sábado, 19 de septiembre de 2009

Spa, Monza 2009: nostalgia y pasión.

Vais a tener que disculparme que haya tenido la Fórmula 1 aparcada las últimas semanas. Entre Islandia y una semana ajetreada apenas he tenido tiempo a relajarme frente al teclado, y cuando lo he tenido, estaba demasiado cansado como para escribir nada coherente. Pero ahora es sábado por la mañana, he dormido como un bebé y hace sol; así que antes de hacerme unos bocatas e irme a comer en cualquier parque, voy a poner un poco de orden por aquí; sólo un poco. . .

Spa. . .




Monza. . .



Nombres con un eco especial. Trazados históricos. Muy diferentes entre sí. Han ido cambiando con los años; pero conserban un mismo espíritu: Fórmula 1, velocidad, pasión. Poco circuitos en el mundo poseen el mismo aura que Monza y Spa. Escuchar los ecos de novecientos caballos desbocados en un valle boscoso escondido en las Ardenas mientras enlazan las secuencias de curvas más bellas de todo el campeonato, sólo es comparable al bramido furioso de esos mismos caballos lanzados al galope en las rectas interminables de Monza.

Al margen de los detalles, podemos sacar varias conclusiones de las últimas dos carreras. Hace falta una clase especial de hombres para enfrentarse a esos trazados donde se han forjado leyendas. Hace falta ser un piloto con una clase especial para brillar en esos asfaltos. Kimi y Alonso se lo demostraron a los hombres del Force India cuando intentaron conquistarles su reino belga. Hamilton, con su desafortunado accidente en la última vuelta italiana (no diré que me dio pena), mostró que el talento no es suficiente para domar estas bestias. Cualquier desliz es fatal en Monza o Spa, tan hermosos como crueles. Y quizá por eso, por su crueldad, porque la velocidad manda y nada ocurre despacio en sus trazados. Quizá por eso los errores se pagan con el deshonor y espectáculo siempre sale ganando. En Spa y Monza nos hartamos a ver luchas, coches emparejados, frenadas límite, adelantamientos perfectos y humeantes, fallidos y de quitarse el sombrero. En Spa y Monza puedes tener la mejor estrategia del mundo; pero eso no basta, aún necesitarás un piloto que sepa defenderla, lucharla y ganarla.

Un piloto y un motor. Sin una buena pieza de ingeniería tras el asiento el piloto no llegará lejos. Monza y Spa son la historia de la Fórmula 1. Y esa es una historia de potencia y velocidad pura, sin compromisos ni disculpas, como volvimos a ver este año. El mejor motor de la parrilla, incidentes a parte, deslumbró en ambos circuitos. El motor Mercedes que montan McLaren, Brawn y Force India ha mostrado tral superioridad que la FIA se está planteando descongelar las mecánicas para que es resto de equipos puedan ponerse a su altura. Sólo el motor Ferrari parace ser capaz de plantarles cara; como muy bien demostró Kimi con su merecida victoria en Spa. En Monza, por motor, estrategia y temple, BrawnGP no dio opción a sus rivales, y parece que el título se van a jugar entre Button y Barrichelo. A la vista de que, de los cuatro circuitos que quedan, en dos, Interlagos y Fuji, la potencia también es clave, salvo milagros o heroicidades, Red Bull parece haber perdido la partida. Adrian Newey ha contruido el que puede ser el mejor coche del año, pero las carencias del motor Renault obligan a sus pilotos a adoptar demasiados compromisos con la aerodinámica cuando se trata de ir rápido sin más. El mismo motor Renault que Fernando ha estado esprimiendo hasta lo increíble. Al asturiano le faltarán caballos, pero le sobran clase, talento y temple. A pesar del abandono en Spa (otra maldita rueda) y de no haber llegado al podium en Monza, llevó su R29 a unos nieveles de rendimiento más allá de esperado, lo que, no por habitual es menos sorprendente. Nunca llegó a codearse con los de arriba; pero volvió a reclamar a gritos un coche que le haga justicia.



P.D.- Ambos vídeos son extractos de la grandiosa película Grand Prix (1966). Fue rodada en los circuitos originales; si no la habéis visto, vedla. ¡Ya! Spa es ahora mucho más corto; pero sus sectores más carismáticos se conservan en el circuito moderno. En Monza, el óvalo peraltado ya no se usa, aunque aún existe. Se le han añadido tres chicanes por seguridad, para acortar las rectas; pero el trazado sigue siendo el original.

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