Esta vez ganó Vettel en vez de Button. Esta vez el doblete lo hicieron los Red Bull en vez de los Brawn. Esta vez la mala suerte se cebó en Alonso en vez de en Piquet. Pero al final, Silverstone fue más de lo mismo que llevamos viendo esta temporada: dos equipos que hasta ayer eran de segunda fila dominando la temporada mientras los grandes se pelean por las migajas. O ni siquiera por eso, a veces se pelean sólo por diversión, porque lo llevan en los genes, como hicieron Hamilton y Alonso. Manda narices que el mejor duelo de lo que va de temporada fuese por el décimosexto puesto. Y por cierto, ganó Alonso, ejem. . .
¿Qué está pasando? ¿Qué es este caos que parece haberse adueñado de la Fórmula 1?
No es el caos, es el orden natural. Es el orden que ha reinado durante los últimos veinte años. Bueno, hasta que llegó Alonso y lo puso todo patas arriba ganando en el 2005 y 2006. Aquello sí que fue el caos, aquello sí que no se lo creía nadie. Y menos que nadie Ross Brawn y Adrian Newey; porque exceptuando los dos campeonatos Alonso, desde finales de los ochenta, los títulos siempre los han ganado coches creados bajo la dirección de uno de esos dos hombres. Los últimos veinte años la Fórmula 1 ha sido la historia del duelo personal entre Brawn y Newey.
Adrian Newey, ingeniero aeronaútico reconvertido, diseñó los coches que llevaron a Williams a su época dorada a finales de los ochenta y principios de los noventa. Nigel Mansel, Damon Hill y Jaques Villeneuve ganaron sus coronas pilotando sus coches.
Ross Brawn, alcanzó la gloria en Benetton dirigiendo el diseño del monoplaza, estirando las reglas un poco más allá de sus límites, y sobre todo inventándose las estrategias magistrales que ayudaon a Michael Schumacher a hacerse con el campenato en el 94 y el 95.
Adrian y Ross hicieron grandes a dos equipos pequeños, Williams y Benetton. ¿Os va sonando la historia?
Después de aquella osadía, los equipos históricos tiraron de talonario. Ferrari, tras veinte años sin ganar, fichó al tandem Brawn/Schumacher y los puso bajo la dirección de Jean Todt, el tipo que hizo que Peugeot y Ari Vatanen arrasasen una y otra vez en el Mundial de Rallies. McLaren, también hambrienta de victoria, compró a Newey y firmó un pacto con Mercedes; Ferrari quería volver a lo más alto, pero su archienemigo no iba consentirlo. El resultado fue inmediato, Mika Hakkinen ganaba sus dos títulos mundiales en el 98 y el 99. Después resurgió Ferrari. Bajo la dirección de Ross Brawn, Schumacher ganó para los de rojos cinco títulos consecutivos, del 2000 al 2004.
Luego llegaron Alonso y Renault, equipo construido sobre la infraesctructura el antiguo Benetton, e hicieron lo impensable. En el 2005 ganaban a Newey y Räikkönen. En el 2006 les aguaban la despedida a Ross y Schumacher. Algo había cambiado en la Formula 1 y ambos genios se fueron en busca de nuevos retos. Adrian Newey se dejó encandilar por el proyecto de Red Bull, un equipo, en realidad dos, joven, ambicioso y con presupuesto suficiente para darle alas a su ingenio. Mientras Ross Brawn se tomaba un año sabático a la espera de que Ferrari le diese por fin carta blanca tras la jubilación de Jean Todt. Al final fue Honda quien le dio la oportunidad y un presupuesto casi ilimitado para fabricar un coche ganador.
Habían cambiado de armas, pero el duelo seguía siendo el mismo. O casi. . . Las novedades radicales en las normas de este año no hicieron más que acelerar lo que deberíamos haber visto venir. Con el nuevo reglamento todos los equipos tenían que diseñar los coches de cero. Tanto Red Bull como Brawn GP, no nos olvidemos que Ross Brawn compró la escudería Honda tras retirarse por culpa de la crisis, partieron con ventaja, dos ventajas: desauciaron sus coches del 2008 para desarrollar los de esta temporada y contaban con los mejores en el este juego: Adrian y Ross, Brawn y Newey.
Conociendo la historia, tiene sentido que tras huir de McLaren Fernando considerase fichar por Red Bull o Honda. Por descabellado que pareciese en aquel momento, ninguno de los dos mintió cuando dijo que iba a fabricar un coche ganador. Este año, como muchos otros, sólo sus coches se han alzado al primer cajón del podium. Ahora nos queda ver cual de los ganará está vez el duelo. Nos queda la esperanza que los afortunados pilotos que están al volante de sus magníficos monoplazas nos ofrezcan algún enfrentamiento en la pista digno del campeonato que, si no cambian las cosas, van a diputarse ellos solitos.
