Hay dos hombres sentados en una habitación. Uno en una silla, frente a un escritorio negro, tecleando algo en su portátil. El otro en el suelo, tras él, con la espalda apoyada en la pared, las piernas cruzadas y envuelto en un edredón rojo. A veces, muy raras veces, me gustaría fumar, porque así podría deciros que el hombre sentado en el suelo sotenía un cigarrillo y su respiración elevaba una cortina de humo entre los dos. Todo muy cinemátográfico, calmado y reflexivo. Sin embargo, estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, las piernas cruzadas y envuelto en un edredón rojo. La ventana está abierta de par en par. Nieva. Despacio, blanco y limpio. Nieva y no es un cigarrillo lo que sostengo en la mano, sino un libro; cada uno tiene sus vicios.
No hablan. Uno sentado en la silla, teclea algo en portátil. El otro, a su espalda, en el suelo. Del libro que sostiene en la mano se alza un cortina de palabras entre los dos. Ascienden y, a cierta altura cerca del techo, se hielan. Cristalizadas van cayendo con un sonido como el de palabras tecleadas en un portátil. Caen como nieva. Despacio, blanco y limpio. Sobre una hoja de papel invisible. Tuve la suerte de estar allí, y en un momento en que aparté la mirada de la ventana abierta, vi que el encabezado rezaba: "Pacto del 27 de agosto". O algo parecido, puede que ya haya cambiado de nombre; con las palabras nevadas sobre páginas imaginarias nunca se sabe.
El título es lo de menos, lo que importa es el resto, las claúsulas del acuerdo. Otro de esos acuerdos que trazan la historia de la amistad entre aquellos dos hombres. Un plazo, una fecha y un propósito. Dentro de seis meses, entorno al cumpleaños de uno de ellos, sentarse juntos para contarse si siguen siendo los mismo capullos afornudados de siempre. El aire helado que se cuela por la ventana huele a cambios. Ninguno de los dos tiene trabajo. Ninguno de los dos tiene más compromisos que los que les venga en gana adquirir. Ninguno de los dos tiene más planes o predilecciones que las que les plazca honrar. Cuando eso ocurre y te puedes sentar despreocupado, en una silla o en suelo, y mirar caer la nieve como palabras tecleadas en una pantalla o a las palabras tecleadas caer como nieve, entonces sabes que eres un capullo con suerte. Con la suerte de tener amigos enfrente. Y al otro lado de la calle. Y al otro lado del teléfono. Y familia al otro lado de la güebcam. Y comida caliente en el plato. Y el alquiler pagado. Y que si en la habitación hace un frío de cojones es porque de los cojones me ha salido abrir ventana cuando hay cinco bajo cero y nieva. Para que el cristal no me enturbie la vista de futuro frío y helado que promete cambios.
Veremos dentro de seis meses. Más rápido hemos cambiado otras veces a rumbos insospechados. Veremos dentro de seis meses que palabras nievan o llueven o acarician con rayos de sol o de luna.
P.S.- La canción, como muchas otras cosas, no sabemos si viene a cuento, pero llevo días escuchándola una y otra vez; por algo será. Se llama Paradise Circus, es de Massive Attack y las imágenes del video son de la peli The Fall (2006).
P.P.S.- Sí, sigo sin internet en casa. . .
A ver qué tal en Agosto y no surge el estrés que a veces acompaña a la incertidumbre...
ResponderEliminarHuy huy huy... huy huy huy...
ResponderEliminar...qué peligro...
(jodidos capullos afortunados...) :P
Muak!
¿Estrés? ¿Incertidumbre? Nah. . . Creo que ya he pasado esa etapa. Ahora me dedico más follar ;)
ResponderEliminarCoño, Vero, ultimamente no ves más que peligro alredor mío. . . Voy a empezar a preocuparme; a ver si es que me estoy perdiendo algo. . .
Aprovecha ese tipo de momentos, las cosas cambian muy deprisa, y en cualquier momento te puedes ver inmerso en una espiral de acontecimientos que no te dejen un minuto de descanso y de paz. Yo firmo ahora mismo por tener todo finiquitado en seis meses, sería lo mejor que me podría pasar, por sí, al final todo termina, todo tiene un principio y un fin, todas las etapas pasan y yo ahora mismo intento poner punto y final a esta mía, ahora sí, en cuanto todo termine, buscaré un buen libro, una buena playa, un lugar trankilo y lo contemplaré todo desde otra pespectiva. Sí, has adivinado, todo a terminado, era algo que se veía venir, ya te contaré los detalles. Muxos besos bixo.
ResponderEliminarParece un buen plan :) No sé si felicitarte o decirte que lo siento. . . Probablemente las dos cosas; aunque estará más claro dentro de unos meses. Te pongo en la lista de llamadas de teléfono urgentes. Un abrazo.
ResponderEliminarP.S.- Aquí la playa no es lo mejor, y menos en estas fechas, pero sitios para relajarse y contemplar el mundo sobran, y cama y comida no te van a faltar :)
Así me gusta, disfrutando y aprovechando cada momento aunque esa ventana abierta me da escalofrios...
ResponderEliminarMucho me temo que vendrán cambios antes de seis meses, pero seguro que son buenos aunque no te dejen tanto tiempo para disfrutar tus... placeres. De todos modos la vida es eso: cambiar, evolucionar.
Es agradable comprobar que en esos instantes de paz sigues teniendo un recuerdo para tu gente.
Muchos besinos y un abrazo muy fuerte.
Claro, para eso habre uno la ventana :p
ResponderEliminarAbre. . . ^^
ResponderEliminarNada más lejos de mi intención...
ResponderEliminarNo veo nada de peligro, si no cambios y viajes... envidia sana...
Tranqui, que no te estás perdiendo nada.
Muak.
PD: Seré más explícita en futuras intervenciones... :S
Uy que miedo. . . Una mujer siendo explícita :p
ResponderEliminar