Al final, lo miremos como lo miremos, de cerca o de lejos, del derecho o del revés, la carrera de ayer fue cosa de dos. Uno, Fernando Alonso, que volvió a sacar lo máximo de una ventaja mínima que se ganó el sábado con una vuelta de clasificación extraordinaria. El otro, Sebastian Vettel, que nunca cejó en su empeño de alzarse con la victoria, persiguiendo incansable al Bicampeón. Al final le fue imposible ganar al maestro en su propio juego, ni con toda su agresividad ni con un Red Bull que parecía, no estoy seguro que fuese, superior al Ferrari; porque si algo a demostrado Alonso a lo largo de estos años es que nadie como él para manejar la presión, a su favor y contra sus rivales. Y en el precioso escenario que es Singapur, circuito que en sólo tres carreras ya empieza a ganarse un lugar entre los lugares míticos de la Fórmula 1, la presión no la ponen sólo lo rivales. Como en Mónaco, los muros son inmisericordes, su trazado revirado hace que las carreras rocen el límite de las dos horas, un coche de seguridad a destiempo puede desbaratar el trabajo de todo un fin de semana, y además, ayer, contábamos con la amenaza de una lluvia que decidió no aparecer. Pero nada de eso amedrentó ni a Fernando ni a Ferrari, que volvieron a repetir la hazaña magistral de hace dos semanas en Monza: pole, vuelta rápida y victoria. Y más victoria aún si cabe. Alonso rodó en primera posición desde la arrancada hasta la bandera a cuadros. Administró una ventaja mínima con su rival, que siempre estuvo a menos de tres segundos y medio, pero nunca le consintió que se acercara lo suficiente como para ni tan siquiera intentar un adelantamiento. Dos horas de carrera. Sesenta y un vueltas dominando la presión sin un sólo error. Sublime. Perfecto.
Y hablando de historias, para terminar la de hoy, no podemos olvidarnos de la guinda que Kubica le puso a las últimas vueltas del pastel. Un pinchazo inoportuno le obligó a detenerse en boxes a poner gomas nuevas. Luego, para resarcirse, nos regaló un recital de adelantamientos que lo devolvió hasta justo una posición por detrás de donde estaba antes del pinchazo. Precioso espectáculo que, a parte de alegrarnos la vista, levantó sombras sobre la actución de Felipe Massa. El brasileño empezó con todo en contra, saliendo desde la última posición por culpa de un fallo mecánico en la cronometrada del sábado, pero aún así, tras ver a Kubica, muchos empezamos a preguntarnos por qué, conduciendo un Ferrari, Massa se pasó más de media carrera atascado detrás de Glock y Hulkenberg.
Sea como fuere, lo que importa es el otro Ferrari, el número ocho, el que ha firmado dos hat tricks consecutivos en circuitos con características opuestas. Ese Ferrari que se ha vuelto a meter de lleno en la batalla por el título gracias al trabajo incasable de los ingenieros. Ese Ferrari que en las manos mágicas de Alonso es el rival que más temen todos. Y con razón, porqué él y su equipo están dando y darán el ciento diez por fin hasta el final. Singapur habrá sido cosa de dos; pero este Campeonato es aún cosa de cinco pilotos. Insólito. Cuatro carreras. Trepidante. Y tensión a raudales. Lo nunca visto.
¡Vamos, neno!
Imágenes: Autosport. com.