Imágenes: Autosport.
lunes, 29 de junio de 2009
miércoles, 24 de junio de 2009
Sin tiempo
No me he olvidado. El viaje está dando para mucho y mucho tengo que contar. Escasea el tiempo y durante el poco disponible, la mierda de conexiones a internet que tenermos aquí hacen como que no están. Os debo una sobre Berlín en tren, otra sobre Suiza, otra sobre la última carrera. . . Hablando de carreras: a carreras me voy.
Ah, la foto es de Davos, el pueblecito en medio de los Alpes donde estoy desde el jueves.
Vanya, a las
12:20
martes, 16 de junio de 2009
Viajeros al tren
Hoy iba a contaros algo gracioso; pero me temo que entre meter media vida en la mochila y despedirme adecuadamente de Copenhague, voy a andar escaso de tiempo. Aún así, espero que os riais un poco:
Me conformo con que el tren que voy a coger dentro de unas horas sea la mitad de divertido que ese.
Me conformo con que el tren que voy a coger dentro de unas horas sea la mitad de divertido que ese.
Vanya, a las
12:59
viernes, 12 de junio de 2009
Plan de viaje
Semana productiva. O mejor dicho, semana de esas en las que el trabajo de meses termina por convertirse en algo que uno puede mirar con cierto orgullo. Ayer puse sobre la mesa de la jefa el borrador de mi primer artículo; faltan dos más para tener tesis que defender en noviembre. Los datos que necesito para escribir el segundo están esperando para cuando vuelva de vacaciones. Pero antes de irme de vacaciones tenemos la conferencia en Suiza. Esta semana también he terminado de preparar la charla. El lunes ensayo general y vista para sentencia.
Y el martes, el martes me despediré Copenhague por un mes. Vuelta a danzar por el mundo con media vida en la mochila. Un par de compañeros del curro y un servidor estamos hasta los voluverables de aviones, así que, en vez de volar con el resto del grupo aSuiza, hemos decidido irnos en tren. Dos noches. La primera de aquí a Berlín. Pasarémos el miércoles en Berlín. Tengo ganas de volver a esas ciudad. Berlín es como un soldado viejo, orgullosa, llena de cicatrices y con el uniforme gastado pero impecable. Berlín, obsesionada con la cultura y la memoria, siempre tiene historias que contar. Escucharé atento.
Segunda noche: tren de Berlín a Zurich y luego a Davos, a mil quientos metros de altura en medio de los Alpes Suizos. Allí estaré diez días con intención de pasar más tiempo en las montañas que en las salas de conferencias. Si sigo diciéndolo en voz alta puede que termine por convencerme: "Sólo voy a ir a una charla, la mía." Al final sé que iré a alguna más, pocas más. No pienso pasarme la semana de tostón en tostón como la última vez; uno que era joven e inexperto. . .
Sabado 27, madrugar para llegar a tiempo a coger el avión que me llevará de Zurich a Asturias. Doce días entre familia y amigos; con sol y playa, espero. Así que ya sabéis, amiguetes, hacedme un hueco esos días. Portaos también como las últimas veces y ponedmelo igual de fácil para que tomarnos una birra todos juntos no sea una odisea.
Asi llegaremos al 8 de julio. Vuelta a Copenhague; pero está vez volveré acompañado. Me traeré a mi señora madre para que compruebe que existe vida más allá de los Pirineos, entre ellas la mía. Ya iba siendo hora.
Tengo ganas de hacer la mochila. La mejor manera de desconectar del mundo es deambular por él. Y que sepáis que, a pesar de vaya a andar danzando un mes, no tengo intención de que Bitácora coja telarañas; no os vaís a librar de mí así como así. . .
Imágen: Mapa de Europa de Guilielmo Blaeuw, Facultad de Geociencias (Universidad de Utrecht).
Y el martes, el martes me despediré Copenhague por un mes. Vuelta a danzar por el mundo con media vida en la mochila. Un par de compañeros del curro y un servidor estamos hasta los voluverables de aviones, así que, en vez de volar con el resto del grupo aSuiza, hemos decidido irnos en tren. Dos noches. La primera de aquí a Berlín. Pasarémos el miércoles en Berlín. Tengo ganas de volver a esas ciudad. Berlín es como un soldado viejo, orgullosa, llena de cicatrices y con el uniforme gastado pero impecable. Berlín, obsesionada con la cultura y la memoria, siempre tiene historias que contar. Escucharé atento.
