jueves, 5 de abril de 2012

"Sólo se movilizan para quejarse…"

Y se quedan tan anchos. Asintiéndose satisfechos los unos a los otros. Tras el largo debate y una profunda reflexión, llega la sesuda conclusión, la razón última, el origen de todo mal y lastre responsable de todos sus fracasos. La cruda verdad desnuda ante sus ojos. Qué pueden ellos, pobres mortales, humildes representantes democráticos contra el muro infranqueable de la realidad. Contra el peso asfixiante de la pasividad ciudadana. "El gran problema para dar el salto de una democracia representativa a otra participativa es que los ciudadanos sólo se movilizan para protestar y quejarse, para destruir; cuando se les invita a participar de forma creativa y constructiva se quedan en sus casas."

De pie, custodiando la puerta principal al fondo del salón de congresos, escucho imbecilidades como aquella. Tengo que apretar puños y dientes para no lanzarme por el pasillo central hasta el estrado y escupir esa banda miserable de burócratas, alcalduchos y gobernadorzuelos. ¡Pero de que vais, flipaos de los güevos! Para empezar, ahí están sus imbecilidades llenándose la boca de democracia participativa en las ciudades en una conferencia donde no se permite participar a los ciudadanos. Con dos cojones. En la escuela me explicaron que eso se llamaba despotismo ilustrado y que era una puta mierda pinchada en un palo. Y ahí están ustedes, dos siglos después de la Revolución Francesa, henchidos de autocomplacencia y sin enterarse de la fiesta a medias.

Para seguir, después de mucho discutir los unos con los otros, de mucho tomar consejo de sus asesores y consultar a sus expertos es lamentable que entre tanto medio cerebro a ninguno se haya dado cuenta de que el ciudadano europeo medio trabaja diez horas al día y se pasa otras dos yendo y viniendo del trabajo. Muchos tienen retoños que criar, una pareja con la que preservar una vida sentimental y sexual a menudo malnutrida. Además, paga una hipoteca, pone comida en la mesa todos los días, paga facturas e impuestos con los que sus imbecilidades puedan reunirse para decir sandeces, limpia la casa y aún es buen vecino a ratos. Y ustedes se quejan de que los ciudadanos no participan. ¡Váyanse a tomar por culo! Y cuando vuelvan, me explican qué tiempo y energía le queda al ciudadano medio para participar en las paridas que ustedes barruntan en sus despachos pagados con el sudor de todos. No basta con que les paguemos el sueldo, encima tenemos que hacerles el trabajo currando en proyectos que nadie nos preguntó si queríamos.

Además, desde cuando para ser un ciudadano participe y artífice del bien comunitario es obligatorio involucrarse en macroproyectos coordinados y diseñados en despachos, por el ciudadano sin el ciudadano. ¿Qué pasa, que invitar a cenar al venino no es bueno para la comunidad? ¿Quitarle la nieve de la acera a la anciana de enfrente es perder el tiempo? ¿Organizar una fiesta para rehabilitar y reocupar un almacén abandonado por la globalización es egoismo y una lacra social? Si tienen ustedes las cabezas metidas tan dentro sus propios culos, no se extrañen si lo único que oyen de los ciudadanos son los gritos que damos cuando nos exprimen las gónadas. Han venido hasta Copenhague y no se han molestado pasear por sus calles… Si en vez de darnos más trabajo nos recortasen la jornada laboral, nos subiesen en sueldo, encarcelasen a banqueros estafadores y dejasen de gastarse nuestros impuestos en trajes y bombas, verían que pronto teníamos ciudadanos sonrientes con tiempo y dinero para ser crear y participar sin falta acicate alguno.


Imagen: Caraculo, por ace76.

2 comentarios:

  1. Te veo calentito, eh!
    ... y no es para menos.
    Si es que, te va a haber sentado mal hacer de azafato de congresos. Me refiero a que se te ha indigestado la proximidad.

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  2. Digamos que ha sido una experiencia...

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