jueves, 23 de agosto de 2007

La catedral

Es monstruosa, un engendro sacado del infierno. Caminaba por las callejuelas del centro de Colonia, acercándome a ella guiado por los ápices de sus torres, visibles desde casi cualquier punto de la ciudad. Andaba despacio, sin prisa, saboreando el placer de la anticipación. Visitar catedrales es un ritual al que soy fiel desde años. Aprovecho cada oportunidad de posar mis ojos sobre ellas, deambular bajo sus bóvedas y dejarme embargar de devoción y reverencia, no por dios alguno, palomas blancas o tipos curiosos crucificados hace milenios, sino por la maestría y osadía de los hombres que elevaron sus sueños hace siglos, con piedra y sudor, argamasa y sangre, legándonos, talladas en piedra, sus historias, su mundo y el nuestro, lo que somos y lo que fuimos.

Domina la plaza, avergüenza a cualquier edificio cercano, se cernierneoscura sobre decenas de míseros mortales boquiabiertos. La catedral de Colonia surge del suelo toda hecha de líneas y aristas verticales, se eleva más alto de lo que la razón dice que es posible en algo tan descomunal. Lineas verticales, cortantes, se combinan de la tierra al cielo, formando ventanales estilizados hasta lo enfermizo, rematados en arcos apuntados, entreverados con hojas de acanto y guarnecidos por un ejército santos y gárgolas. Entre arbotantes y pináculos el reposo es un desconocido para los ojos, ascienden contra tu voluntad siguiendo los trazos verticales. Parpadeas y sacudes la cabeza para evitar el vértigo, la sensación de que esa mole de piedra negra se mueve, sube y sube, desgarrando el suelo y alzándose desde el pozo más oscuro de los infiernos hasta los cielos.

Paso a paso, uno tiene que vencer el temor para acercarse a sus portones. Te mira de reojo mientras te acercas, impasible y orgullosa, con la mirada de soldado viejo. El bombardeo aliado del 44 la dejó sóla, rodeada de los escombros de una ciudad arrasada hasta los cimientos. Ella no olvida, pero cuando pasas bajo sus arcos es difícil recordar. En el inetrior, aristas y filos se tornan líneas esbeltas y elegantes, delinean la altísima bobeda central de techos blancos, las dobles bóbedas laterales inundadas por la luz multicolor de las vidrieras. Un espacio inmeso en que todo flota sustentado por la luz. Tienes que acercarte a las columnas que arrancan desnudas del suelo, ver que diez hombres no las abarcarían, para descubrir el secreto.

La grandeza te inunda cuando avanzas entre las columnas hacia el transepto. Miras al altar y sólo ves más luz; sin retablo, ni murales, nada que impida el paso de los rayos desde las vitrieras del amplísimo ábside. Uno tiene que esforzarse para descubrir un humilde cristo de madera oscura flotando en medio de la inmensidad; su tamaño, ni siquiera a mitad de escala natural, no hace más engrandecer la obra creada para cobijarlo y magnificar su humildad.

Cuando vuelves a salir el mundo parece oscuro. Miras a la mole solitaria con otros ojos, comprendes que es el siglo XX quien la ha tornado negra, oscura y temible. El humo y las bombas, la contaminación y las ratas con plumas han ensuciado el blanco prístino con que la soñaron sus artíficies. Entonces la ilumina un resquicio de sol entre las nubes. Baja la luz en rayos rectos y puros, ascienden las líneas verticales y limpias, se funden mostrándonos que la catedral de Colonia está hecha de luz; las miradas y los siglos, ponen las sombras.


5 comentarios:

  1. carai neno que denso eres!! todo muy bonito pero cuesta leerlo.
    traenos algo anda.
    un besin y disfruta willy fo!

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  2. guau!!!!!!!!!!!!
    que maravilla!!!!!!!!!!!
    que vidrieras!!!!!!!!!!!
    siempre dije que eras un hombre con suerte. Porque no me negarás que es una auténtica suerte poder ver in situ algo tan magnífico.
    Que lo disfrutes y muchos besinos.
    Te echamos de menos.

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  3. Denso, denso... Tampoco ye pa'tanto, no? Tenía dos opciones, ser un poco rebuscado o escribir algo así:

    "No hay palabras para describir la catedral de Colonia. Punto final."

    Cual te gusta más?

    Memos mal que como soy un tipo con suerte os gustará más la versión original :)

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  4. Joooooooder.... eso diré yo cuando la tenga algún día delante... a eso de 50 metros... y tenga que estirar el cuello para poder ver todo lo que quiero... y seguramente algo de esa índole te salió a ti cuando la viste también...
    menudo contraste el exterior con el interior, no?
    Como amante del gótico más que de ningún otro estilo, te tengo muuuuuucha envidia, porque creo que su fahada es la mas impresionante y grandiosa de todas...y tenerla ahí, delante... madre, madre...
    Algún día iré y compartiré impresiones... jejeje.
    Y dirán los dmás lectores de Bitácora... menuda flipada, no?
    Poneos delante de cualquiera... Burgos, León, Toledo... asentad bien los pies, a 25 metros de distancia está bien, que la podais ver de cerca, pero entera... e id llevando la mirada de abajo hacia arriba, lentamente... parad en cualquier cosilla por pequeña que veáis (todas tienen su historia) y dejaros llevar por su grandiosidad...
    Y pensad en lo que queráis, pero apreciad su belleza y lo que les costó a aquellos pobres hombres que hace por lo menos 500 años que la construyeron (no me digáis como...).
    Sacadla fuera del contexto religioso, miradla como una obra de arte sin más...
    quizá así entendáis algo a la flipada que escribió esta parrafada...(en el blog de otro, soy una okupaaaaa) jejeje...

    Bueno, y al que escribió el post, que me da a mi que es de los míos...jejeje...gracias por hacerlo tan bello.

    Un abrazo enorme.

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