Segunda noche: tren de Berlín a Zurich y luego a Davos, a mil quientos metros de altura en medio de los Alpes Suizos. Allí estaré diez días con intención de pasar más tiempo en las montañas que en las salas de conferencias. Si sigo diciéndolo en voz alta puede que termine por convencerme: "Sólo voy a ir a una charla, la mía." Al final sé que iré a alguna más, pocas más. No pienso pasarme la semana de tostón en tostón como la última vez; uno que era joven e inexperto. . .
Sabado 27, madrugar para llegar a tiempo a coger el avión que me llevará de Zurich a Asturias. Doce días entre familia y amigos; con sol y playa, espero. Así que ya sabéis, amiguetes, hacedme un hueco esos días. Portaos también como las últimas veces y ponedmelo igual de fácil para que tomarnos una birra todos juntos no sea una odisea.
Asi llegaremos al 8 de julio. Vuelta a Copenhague; pero está vez volveré acompañado. Me traeré a mi señora madre para que compruebe que existe vida más allá de los Pirineos, entre ellas la mía. Ya iba siendo hora.
Tengo ganas de hacer la mochila. La mejor manera de desconectar del mundo es deambular por él. Y que sepáis que, a pesar de vaya a andar danzando un mes, no tengo intención de que Bitácora coja telarañas; no os vaís a librar de mí así como así. . .
Imágen: Mapa de Europa de Guilielmo Blaeuw, Facultad de Geociencias (Universidad de Utrecht).
Vanya, a las
19:26
lunes, 8 de junio de 2009
Estambul 2009: Suma y sigue
Seis de siete lleva don Jenson Button. Da igual cuándo y cómo, da igual contra quién, hoy por hoy, él y su monoplaza forman un conjunto imbatible. Tan acoplados están, que sus rivales y hasta su propio compañero de equipo empiezan a desesperarse. En Red Bull maquinan estrategias en la cuerda floja; las tres paradas de Vettel eran la opción buena, al menos si hubiera mantenido su primera posición antes del primer repostaje; pero como metió la pata en la primera vuelta y Button se lo merendo, no tengo tan claro que fuese la mejor opción por mucho que diga su jefe, el señor Chris Horner (esta temporada tenemos ir aprendiendo nombres nuevos), basta ver a Weber, que quedó segundo con el mismo coche haciendo dos paradas.
Mientras, Barrichello se hundía en sus propios errores. Tras su desastrosa salida, llevando el mismo coche que Button, a poco que le funcionase la estrategia se iba a meter en los puntos; pero perdió los papeles. Los aires de grandeza, la frustración o yo qué sé qué, le llevaron intentar adelantamientos por donde no había sitio. Estilo Schumy, pero sin estilo. Al final un trompo, un alerón roto y una carrera a la basura.
Button suma y sigue derecho al campeonato y los demás se pelean por las migajas. Unos días Toyota y Renault, otros BMW, Williams y Ferrari, dependiendo de qué ingenieros hayan dado esa semana con algo decente que poner en los monoplazas. Los que llevan bastantes semanas sin aportar nada son los de Renault. Y Fernando, por muy fiel y mucho que quiera a su equipo empieza a estar hambriento; las migajas no alimentan campeones. Otra carrera al esprint, peleando cada curva para nada. Algunos pensarán que con lo igualadas que están las cosas este año, Alonso debería de marcar la diferencia. Debería y lo hace. Siempre se saca ese medio segundo de la manga. Mientras Piquet se queda fuera los sábados, él se mete en la Q3 sin que nadie entienda cómo. Magia. Piquet termina decimosexto a una vuelta y Alonso décimo. Esa es la diferencia; aunque no sirva para nada y ambos se lleven los mismo puntos: cero.
Ya me habéis preguntado varias veces que cómo es que este año, estando los coches tan igualados, al final siempre se lleva el gato al agua el mismo. Tal como un servidor lo entiende, hay dos factores: uno, las nuevas normas, que si bien favorecen el espectáculo y facilitan los adelantamientos, también dan menos margen de maniobra a los ingenieros y los coche son más similares que nunca; dos, los neumáticos. Con las limitaciones aerodinámicas, de motor y el regreso de los slicks, los neumáticos se han convertido en el factor predominante en el rendimiento de los monoplazas. ¡Y los neumáticos son iguales para todos! Así que, además de tener menos opciones para desarrollar los coches, las mejoras que los ingenieros ingenian son menos relevantes de lo que erans otras temporadas porque los que mandan son los neumáticos. Además, como los capullos de la FIA se siguen empeñando en que no se usen las gomas óptimas para cada circuito, los pilotos tienen que afinar los reglajes más de cara a cuidar el caucho que a optimizarlos para su estilo de conducción, impidiéndoles sacar lo mejor de los monoplazas y de sí mismos.
