que tiene afición a empujar a los demás a hierba cuando el talento no le llega para defenderse, y no es la primera vez.
A partir de ahí fue una lucha pura y dura contra el reloj. Mientras los Brawn se enzarzaban en su lucha particular (ojo, que Button lleva cuatro de cinco), décima a décima sin tener muy claro si ganarían con más ventaja haciendo dos o tres repostajes, los demás los veían alejarse sin remedio. Unos, como Massa, satisfechos de que por fin el Ferrari estuviese a la altura del podium; otros, como Vettel, frustadados por tener un coche más rápido que el F60 en todo el circuito menos donde le hacía falta: al final de recta para adelantar a Felipe. Alonso conseguía mantenerse en la estela de Weber, hasta que un pinchazo le obligaba a adelantar cuatro vueltas su segundo repostaje. Cuatro vueltas cruciales. Cuatro vueltas para las que había estado cuidando las gomas con intención de apurar antes del repostaje y asegurar su posición. Pero el imprevisto le obligó a sacar la casta, cargado de gasolina, con las gomas duras, para que su viejo amigo Rosberg, que iba más largo, no le comiese la merienda. Y no lo hizo, porque ayer Fernando estuvo intratable. Para dejarlo claro, a la salida de boxes le explicó a Sir Lewis Hamilton cómo se adelanta con el coche cargado y los neumáticos fríos. Luego terminó de ganarle la batalla a Rosberg apretando los dientes y clavando el crono. Mientras Weber se aprovechaba de la lucha ciega entre Vettel y Massa para adelantarlos a ambos en el segundo repostaje y hacerse con el podium.
El sexto puesto era de Alonso, y entonces tuvo la suerte que le faltó en otras carreras. Entonces Ferrari volvió a echar de menos a Jean Todt, a Ross Brawn, a Michael Schumacher. Ni calcularon mal ni Massa gastó más combustible del necesario, el brasileño se quedaba sin gasolina por culpa de un fallo en la máquina de repostar o en su motor; aún no está claro. Lo que sí está claro es que el año pasado esto no pasaba. Ni esto, ni cosas como la pifia de Kimi y sus ingenieros en la clasificación, que creyéndose sobrados se quedaron cortos. Lo que también quedó claro es que Alonso volvió dar el todo por el todo. Se lanzó a la caza de Massa pilotando con la misma furia que cuando luchaba por llegar décimo con el Minardi, con el mismo coraje con que vencía de tú a tú a Schumy. Alcanzó al Ferrari renqueante, lo adelantó por fuera. Llegó hasta el quinto puesto incansable, sin rendirse nunca, pilotando como el campeón que es. Y esa, esa y no otra, es la diferencia entre 12 y 5.
Imágenes: Autosport.
Tengo la impresión de que les has dejado a todos sin palabras. jajaja.
ResponderEliminarA mi tambien. No hay mas que añadir.
Besinos!!!
Tengo la impresión de que por mucho que intento abreviar, estos comentarios sobre las carreras me salen demasiado laaaaargos.
ResponderEliminarNo son largos, son estupendos y yo al menos (aunque con alguna semana de restraso) no me pierdo uno.
ResponderEliminar:D
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