Objetivo conseguido: ya tenemos el campeonato más igualado de la historia. Al menos menos mirando el cronómetro, porque si miramos los resultados va camino de convertirse en el más aburrido que hemos visto. La obsesión por la igualdad y el espectáculo que vive la Fórmula 1, a base de atarles las manos a ingenieros y pilotos, se está convertido en un paroximo de inmovilidad. Así las cosas, y a la vista de la batalla que tienen Max Mosley los equipos, un servidor no va soltar ni una sóla lagrimita si la F1 se va al carajo y la FOTA se monta su campeonato paralelo, sin tanta pijada ni tanta gaita y con los mejores coches del mundo en manos de los mejores pilotos.
Y hablando de pilotos, vamos a terminar hablando de lo que hay que hablar. Hablando de dos: Nico Rosberg, salida y primera vuelta de infarto, cincuenta y ocho vueltas para enmarcar y quinto puesto más que merecido. El otro: Nelson Piquet, por extraño que os parezca y aunque terminase decimosexto y doblado, el adelantamiento que le hizo al chico maravilla, frenando por fuera y aguantando la chicane con el cuchillo entre los dientes, fue el mejor momento de la carrera. Además, por humillar al moreno, puntúa doble. Fernando, págale una cena al chaval; daos un merecido homenaje que esta tempora poco arreglo tiene ya.
Imágenes: Autosport y thef1.com.
Mientras, Barrichello se hundía en sus propios errores. Tras su desastrosa salida, llevando el mismo coche que Button, a poco que le funcionase la estrategia se iba a meter en los puntos; pero perdió los papeles. Los aires de grandeza, la frustración o yo qué sé qué, le llevaron intentar adelantamientos por donde no había sitio. Estilo Schumy, pero sin estilo. Al final un trompo, un alerón roto y una carrera a la basura.
Button suma y sigue derecho al campeonato y los demás se pelean por las migajas. Unos días Toyota y Renault, otros BMW, Williams y Ferrari, dependiendo de qué ingenieros hayan dado esa semana con algo decente que poner en los monoplazas. Los que llevan bastantes semanas sin aportar nada son los de Renault. Y Fernando, por muy fiel y mucho que quiera a su equipo empieza a estar hambriento; las migajas no alimentan campeones. Otra carrera al esprint, peleando cada curva para nada. Algunos pensarán que con lo igualadas que están las cosas este año, Alonso debería de marcar la diferencia. Debería y lo hace. Siempre se saca ese medio segundo de la manga. Mientras Piquet se queda fuera los sábados, él se mete en la Q3 sin que nadie entienda cómo. Magia. Piquet termina decimosexto a una vuelta y Alonso décimo. Esa es la diferencia; aunque no sirva para nada y ambos se lleven los mismo puntos: cero.
Ya me habéis preguntado varias veces que cómo es que este año, estando los coches tan igualados, al final siempre se lleva el gato al agua el mismo. Tal como un servidor lo entiende, hay dos factores: uno, las nuevas normas, que si bien favorecen el espectáculo y facilitan los adelantamientos, también dan menos margen de maniobra a los ingenieros y los coche son más similares que nunca; dos, los neumáticos. Con las limitaciones aerodinámicas, de motor y el regreso de los slicks, los neumáticos se han convertido en el factor predominante en el rendimiento de los monoplazas. ¡Y los neumáticos son iguales para todos! Así que, además de tener menos opciones para desarrollar los coches, las mejoras que los ingenieros ingenian son menos relevantes de lo que erans otras temporadas porque los que mandan son los neumáticos. Además, como los capullos de la FIA se siguen empeñando en que no se usen las gomas óptimas para cada circuito, los pilotos tienen que afinar los reglajes más de cara a cuidar el caucho que a optimizarlos para su estilo de conducción, impidiéndoles sacar lo mejor de los monoplazas y de sí mismos.
Objetivo conseguido: ya tenemos el campeonato más igualado de la historia. Al menos menos mirando el cronómetro, porque si miramos los resultados va camino de convertirse en el más aburrido que hemos visto. La obsesión por la igualdad y el espectáculo que vive la Fórmula 1, a base de atarles las manos a ingenieros y pilotos, se está convertido en un paroximo de inmovilidad. Así las cosas, y a la vista de la batalla que tienen Max Mosley los equipos, un servidor no va soltar ni una sóla lagrimita si la F1 se va al carajo y la FOTA se monta su campeonato paralelo, sin tanta pijada ni tanta gaita y con los mejores coches del mundo en manos de los mejores pilotos.
Y hablando de pilotos, vamos a terminar hablando de lo que hay que hablar. Hablando de dos: Nico Rosberg, salida y primera vuelta de infarto, cincuenta y ocho vueltas para enmarcar y quinto puesto más que merecido. El otro: Nelson Piquet, por extraño que os parezca y aunque terminase decimosexto y doblado, el adelantamiento que le hizo al chico maravilla, frenando por fuera y aguantando la chicane con el cuchillo entre los dientes, fue el mejor momento de la carrera. Además, por humillar al moreno, puntúa doble. Fernando, págale una cena al chaval; daos un merecido homenaje que esta tempora poco arreglo tiene ya.
Imágenes: Autosport y thef1.com.
Vanya, a las
21:34
domingo, 7 de junio de 2009
Domingo por la mañana
Domingo por la mañana. Aquí, con las ideas frescas, Incubus de fondo y poco culpaple por haber estado callado toda la semana. Momentos que contar sobran, esta ciudad nunca para; lo que faltan son momentos para contarlos. Hace unos días caminaba preocupado pensando que si ya no escribía tan a menudo era porque ya no había tanto que decir. Mentira. Se me va llenando la vida de cosas grandes y pequeñas que devoran tiempo y pagan en pereza.
Domingo por la mañana. Después de compartir desayuno, y nada más que desayuno, con una agradable señorita; antes de ducharme y de que el día empiece a hacer planes por mí, voy a contaros que el sábado pasado estuve en una fiesta de esas que si os cuento cómo fue no me creeríais; así que no os lo voy a contar. Voy a deciros también que desde el miércoles ocurre en Copenhague una cosa llamada distortion. Un festival que se mueve por los barrios de la ciudad, uno cada noche. Música en la calle, diyéis por las esquinas y miles de gentes. Y así llevamos cuatro días de fiesta. Aunque el jueves cambiase la calle por la barbacoa de verano en casa de la jefa, aunque ayer prefiriésemos darnos un homenaje de salchichas a la parrilla para despedir a un amigo que en menos de un mes se va; se vuelve a casa, a Estados Unidos, después de pasarse docena y pico de años danzando por el mundo.
Dentro de una hora voy a pegarme a la tele: hoy hay carrera en Turquia. Luego habrá que aprochar el sol, que aunque esta mañana esté tímido, o cansado de discutir toda la semana con las nubes y el viento, en este país uno no se queda en casa cuando sale Lorenzo; los inviernos son largos, nunca sabe cuando va a ser la próxima vez que brille el sol y mis amigos no me perdonarían que me lo perdiese.
Ya me quedo más tranquilo. Después de averiguar todo lo que he hecho esta semana, ya me puedo meter en la ducha sin remordientos. Qué pasen ustedes un buen día.
Imagen: Sunday Morning, Larry Roibal.
Domingo por la mañana. Después de compartir desayuno, y nada más que desayuno, con una agradable señorita; antes de ducharme y de que el día empiece a hacer planes por mí, voy a contaros que el sábado pasado estuve en una fiesta de esas que si os cuento cómo fue no me creeríais; así que no os lo voy a contar. Voy a deciros también que desde el miércoles ocurre en Copenhague una cosa llamada distortion. Un festival que se mueve por los barrios de la ciudad, uno cada noche. Música en la calle, diyéis por las esquinas y miles de gentes. Y así llevamos cuatro días de fiesta. Aunque el jueves cambiase la calle por la barbacoa de verano en casa de la jefa, aunque ayer prefiriésemos darnos un homenaje de salchichas a la parrilla para despedir a un amigo que en menos de un mes se va; se vuelve a casa, a Estados Unidos, después de pasarse docena y pico de años danzando por el mundo.
Dentro de una hora voy a pegarme a la tele: hoy hay carrera en Turquia. Luego habrá que aprochar el sol, que aunque esta mañana esté tímido, o cansado de discutir toda la semana con las nubes y el viento, en este país uno no se queda en casa cuando sale Lorenzo; los inviernos son largos, nunca sabe cuando va a ser la próxima vez que brille el sol y mis amigos no me perdonarían que me lo perdiese.
Ya me quedo más tranquilo. Después de averiguar todo lo que he hecho esta semana, ya me puedo meter en la ducha sin remordientos. Qué pasen ustedes un buen día.
Imagen: Sunday Morning, Larry Roibal.
Vanya, a las
12:45
Suscribirse a:
Entradas (Atom)